Sophia, iba de un lado a otro repartiendo galletas y café, junto con las abuelas de Altair, ya que habían decidido velar a Juliette en su casa, solo con las personas más cercanas y familiares.
A pesar de ser un velorio relativamente pequeño, se podía notar el aprecio que le tenían a la esposa de Alexander; Cassandra y Olivia estaban siendo consoladas por Massimo ya que Enzo estaba tratando de hacer reaccionar a su padre, que estaba ido mirando hacia la nada.
A ella quien más le preocupaba eran Altair y su padre, más el señor Salvatore que se había encerrado en la habitación que solía compartir con su mujer.
Daba gracias a la abuela paterna de su novio que lo había hecho entrar en razón para que se bañara y bajara al funeral, ya que no escuchaba razones de nadie, ni siquiera de ella.
Estaba consiente de lo mucho que le dolía al chico perder a su mamá y se odiaba a si misma de no poder encontrar las palabras adecuadas para confortarlo.
Ella nunca había pasado por algo así, aún con todo el aprecio que llego a tenerle a su suegra no podía ni siquiera comparar el dolor que Altair estaba sintiendo en ese momento.
De repente lo vio bajar: llevaba un traje negro y tenía una mirada perdida, al verla arrebato bruscamente la bandeja que tenía en las manos.
—No deberías estar cargando esto.
Sophia se asustó pero se apresuró a contestarle— Solo trataba de ayudar.
Él se dio cuenta de su error, por muy dolido que estuviera sabía que su novia no tenía la culpa, pero sentía tanto miedo... ya había perdido a su madre, no soportaría perder a más personas.
—Lo siento —trato de decir otra cosa pero no le salían las palabras, se sentía demasiado acongojado, afortunadamente su abuela acudió al rescate.
—Cariño ¿has visto a tu padre?
Él negó preocupado— ¿No ha bajado?
— Tu abuelo tuvo que convencerlo para que se diera un baño y se cambiara de ropa —le dijo visiblemente preocupada la señora.
—¿Quieres que vaya por él?
La mujer lo considero pero descartó la idea, Altair aunque fuera un calco de su padre, muchos gestos los había heredado de Juliette y el solo recuerdo de la nuera (aunque fuera en similitudes) iba a lastimar aún más a su hijo.
—No te preocupes —le sonrió—. Le diré a tu tío y a tu abuelo que vayan a buscarlo, los veré en la sala.
A la sola mención del lugar Altair se tensó, no había podido ver a su madre desde que le dieron la noticia de su muerte, prefería recordarla en sus buenos momentos y no como un cuerpo sin vida.
Otra razón poderosa por la que no quería entrar era porque odiaba que las personas lo miraran con lastima (aun siendo familiares) ya que eso no le devolvería la vida a su mamá.
Realmente solo lo hacía sentir peor, ¿No podía simplemente pasar su duelo a lado de su papá y su chica?
Iba a seguir divagando sobre si entrar o no cuando sintió una cálida mano envolviendo a la suya, era Sophia, quien tomaba su mano para dirigirla a su vientre como diciendo "Estamos aquí para ti"
ESTÁS LEYENDO
Somos tres
RomansaSophia y Altair están en un grave problema: en menos de nueve meses serán padres y no tienen ni la más remota idea de como cuidar a un bebe. Ahora deberán enfrentarse a sus inseguridades y miedos para decidir que es lo correcto... mientras afronta...