La mañana parecía ser tan rutinaria y aburrida como siempre, la misma rutina una y otra vez, despertar por el sonido de un teléfono llamando sin control con el nombre Laura en él.
Aquella chica que podía hacerme perder los estribos con facilidad a la par que me alegraba el día con sus ocurrencias.
Sobre mi escritorio los libros de biología, matemáticas y literatura abiertos y en la pared un sin fin de fotografías con ella.Aquella chica de cabellera castaña y ojos avellana que cada semana me entregaba un cuadernillo con la pequeña mini historia de la semana donde me involucraba con un hombre distinto, siempre haciéndome ver el pasivo de todas y cada una de ellas.
— ¡Ariel!—. Se escuchó tras la puerta mi nombre producto de los gritos de mi madre —Ya tienes que despertar.
Quizá era cierto, tenía que despertar pero no quería, a pesar de estar incómodo en aquella posición quería seguir durmiendo como hasta ahora lo hacía.
Las vacaciones ya habían concluido, adiós a desvelarme con fines de ociosidad y levantarme después de las doce de la media tarde y hola a las desveladas a fines de estudiar para el examen y despertar antes de las siete cuarenta de la mañana.
Con un quejido lleno de inconformidad desperté mirando mi libro se biología lleno de saliva y una mejilla llena de escritura al quedar dormido sobre mi cuaderno de apuntes.
El celular comenzó a brillar nuevamente y el tono de llamada regreso con el nombre Laura en él.
Ella no se detendría hasta contestar y cerciorarse que finalmente está despierto. O hasta abrir la ventada y dejar verme tras ella.—Ariel ¿Dónde estás?—. Se escuchó la voz de Laura tras el teléfono de una manera alarmante, no entendía bien el motivo y esperaría a que ella me lo dijera —Son las nueve te perdiste la primera clase la señorita Flich está molesta contigo, llega rápido.
Fueron sus últimas palabras antes de colgar la llamada, no era verdad... ¿Eran las nueve de la mañana?
Entre tropiezos y golpes en los dedos de los pies me prepare para asistir a la escuela.El colegio Beato Tabone o como muchos llamábamos la prisión de la monja. ¿Curioso no? El colegio Beato era o es un colegio católico mixto donde en el rige una directora con aspecto hórrido. De carácter tan fuerte como la dictadura misma, siempre recorre los pasillos con ese traje abotonado hasta el cuello una falta que llega hasta sus rodillas, mallas negras y esos tacones que al pisar el sonido retumba en todo el corredor, una señora de no tan avanzada edad, le calculamos unos cuarenta y ocho años, hasta que una tarde cuando a Laura la reportaron por distribuir "Pornografía Gay" en el colegio descubrió que en realidad ella tiene treinta y tres años, estaba tan acabada que nosotros creíamos que ya era una semi anciana llena de gatos y sin vida social.
Una institutriz tan temida por su regla. Si, su regla, ella siempre porta una regla o una fusta y no para fines sexuales, no... Si no para golpear. Quizá no nos golpeaba a nosotros pero si a todo lo que tuviera a su lado, simplemente espeluznante. Una de las cosas que la sacaban de quicio era que las mujeres llevaran el cabello suelto o con flequillo, y la falda más arriba de cuatro centímetros arriba de las rodillas y de los hombres... Bueno a ella le molestaba que tuviéramos el uniforme mal puesto sin la camisa planchada y fajada, la corbata mal amarrada y los zapatos sin lustrar.
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Los chicos no se enamoran #dampremios2020
Teen FictionUna novela narrada en dos voces. La primera; Ariel es un joven callado apodado "El fotógrafo" por todo el alumnado de su colegió, el solo cuenta con su mejor amiga Laura quien tiene una manera de sacar dinero muy particular. Jack es el r...