Aún recuerdo todo como si hubiera sido ayer. Tal vez pienso que soy un mal agradecido…
Mi madre era una mujer con un corazón gentil y siempre vivía ayudando a todos los demás.
En el orfanato, los demás niños me trataban mal por mis colmillos puntiagudos y mi instinto salvaje, pero un día, me llamaron a la sala de asesoría, donde todos los niños iban cuando eran adoptados. La administradora, que me trataba como un animal salvaje que debía ser eliminado, estaba hablando con una señora de 40 años, con el pelo castaño claro y corto hasta los hombros. Al lado de tal señora, se hallaba un niño de más o menos 8 años, que se escondía detrás de las piernas de su madre.
-¿Está completamente segura de que quiere adoptar a este niño?- Dijo odiosamente la administradora- ¿Tiene en cuenta que tiene 10 años y rasgos físicos y psicológicos extraños y no identificables?
-Si si si, tengo en cuenta todo eso y aún quiero adoptarlo- Dijo la señora. Tenía una voz dulce, como de una abuela que consiente a sus nietos- Alan necesita un hermanito urgentemente.
Instintivamente y sin poder evitarlo, emití un gruñido a la señora, enseñando mis colmillos. La administradora se exaltó e hizo un ademán con la mano: unas cuerdas se ataron en mis muñecas, en mis tobillos, en mi boca y en mis ojos. Perdí el equilibrio y me caí en el suelo
-¡Oh nonono señorita! No es un animal salvaje, por favor- Dijo con compasión.
La administradora a regañadientes me quitó las cuerdas. Nunca nadie había abogado por mí, y menos, pedir que me quitaran las cuerdas…
-Roman, de a partir de ahora seré tu madre adoptiva.
No me esperaba que me soportara tanto tiempo una extraña señora (Ni me habían soportado mis propios padres y me abandonaron a mi suerte apenas a los 3 años). Lo que sí se es que me tenía mucha paciencia en cuanto a la educación de leer y escribir, ya que se me hace muy difícil prestar atención y aprender.
Después de que Alan había cumplido sólo 12 años y ya yo tenía 14, nos hicieron hacer el curso de preparación mágica para entrar al S.C.A. Me tuve que esforzar de sobremanera porque no se me daban mucho los dotes mágicos debido a mi poca reserva de energía, pero al final pude aprobar el taller.
Alan se volvió un chico muy apegado a mí. Cualquiera que nos veía pensaba que éramos hermanos de sangre, pero siempre se preguntaban por qué yo tenía el cabello negro y los ojos grises y Alan tenía el cabello castaño claro y ojos verdes… Obviando la parte de las preguntas entupidas e innecesarias que me hacían: “¿Por qué tienes colmillos tan sobresalientes?” “¿Eres alguna especie de vampiro?” “¿Para que los usas?”.
Alan y yo salíamos juntos, comíamos juntos (si yo no comía, pues él tampoco), íbamos a los talleres de moderación y de preparación mágica juntos y hasta entramos a pequeños grupos para jugar Batalla Bendings… Cuando Alan se raspaba o se golpeaba, lo lamía con mi saliva especial (era muy a menudo).
Aún después de todo el afecto que me brindaban y toda la camaradería que tenía con Alan, mi corazón seguía hecho de hielo sólido, que sólo sentía el dolor punzante del abandono… Pero, sin embargo, Alan Fortemberry me hacía dudar sobre eso.
Él es un chico que insiste mucho cuando las cosas no se le dan, pero así lograba muchas otras cosas: lo intentaba, lo intentaba y lo volvía a intentar… ¿el resultado? Siempre lo lograba.
Las cosas eran muy diferentes y podría decirse que me sentía “feliz” por la familia que tenía… Pero la felicidad no dura para siempre…
El invierno dominó mi corazón.
Un día, en un pequeño viaje familiar, nos emboscaron unos bandidos: Atacaron tan rápido que no pudimos reaccionar y nos vendaron los ojos.
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†Maleficio†
Novela JuvenilMax Taylor es un jóven de 15 años, indiferente y un poco aburrido. Ha tenido pesadillas horribles que lo despiertan cada noche y poco a poco son más recurrentes y más claras, pero eso no es todo... Empieza a experimentar sucesos extraños en su vida...