Estaba nerviosos, miraba las manecillas del reloj esperando que se movieran más rápido, pero estas se movían más lento de lo usual
Además las miradas constantes de Bravart era otro impulso para querer irme ya.
Cuando por fin fueron las 6:30 por poco salgo corriendo de ese lugar, no por que quisiera llegar temprano. Más bien para no tener que aguantar a mi jefe.
Pero para mi suerte -¿sales con alguien?- pregunto interrumpiéndome el paso
¿Qué te importa?
"Mi conciencia:
Ciel contrólate.
O rómpele la nariz, digo."
-algo así-
-¿un novio?-
Mis ojos se abrieron como platos, claro que no, por supuesto que no, pero talvez solo así me deje en paz.
-supongo que sería un ex novio- ni yo me creo lo que le estoy diciendo
El sonrió y me guio a la salida –talvez mañana quieras salir por un café- pone su mano en mi cintura- has trabajado bien en esta semana, debes celebrar-
Abre la puerta y me deja salir del edificio sin oportunidad de rechazarlo
Algo aturdido por lo que acababa de pasar.
Regreso la vista al frente y esta el auto negro que hace tiempo no veía, Bard está parado en la puerta del auto esperando
Camino al auto y el me abre la puerta, giro un poco y miro a Bravart el cual con una sonrisa se despide.
Entro en el auto y con un rostro de pocos amigo se encuentra Sebastian Michaelis, con un traje oscuro, una camisa con el cuello desabrochado color blanco sin corbata.
Con sus ojos carmesí me analiza, parece esperar algo.
-no has comido- afirma- ¿desde cuándo?-
Blanqueo los ojos e ignoro su comentario.- como estas hace tiempo que no te veo-
-contesta-
Me cruzo de brazos- no sabes cuánto deben amar tus bienvenidas-
Wow apenas nos vemos 5 segundos y ya estamos peleando, grandioso.
-solo me preocupas- suaviza su tono
Bard se sienta en el puesto del conductor y arranca el auto.
Miro por la ventana y mi mirada se cruza con la de Bravart.
-¿Quién es el?-
Bien, pelea por la comida, pelea por los celos, incluso llega a hacerme gracia.
-tranquilo tigre-me rio- es mi jefe-
Suelta un suspiro de alivio-y sobre la comida- vuelve el burro al trigo
-no es tu asunto- respondo secamente
-claro que lo es, ahora dímelo-
Que frustración, pero hace caras tan divertidas, que no puedo concentrarme en mi enojo.
Pero aun así es frustrante, ignoro su pregunta y me quedo en silencio
El niego tas un suspiro –no hagas eso-
Bueno y de quien crees que es la culpa.
Y llega ese momento en que dos personas deben hablar de algo, pero ninguna tiene la intención de decir algo.
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50 Shades: Games In The Dark
RandomOscuridad. -¿Bailas?- extendió su mano Sus ojos carmín resaltaban detrás de su mascara color negro. -¿volviste?- mordi mi labio inferior y tome su mano dando un paso adelante. Poso su mano en mi cintura y me apego a su cuerpo. Acerco sus labios a m...