33. Estás En Mi Mesa

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Alguien tocó la puerta de mi cuarto. Me quité las cobijas de encima y salí de mi cama. Atendí la puerta y ahí estaba de nuevo. La silueta.

Entró a mi cuarto, comenzó a ver mis muebles, las fotos que tenía, algunos diplomas y comenzó a hablar. No entendía nada de lo que decía, era una mezcla entre latín, sueco y árabe. No sé por qué lo sé.

Estaba bastante frustrada porque no tenía entendía ni un carajo de lo que estaba pasando.

(...)

Desperté, mi respiración estaba algo agitada. Tomé el celular y ví la hora. 5:52am. No lo entiendo. ¿Por qué estos sueños volvieron?

Me senté y subí mis rodillas, apoyé mis codos en ellas y luego sujeté mi cabeza. De verdad no lo entendía.

Sobre todo, ¿Qué iba a hacer el resto de la mañana? No podía volver a dormir después del susto que me llevé, mis manos seguían temblando.

Observé las fotos que tenía guardadas en la galería del teléfono. Tenía muchas, la mayoría eran inservibles.

Borré las que no necesitaba ni necesitaría en mi vida. Puntajes de juegos, memes sin gracia, animales no tan tiernos, cosas de ese estilo.

Soy una chica con tatuajes y perforaciones pero eso no significa que no me pueden gustar los animales tiernos.

Son tan tiernos que no los puedes ignorar, pero ese no es el punto.

Pasaba por algunas fotos y me encontré con la primera que me tomé con Harry. No fue el día que me bañé en su casa, eso era seguro.

Fue cuando me pidió ser su novia. Uno de los meseros de Nando's nos tomó una foto con el celular de Harry y luego él me la pasó.

Seguía viendo fotos, me daba un beso en la mejilla, nuestras manos se entrelazaban, algunas que yo tomé sin que se diera cuenta, todo era realmente increíble con él.

Lo extrañaba, extrañaba su voz, el olor de su loción, sus abrazos, sus besos, su risa. Extrañaba el simple hecho de mencionarlo.

Sentí algo muy extraño dentro de mi. Todavía no había superado a Harry del todo, tenia miedo de algún día olvidarlo, pero sentía que ya no podía tener tanta importancia en mi vida.

¿Cómo podrá? Tengo un novio que piensa que no es más que una pérdida de tiempo.

Harry había sido una persona exageradamente importante, al menos para mi lo era y me frustraba que Liam no lo entendiera.

Fue mi primer novio verdadero, no como el que tuve que inventar a los 13 para que mi mamá me dejara de molestar.

Se llamaba Austin y era domador de catarinas. Si hubiera sido domador de tortugas tal vez se la hubiera creido.

Pero digo, tenía 13. Iba en 7º grado, era pequeña, joven y muy tonta.

Bueno, sigo siendo pequeña, joven, pero no tan tonta. O tal vez si...

En fin, fue mi primer novio, la primer persona que me hizo sentir especial a los pocos dias de conocernos, la persona que me presentó a sus familiares con la alegría del mundo, se sentía muy orgulloso de mi hiciera lo que hiciera.

Lo amo, pero no de la misma manera que amo a Liam.
Pasaron unas horas y mi estómago me estaba matando.

Silenciosamente bajé a la cocina, tomé el cereal escóndido hasta atrás de la despensa y subí.

-La chica ya no comparte cereal -dijo Rachel saliendo de su cuarto y espantándome

-¿Dios, me quieres causar un paro cardiaco? -dije y le di un leve golpe en el brazo.

-Oh, lo siento. Sólo quería saber como sentiste la cena ayer.

-Estaba rica

-Me refiero a Liam

-Ah. -Suspiré- No lo se, bien, supongo.

-Oh, bueno

Rachel terminó de hablar y ambas nos metimos a nuestros cuartos.

No me extrañó la curiosidad de Rachel, le importo y le importa Liam, es bastante normal que quiera enterarse hasta del más mínimo detalle.

Sí, las personas la consideran chismosa y lo es, orgullosamente chismosa, pero así la quiero.

Si he aprendido algo viviendo con ella es esto:

Cuando las personas te preguntan es porque son chismosas y/o se preocupan por ti, cuando le preguntan a alguien más es porque solo son chismosas.

Pasaron unas horas, tomé una ducha, me puse unos jeans, un suéter y zapatos. Tenía un antojo de helado que tenía que comer uno o iba a morir.

-Mamá, iré por helado -avisé

-Pero son las 11:30 de la mañana

-Nunca es mal tiempo para un buen helado

Caminé hacia la heladería, compré uno de mandarina y me senté en una de las mesas a comerlo.

Pasaron unos minutos y una maldita voz me recordó mi propósito en el mundo. Bueno, no tan así pero realmente supe que tenía que hacer algo al respecto.

-Mira a quien tenemos aquí -dijo- Nada más pero si mucho menos que la pequeña Angela

-¿Te puedo ayudar en algo, Alex?

-En realidad si, podrías moverte, estás en mi mesa.

-Hay 7 mesas disponibles, lárgate a alguna de esas.

-Yo quiero esta mesa, es mi mesa.

-No veo tu nombre en ningún lado

-Escúchame maldita zo...

-No te tengo miedo -interrumpí

-Pues deberías, tu novio anterior murió, sería una lástima que pasara lo mismo con el actual.

Angela •l.p•  EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora