[EunHae] REENCARNACIÓN DE UN AMOR FALLIDO

Capítulo 22. "Juntos una vez más"

--Hyukkie—susurró Hae, deteniendo su llanto—No me abandones...

Un cálido calorcito fue esparciéndose por el corazón del rubio tras aquella petición. Hyukjae apretó con fuerza al castaño contra su pecho, olvidando todo lo que les rodeaba, olvidando que el frío les entumecía los huesos y que alguien esperaba por ellos en casa. Detuvieron sus pensamientos y dejaron de razonar si estaba bien o mal esto, si se odiaban o se atraían, si eran compatibles o no. Todo, absolutamente todo dejo de existir cuando el corazón de cada uno latía con emoción, cuando sus manos sudaban de nervios y su alma era liberada de una carga que ellos, hasta el día de hoy, eran conscientes que llevaban soportando.

Hyukjae se permitió liberar sus lágrimas. Se sentía tan unido al castaño, tan cerca de él, unidos por una magia que era posible ver la forma de un cuerpo completo uniendo dos almas. Y si era cierto, este pequeño momento no solo estaba uniendo a Hyukjae y Donghae, también unía a dos almas que años atrás se habían desprendido y pasado años buscándose y anhelándose volver a verse, tocarse y amarse.

Spencer sostenía a su pequeño Aiden tras años en su búsqueda. Volvía a degustar sus exquisitos y adictivos labios. Sus miradas, nuevamente, llenas de amor y añoranza se encontraron en ese preciso instante. Fue mirarse y gritarse en silencio cuanto se amaban ¡Cuánto se habían extrañado! Se abrazaron tan fuerte, como si temieran que una vez más alguien se presentara ante ellos y los separara.

Las hojas de los árboles que les rodeaban comenzaron a mecerse en una danza más lenta, calmante para sus desenfrenados latidos. El ambiente tornándose cálido y dulce, aun de noche se podía escuchar como un murmullo en la oscuridad a los pajaritos cantando llenos de alegría al ser testigos de tal enlace; los gatos callejeros chillaban y los perros aullaban al espacio vacío e infinito al ser ellos testigos de la presencia de dos almas más, sintiendo su energía explosiva por su unión y una exquisitez de deseo por ese amor que los rodeaba.

En el momento en que Spencer tomo a su pequeño Aiden para darle un giro hasta dejarlo de espaldas a él y abrazándolo por la cintura, regalo pequeños besitos tiernos en su nuca. Aiden sonrió, uniendo sus manos con las de su amor y ambos, en silencio y atentos, miraron más allá de los chicos que eran los dueños de sus almas, miraron hacía la escuela de donde una luz violeta que venía del jardín trasero la iluminaba. Miraban como un pequeño remolino se creaba dentro de los destellos violetas. Sonrieron al saber que era y, lentamente, volvieron sus miradas a sus chicos.

Donghae estaba dejando atrás sus sollozos con las caricias de aquellas manos que, ahora estaba seguro sería ya incapaz de dejarlas atrás. No podía siquiera pensar en no volver a sentirlas sobre alguna parte de su cuerpo. En este instante quería poder detener el tiempo para tratar de dejar esas calientes y delgadas manos que lo acariciaban entre su ropa, calmando su llanto. Se pegó un poco más al rubio sintiendo como sus manos lo acercaban más.