Angela.

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-Angela. –dijo mi madre- Que no se te olvide, en dos semanas.

No sé de qué está hablando pero no se me olvida.

Mi mamá y mi hermano se levantaron de la mesa, acabábamos de tener una de esas "pláticas familiares" donde siempre me pierdo y me pongo a pensar en otras cosas de la vida. ¿Qué más da?

Subí las escaleras y fui al cuarto de mi hermano.

-Hey, corazón -dije y entré- ¿Quién es el hermano más inteligente del mundo?

-¿Necesitas paro, verdad?

-Algo así. ¿Qué no se me tiene que olvidar en dos semanas?

-Que mamá va a salir de viaje y la tienes que llevar al aeropuerto.

-Va, gracias -dije y salí.

Es normal que mi mamá salga de viaje, de hecho, esa es la razón por la cual mi hermano y yo no vivimos en otro lugar, el 85% del tiempo mi mamá no está y cada quien está en lo suyo, es como si estuviéramos solos.

Y aún así, si comprara algún lugar para mí sola, mi mamá pasaría todos los días ahí, supervisando que no deje la escuela, que no haga estupideces, que no me la pase fumando, haciendo fiestas, comiendo porquerías, en fin, supervisándome y me estresaría demasiado, todavía nos trata como niños pequeños y no lo soporto.

Básicamente, todos los días estaría: Angela, no hagas. Angela, haz. Angela, yo no entiendo que pensaste. Angela, hubieras. Angela, esto. Angela, aquello. Y podría dar mil ejemplos más, pero me llevaría toda una eternidad.

Por ahora, no necesito mudarme, lo único que necesito es mi cigarrillo y a Pete Wentz.

Sinceramente, la nicotina me ayuda a desahogarme de todos los problemas que tengo con mi mamá, es obvio que chocamos mucho porque no se toma el tiempo de entenderme. Pero da igual. Así es como soy y nunca voy a cambiar.

Angela •l.p•  EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora