capítulo 6.

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¿En verdad estaba buscando algo en mi ropa que ponerme para verlo? Toda la ropa de mi armario estaba tirada en el suelo e iba en aumento, una tras otra, probandome cada una de las prendas que tenía, quería verme bien para el, pero tampoco quería q...

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¿En verdad estaba buscando algo en mi ropa que ponerme para verlo? Toda la ropa de mi armario estaba tirada en el suelo e iba en aumento, una tras otra, probandome cada una de las prendas que tenía, quería verme bien para el, pero tampoco quería que el lo supiera y fuese muy obvió, comenzaba a desesperarme

¿Que podría ponerme?

Mi única solución era ignorar el hecho que estaría con el. Ya que, conociendo a ese joven fotógrafo de sonrisa única estará siempre, incluso en ese momento que podía ser de ambos con Laura.
¿Porque tenia que estar siempre ella? No había momento del día que no los viera juntos, siempre era la misma cosa.

—¿Ya te vas? —. Dijo mi nana tras la puerta sonriente, sabia que me dirá algo por el gran tiradero que tenia pero no me importaba en este momento, solo tenia cabeza para pensar que en un par de minutos estaría frente a la casa de Ariel solo que había un pequeño problema... ¿Como se supone que llegaría?

Mientras caminaba son rumbo mi mano comenzó a temblar ¿Como llegaba? ¿Tendría que tomar un colectivo? ¿Cuanto tengo que pagar?

Tenía que llamarlo, llamarlo nuevamente...

El clima era tan frío, nublado los charcos del suelo aun no se secaban y a cada paso que daba podía sentir como mis tenis se mojaban.

—A... Ariel—. Dije en el momento en que contestaron la llamada, mi corazón latía a mil por hora ¿Que me diría? —¿Ariel?.

Pero el no fue quien contesto. Una pequeña y delicada voz salió llenándome de desilusión, era la voz de Laura quien respondió a la llamada ¿Porqué ella? Lo admitía yo quería que el fuera quien contestará, quería escuchar su voz sin importar sentir como mi mundo se movía.

—Podrias decirle a Ariel que... Que no se donde vive.

Estaba avergonzado, y al escuchar como le gritaba a Ariel me volvía mas nervioso, no sabía que pasaría y no podía escuchar lo que el gritaba, solo me quedaba esperar a que Laura dijera algo, y eso me hizo preguntarle si ella estaría para el mentó en el que yo llegara a su casa.

—Jack—. Dijo ella con voz nerviosa y con alegría contenida —Ariel ira a buscarte, dijo que fueras al parque que esta en contra esquina de la escuela.

¿El vendría? Colgué el teléfono después de un nervioso gracias ¿Que se supone que le diría? — ¿Hola Ariel, soy yo Jack y estudiaré contigo?—. Eso sonaría muy torpe, tenia que dejar de pensar en eso de una vez por todas o terminaría por volverme loco.

La lluvia comenzó nuevamente, llena de rapidez y en aquel parque no había algún árbol que pudiera servirme.

El parque no era nada mas que un gran jardín con uno que otro juego pequeño y semi oxidado, el césped estaba seco, sin vida y con grandes partes de tierra, con arboles viejos sin hojas y tan altos como un rascacielos, el lugar favorito de los alumnos del colegio para fumar su cigarrillo y sentirse maduros y rebeldes, nada mas que eso, un lugar para jóvenes inmaduros.

Estaba completamente mojado y no podía hacer nada mas que proteger mi mochila y mi celular ¿Cuanto tardaría el en llegar? Me vería mojado, eso me daba aun mas vergüenza, miraba por todas direcciones pero no había rastro de el, sólo se podía ver una que otra persona corriendo cubriéndose tras sus suéteres y a una chica con unos tacones largos que no le ayudaban mucho para correr, sus piernas se tambaleaban, era como percibir el nacimiento de un ciervo. no podía dejar de mirarla con una sonrisa en mi rostro, hasta momento en que sentí como algo caía sobre mis hombros alejándome del frió, era la sudadera de Ariel la que me cubría, una sonrisa deslumbrante se pinto en su rostro, podia sentir mis mejillas tornarse de un color carmesí, tenia su sudadera y sobre mi el paraguas que nos cubría a ambos.

El camino era tan silencioso, lleno de vergüenza e incomodidad, lo tenia cerca de mi, nuestros brazos rozaban con cada paso que dábamos, si miraba de soslayo podía ver sus perfectos ojos azules mirar al frente con una sonrisa incomoda.

—Tenga—. Dijo de la nada Ariel a una joven mujer, de no mas de veinticinco años con un pequeño niño oculto tras su pollera provocando que la lluvia me empapara de nuevo —Ya llegamos—. Dijo sin pararse del lugar donde estaba, mirando a una modesta casa, dos plantas, y de color café, exactamente iguales a las demás, lo único que cambiaba era ese jardín lleno de césped y un solo árbol, sin nada mas a su alrededor —Aquí vivo.

La manera en la que me miraba feliz me contagiaba provocando una en mi rostro.
La puerta rechinaba con forme la abría lentamente dejando ver a una joven castaña sentada en el sofá viendo el televisor, era Laura, no podía decir que me decepcionó el que ella estuviera aquí lo sabia de ante mano pero no contaba con que su madre estuviera aquí.

Issabella  Byrne es la madre de Ariel, de belleza incomparable y unos ojos tan azules como los de el, podías perderte en su mirada y jamas cansarte de mirarlos.
Su rostro lleno de preocupación con forme se colocaba una bata blanca, ella trabajaba como medico particular de la empresa de mis padres, ganaba bien, no sufriente para tener una vida no llena de lujos pero si cómoda, la manera en como ella nos miraba con esos mares que tenía por ojos comenzaba a incomodar y una postura rígida se apodero de ella.

—Vayan a cambiarse, cogerán un resfriado—. Esas fueron sus palabras antes de despedirse de un beso en la mejilla a cada uno, incluyéndome, no la conocía pero esa manera tan amorosa de ella era tan magnífica que estaría dispuesto a darme en adopción.

—Mjum—. Se escuchó —Yo me voy... Los dejare... Ya saben... Solos— la sonrisa de Laura me aterraba, sabia que entre ambos no pasaría nada, nada mas que la fastidiosa tarea de inglés, relación maestro alumno, o tutor y alumno, como le digan...

—Toma, creo que te quedara —. Dijo extendiendo su ropa, su aroma era... Dulce, mas dulce que el suavitel azul que mi nana solía poner en mi ropa, olía como a caramelo, como algodón de azúcar, olía a el.

Su ropa me quedaba un poco mas grande y el tenerle cerca me impedía concentrarme, sabia que decía algo relacionado con el verbo to ve pero no podía tomarle la importancia que merecía el tenerlo tan cerca era un gran distractor para mi y la manera en la que me sonreía aun más llenando mi estoma de miles de mariposas.

—Has ido a el zoológico me imaginó—. No sabia que tenia que ver el zoológico con el trabajo, pero no, la respuesta era no.

Mamá siempre estaba ocupada al igual que papá con el trabajo y mi nana no podía correr a todos lados detrás de mi, micho menos en el zoológico que es tan inmenso, sin contar que, con el nacimiento de mi hermana mucho menos.

—No.

—Vaya... —Dijo mirando el libro—. Necesitas hacer un ensayo sobre un animal del zoológico, tomarle fotos y una donde salgas tu—. Continuo hablando mostrándome un ejemplo con su ensayo sobre los felinos, todos los felinos que habitaban en el zoológico. —Ya se—. Tomo mis manos con rapidez, eran suaves y se adaptaban a las mías a la perfección —El trabajo es para el lunes, el fin de semana iremos—. ¿Me llevaría al zoológico? ¿Contaria como Cita? ¿Iremos solo nosotros dos? ¿Y si Laura se pega y nos acompaña?

Alejar esos pensamientos era mi prioridad a la par que le contestaba si.

Iría con el al zoológico. Quizá lo conozca mas ¿y si vamos sólo nosotros? Asentí enérgicamente con alegría conteniéndose por salir ¡Y ría al zoológico con Ariel!

Los chicos no se enamoran    #dampremios2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora