Capitulo 5.

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—Se están besando—. Dijo Laura en mi oído, como si no pudiera dar crédito a lo que estaba pasando — ¿No te molesta?

¿Molestarme? ¿Porque tendría que molestarme? Él no me gustaba, no lo conocía, no era nada más que un extraño al cual me gustaba tomarle fotos por la naturalidad que el mostraba, una que otra persona no podía otorgarme. Pero la verdad era, que sí, estaba molesto, mirar como el la besaba en mi cara me molestaba y no sabía el porqué, no podía entender porque era tan molesto el que él se besaran, él no me gustaba, no lo conocía, eso es absurdo.

— ¿Porque tendría que molestarme? No me gusta ya te lo dije miles de veces—. Respondí mostrándole un poco de fastidio en mi voz, tenía que salir de ese lugar cuanto antes, pero no sabía cómo, la lluvia se volvió más fuerte de un momento a otro, no sabía que hacer estaba atrapado.

Lo más inteligente que pude hacer en ese momento fue explicarle a Laura que tenía que llegar pronto a mi casa, me mojara o no, solo así pude salir de aquella tortura que yo solo me ponía sin saber el motivo exacto.

Por cada bache que pasábamos nos mojábamos más, la velocidad de las bicicletas no ayudaban mucho y los autos que pasaban a nuestro lado mucho menos, era como si pasaran junto a nosotros con más intención, salvaguardando nuestra mochila bajo bolsas de plástico anhelando llegar pronto a casa donde estaría mi madre esperando con unas tazas de chocolate caliente y un buen baño.

—Mis niños—. Dijo mi madre al abrirnos la puerta y vernos empapados.

Mi relación con mis padres nunca fue del todo buena, como en cualquier familia tuvimos discusiones y malos ratos, pero siempre supimos cómo superarlo, el más grande fue cuando mis padres se enteraron de que yo era gay, mi madre lo comprendió y solo me miro con una sonrisa pues ella decía que no podía hacer nada al respecto que ese es mi ser; Mi madre siempre ha sido una persona muy linda y bondadosa, la persona más noble de todas y su sonrisa siempre desprendía amor, trataba a Laura como si hija pues nunca pudieron lograr otro hijo ¿Y quién mejor que Laura? La conozco desde bebe, mi madre y la suya son amigas y es mi vecina de frente. Mientras que papá... El cuándo se enteró se molestó los primeros meses no me hablaba, era invisible para él, la única persona a la que notaba era a Laura, pero con el tiempo supo lidiar con eso y aceptarme; pues él creía que terminaría comportándose de una manera extraña, y que estaba mal, el teniendo esa educación de antes donde el hombre era macho y tenía que darle descendencia a sus padres.

—Buenas tardes Señora Byrne—. Dijo Laura sonriente, aunque a mamá le molestaba que se referirá a ella como señora Byrne.

—Ya hemos hablado de eso... Llámame Issa.

—Claro... Issa...

La mirada de mi madre era tan deslumbrante y bella que no tenía manera de como describirlo, ella en verdad quería a Laura y no dudaba ni un momento en hacerlo.

Al subir al cuarto el tema del beso entre Jack y Kristen no tardó mucho en aparecer, sabia mejor que nadie que eso no se detendría, Laura estaba tan aferrada a eso que no, esa idea loca de que yo en verdad tenía esa necesidad de estar con Jack, pero en su rostro se notaba un poco de incomodidad, algo raro ¿Acaso era incomodo ver mis calzoncillos en el suelo? Siempre los veía y se reía de eso.

— ¿Que te ocurre?

Su mirada se clavó en mí, la incomodidad le recorría por todos lados y se notaba rara ¿porque no hablaba? —Este calzón me está rozando — Dijo finalmente tirando de bajo la falda — ¿Que te dijo el profesor William?

Cierto... Por poco olvidaba aquello, en la última clase, la clase de inglés antes de salir me había detenido para pedirme un favor ¿Un favor? Era sorprendente, pues ese maestro nunca pedía favores a los alumnos lo cual lo hizo más extraño aun, pero, al decirme en qué consistía ese favor mis latidos fueron en aumento, quería negarme, quería alejarme lo más posible de Jack y negar aquella emoción incomoda que surgía dentro de mi pecho recorriendo todo mi cuerpo a la vez que lo llenaba con un nerviosismo impresionante.

—pues...—. Comenzaba a cuestionarme si estaría bien decirle. Ella es mi amiga y todo eso pero también la conocía a la perfección, tanto como para saber que ella terminaría haciendo de algo tan simple como ser el tutor en inglés de Jack a algo fuera de este mundo como el hecho de que nosotros podríamos ser pareja.

¿Se lo diría? Estaba en una disputa larga y complicada, por un lado el cariño que le tenía y por el otro la razón.
Al final de todo el cariño que le tenía siempre ganaba y esta no era la excepción.

—El maestro William me pido ser el tutor de inglés de Jack, me dijo que necesitaría ayuda.

Los gritos no se hicieron esperar, la emoción que sentía ella era incluso más que la mía, mucho más, tanto al grado de hacer subir a mi madre para asegurarse de que estuviéramos bien.

—tú y el... El y tu... Que romántico... Tienes que decirme con detalle que es lo que hacen, como se besan y como.

Laura estaba loca. No podía borrar esa cosa de su mente aunque lo pudiera intentar, estaba tan cerrada en ese pequeño mundo donde él y yo éramos más de lo que podríamos llegar a ser si tan solo cruzáramos palabras, o miradas. Los gritos y cantos llenos de emisión no cesaban incluso si se encontraba en la regadera, ella solo cantaba alegre.

La tarde pasaba con lentitud, entre cobijas, palomitas y buena televisión pasábamos un momento lleno de ociosidad mientras mi madre nos solapaba todo lo que queríamos, dulces, refrescos, galletas hechas por ella, todo lo que pedíamos lo conseguía, hasta ese momento en el que el reloj se detuvo definitivamente para mí.

Mis latidos aumentaban y mi mano temblaba mientras miraba en la pantalla del celular un número desconocido, no sabía porque estaba así, ni que me pasaba pero al contestar lo descubrí.

— ¿Ariel?—. Esa voz la conocía a la perfección, era la voz de Jack pronunciando mi nombre con inseguridad, entonces, mis nervios cobraron sentido —Soy Jack. El maestro me dijo que estarías enterado que serias mi tutor—. Una larga pausa se hizo, Laura solo preguntaba entre murmureos quien me llamaba pero mi voz no salía, él me estaba llamando — ¿Te parece si voy en quince, no, veinte minutos?

—Si.

No sabía cómo es que mi voz salió en ese momento, mis mejillas ardían y un nudo en mi garganta se formó el vendría a mi casa... Ahora solo me preocupaba como le haría para sacar a mi mejor amiga de la casa ¿cómo? Tenía que pensar en un plan ya, el tiempo corría y si ella estaba aquí para ese entonces, tenía que prepararme para morir de vergüenza.

Los chicos no se enamoran    #dampremios2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora