Capítulo 1

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Ver a Ranpo abrir los ojos de par en par con una historia no era algo que pudiese verse todos los días. Atsushi repitió la historia una y otra vez para ayudar al detective a averiguar la verdad tras su pequeño problema, literalmente, pero este estaba tan impresionado con dicha historia que se había quedado sin palabras, Atsushi que había estado presente tampoco podía creerlo y ni mucho menos sabía cómo definir aquello.

¿Increíble?

¿Imposible?

No hay excepciones, se repetía una y otra vez en la cabeza.

Escuchó a Ranpo gritar un nombre que debido a los pensamientos que ocupaban su mente ni si quiera pudo escuchar. La puerta se abrió y Kunikida entró seguido de un pequeño niño asustado. Este parecía temer a todo y todos los que se le acercaban y la expresión en su rostro solo dejaba claro que no quería que nadie se acercase y que nadie le hablase. Cuando Atsushi se fijó en él se dio cuenta de que al fin llevaba ropa de su tamaño, ropa pequeña y perfecta para un niño de ¿Tres, Cuatro años? Ni si quiera podía afirmarlo con seguridad.

Ranpo salió de detrás de su escritorio y se agachó para estar a la altura de aquel niño del cual no podían afirmar cuál era su edad pues por lo poco que sabían de él siempre había sido demasiado alto para su edad. Su cabello castaño no había cambiado en lo absoluto e incluso ahora tenía la misma forma.

—Así que...—Murmuró Ranpo con una ligera sonrisa en sus labios— eres Dazai.

El niño asintió y retrocedió un paso alejándose del detective mientras que Atsushi no dejaba de preguntarse una y otra vez ¿Cómo diablos pudo pasar? No hay excepciones en el poder de Dazai ¿Cómo pudo aquel loco convertirlo en un niño?

—Bien Atsushi, vuelve a contarme que fue lo que ocurrió.

Suspiró y sin quitar la vista del niño que parecía incómodo y que evidentemente no quería estar ahí comenzó a narrar de nuevo su pequeña aventura que había trascurrido unas horas antes.

Les contrataron para recuperar cierta información que bajo ningún concepto podía acabar en manos de la mafia, ni de nadie. El Jefe que había estado allí cuando les contrataron fue quien envió personalmente a Dazai, a Kunikida y a Atsushi a dicha misión.

—Entramos en una especie de laboratorio, Kunikida y yo estuvimos buscando los papeles que necesitábamos y mientras Dazai-san estuvo mirando todos los brebajes que había en aquella sala y preguntó una y otra vez si moriría sin dolor al beber algo de lo que había allí.

Atsushi mencionó la fuerte explosión que hubo en aquella sala y como los agentes de la Port Mafia entraban uno tras otro en el pequeño recinto.

—Dazai se rió de ellos y les dijo que se habían equivocado de sala, que nosotros tampoco encontrábamos los documentos, ellos no le creyeron.

—Evidentemente —Añadió Ranpo.

—Pero lo cierto es...que Dazai-san sí que los había encontrado, una serie de planos y una documentación que había estado memorizando por si les ocurría algo a dichos papeles.

—Entonces fue cuando ocurrió la pelea —Ranpo quien ya había escuchado esa parte demasiadas veces trató de acelerar la explicación—Derrotasteis a todos los agentes y apareció el hombre de la bata.

—Y dueño de la información.

Atsushi, Kunikida y los pocos miembros de la Port Mafia que quedaban conscientes se quedaron callados cuando aquel y alto hombre se posicionó tras Dazai, le paso el brazo alrededor del cuello y con sus dedos índice y corazón apuntó sobre el cuello de Dazai, como si su mano formase una pistola.

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