Capítulo 10

66 2 0
                                    

Al siguiente día, estábamos desayunando en nuestras camas, Eve salió a comprar algo y regresó rápidamente.         -Hace tanto frío... Afuera hay un oso polar que murió congelado por el frío- dijo Eve entrando con una bolsa.      -Qué trajiste?- preguntó Sebastian.             -Algo que de seguro ya se congeló- respondió, nos levantamos de la mesa y nos acercamos a él, colocó la bolsa sobre una mesa y la abrió.        -Son bizcochos- dije.      -Y rellenos de crema de fresa-       -Se ven deliciosos-         -Prueben- ofreció. Los tres comimos bizcochos acompañados con tasas de té.

Salimos a pasear, se miraban algunos rayos de sol, íbamos de tienda en tienda, comprando cosas y tomándonos fotos.      -Sebastian, no crees que compraste muchas cosas?- dijo Eve.      -Es mejor tener muchas cosas que ninguna- respondió. Tomábamos fotos a lugares bonitos.       -"Entremos a esa dulcería"- dijo en español, lo seguimos.        -"Ya tienes suficientes dulces"- dijo Eve también en español. Porqué yo soy el único que no sabe ese idioma?        -"Oh, he visto esos dulces en la televisión, y esos, y estos. Disculpa, señora, quiero llevarme uno de cada uno, por favor"- dijo Sebastian, su rostro se había iluminado como el de un niño al entrar a este lugar.

Eran las 6:00 de la tarde cuando regresamos al hotel, cargados de bolsas, y todavía Eve y yo ayudábamos a Sebastian a cargar las de él.        -Finalmente llegamos- dijo Sebastian, entramos a la habitación y nos dejamos caer en el sofá.        -Estoy agotado- dije.      -Yo igual-       -Bien, algo más que quieran hacer?- dijo sonriendo.       -Cómo es que no estás cansado?- le dijo Eve.       -Estoy más lleno de energía que ustedes. Mírense, son más jóvenes que yo, y ya están cansados- dijo.      -Quizás porqué tuvimos que cargar tus bolsas también-         -Yo apoyo a Eve- dije.       -emm... Quieren libro o no?- dijo Sebastian.      -Los veo después, bajaré al restaurante para cenar- dijo Eve y salió de la habitación.        -Tu también quieres ir a cenar?- me preguntó Sebastian.       -No, gracias, no tengo hambre-.       -Yo tampoco- dijo.

Caminé hasta la recámara, las persianas estaban cerradas, encendí la luz de una lámpara, y de repente sentí unos brazos que rodearon mi cintura. Oh oh, esto es malo. Era Sebastian, recargó su cabeza sobre mi hombro, podía sentir su cálida respiración, y no me soltaba.     -Se-Sebastian, por-por favor- dije nervioso.        -No te pongas nervioso, todo está bien- dijo en mi oído.        -Pero, porqué a mi? Porqué me escogió?- pregunté.      -Desde esa noche en la fiesta de premiación, cuando nos presentamos, sabía que no eras igual al resto, entonces en ese momento, me di cuenta de que eras lo que siempre había querido- dijo suavemente.        -Es, en serio?-        -Totalmente- dijo. Besaba mi cuello de una forma suave, quería alejarlo, no quería caer en la tentación, pero... me dejé llevar.

Me recostó en la cama, su cuerpo estaba sobre el mío, me besaba, con su lengua abrió mi boca, todo se sentía bien, luego se separó de mi.        -Quiero que uses algo- dijo, de su maleta, sacó un antifaz para dormir color negro.        -Te noto muy nervioso, así que úsalo- dijo, me lo colocó, y si, me sentí menos nervioso, ahora sólo iba sintiendo. Sebastian siguió besándome, pasó por mi cuello, luego subió mi camisa hasta quitármela, besó por mi pecho hasta bajar, desabrochó mis pantalones y los bajó junto con mi ropa interior. Sentí sus manos en mi polla, estaban tibias, luego sentí que lo metió a su boca, era un sentimiento placentero, gemí.           -Sebastian- murmuré, luego sentí que ya no estaba él, quizás se quitó la ropa, rápidamente volví a sentir sus manos, sus labios besándome, me quité el antifaz y lo miré a los ojos, se separó de mi, mirándome a distancia, sus manos apoyadas en la cama, su cuerpo sobre el mío, lo besé, y pasé por su cuello, por su pecho, jugaba y besaba sus pezones.       -James- gimió, volví a sus labios para besarlo, un beso de lengua. Me volvió a poner el antifaz en los ojos, sentí que me volteo a boca abajo, extendió mis brazos y puso sus manos sobre las mías entrelazando los dedos. Sentí como metía su polla por mi culo, al principio dolía, pero llegó a un lugar donde todo el dolor se volvió placentero, como si hubiera presionando un botón.       -James, te quiero- me dijo al oído, yo gemía al igual él. Luego me volteo a boca arriba, levantó mis piernas y me la siguió metiendo.         -Sebastian- dije entre gemidos.          -Es una pena que nadie nunca te verá así. Este lado tuyo es sólo para mis ojos, para mi, sólo yo puedo verte así- dijo, pero todo se sentía tan bien, siguió metiendo su polla dentro mío, hasta que...

Mientras Inglaterra duerme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora