Capítulo 14. "Del raro al malo"

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Su mirada prendada de Donghae estaba cargada de curiosidad y de intención de hablarle pero el castaño no le daba esa oportunidad, si quiera de rozar un poco brazo con brazo. Sentados en el mismo pupitre pero con una distancia establecida por Donghae, donde entraba el dichoso dicho: "Tan cerca pero tan lejos a la misma vez"

Las palabras del líder Kangin aun resonaban en la mente del castaño, más como un grito cuando sentía al rubio tratando de pegarse un poco más a él. El aroma de la colonia del rubio llegaba hasta sus fosas nasales, inundándolo de ese aroma dulce y suave, perfecto para alguien como Hyukjae, pensó. Sabía lo que tenía que hacer, estaba muy claro pero la pregunta era ¿Podría hacerlo? Cuando por algún motivo no soportaba mirarlo ni estar cerca de él. Su corazón le pinchaba cuando lo miraba de reojo o cuando lo sentía muy cerca de él. Incluso dolía más que las marcas de sus muñecas.

El vacío de su corazón se estremecía con la cercanía de Hyukjae, arrullaba al rubio en ese vacío, queriendo llenarlo pero Donghae negándose a ceder. Hyuk le daba miedo sin razón alguna, no es como que se viera un chico malo o un fantasma persiguiéndolo. No. Claro que no. Pero era su mirada perdida, llena de nostalgia y tristeza, el aroma de su dulce colonia, el aroma natural de su piel, su voz ronca pero baja, era todo de él lo que le atemorizaba, que le ponía la piel de gallina con solo mirarlo.

Y ahora sabía que no podía escapar o entonces lamentaría desobedecer las órdenes de Kangin. Sabía lo que pasaba si alguien no cumplía con los caprichos del fuerte y machi Kangin y él no tenía ganas de vivirlo, no ahora. Pero entonces se dio cuenta que no había salido limpio, de una u otra forma sufriría quizá no tendría los golpes del grupo rebelde de la escuela pero si los golpes mentales y sentimentales que inconscientemente el rubio le daba desde su llegada. No había salida para salvarse del dolor. Total, pensó rendido, ya estaba acostumbrado a sentirse para confirmar que continuaba vivo.

Frente a él y fuera de la ventana los árboles se mecían con el soplo del viento, causando que sus hojas cayeran en una suave lluvia. En el patio se encontraban los chicos que se saltaban la clase para jugar y reír como si su vida estuviera llena de dolor y no solo del gris como lo era la vida de Donghae. Donghae podía sentirlo aun en la distancia que ponía, podía verlo aunque fingiera que no. miraba como el rubio mordía su lápiz mientras su mirada se perdía en poner atención al profesor, sus labios jugueteando con el objeto entre ellos, de forma que pareciera una suave caricia. Antes de que su compañero se percatara de su atención regreso su mirada a la ventana y el patio estaba solitario y silencioso, los chicos que jugaban reían habían desaparecido. Sólo quedaban las hojas meciéndose de un lado a otro por el piso del patio. Una solitaria lágrima cayó de su lado izquierdo, mojando su mejilla ¿por qué? Se preguntó cuándo rápidamente se la limpio con la manga de su playera negra antes de que alguien se diera cuenta. Sentía mucha tristeza en su corazón, era incluso más de la que sintió al perder a su madre o al llegar a casa y encerrarse a dañar en su habitación, era una profunda y desgarrante tristeza que el rubio le provocaba y eso le daba miedo, mucho miedo, tanto que quería salir corriendo de aquel lugar que lo sentía asfixiarle, sacándole el aire de sus pulmones pero no era como si pudiera huir, pues era en aquel momento cuando el timbre de finalización de clases le dijo que tendría que prepararse para que el día de mañana fuera "Donghae-el niño bastardo al que hay que respetar" por un tiempo dejaría al "chico raro" y los alumnos dejarían de molestarlo para unírsele y molestar ahora al rubio y ser él quien tomara su puesto como "El chico raro al que intimidar"

Salió sin esperar a nadie y no importándole nada, corrió por los pasillos en busca de aire. Como lo pensó nadie se interponía en su camino, nadie le empujaba y ninguno le ofendía. Al salir del colegio miro hacia atrás, las rejas del colegio y los chicos saliendo caminando entre amigos charlando y riendo, supo cuando llego a la salida y no sintió las miradas de burla, los empujones a propósito y las palabras hirientes, que Kangin ya había puesto sobre aviso a los alumnos y que ahora él pasaba a ser, por tiempo indefinido, parte del grupo de Kangin. Él ya no sólo sería cuando estuviera con ellos, no, él sabía que ahora estuviera o no con ellos, los alumnos lo respetarían, pero a qué costo sería aquello, por mucho miedo que le diera el rubio, no quería dañarlo, no a él. Dejo de pensar y volvió a caminar lentamente, colocándose sus audífonos y perdiéndose calles abajo, camino a casa; su solitaria, fría y silenciosa casa, donde la navaja reposada bajo su almohada lo esperaba y las cortinas negras tapaban los ventanales de su habitación arrullándose en su espera para calmarse y estar tranquilas mientras él llorara y se lastimara.

[EunHae] REENCARNACIÓN DE UN AMOR FALLIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora