Departamento 813 [Rin x Len] [Miku x IA]

Trece: Chica de Hielo

- ¿Me vas a dejar en paz o que?

Miku dio una negativa y siguió caminando a su lado, desde que habían salido del aula se había empeñado en acompañar a la menor a su clase.

- No hasta que lleguemos a tu clase.

- ¡No soy una niña! Puedo ir sola.- bufo.

- Es por cortesía nada más, a parte me caes bien y perdí mi clase. No tengo nada que hacer.

Miku observo a la otra chica y esta soltó aire, rendida. Pero no dijo nada más así que se dejo acompañar.

- ¿Ahora me vas a decir que te había pasado?.- pregunto.

- No, ya te lo dije; no hablo con desconocidos.

- ¡No lo somos!¡Te dije mi nombre!

- ¿Y eso te hace una conocida? No.

Desde que se habían conocido Ia  demostraba tener un carácter bastante pesado y borde, al principio Miku pensó que era solo por desagrado hacia ella pero luego llego a la conclusión de que era así; Fría y borde. Dicen que los corazones fríos necesitan gente cálida y quizás por eso Miku se sentía tan intrigada, hasta un poco atraída, por la chica ojos de hielo.

- Pero que dura!.- exclamo.

- Si, si. Mucho ¿Ya me dejas en paz?

- Nop

Miku suspiro, definitivamente aquella chica tenia un carácter con poco tacto.

Cuando llegaron a la clase de la menor no sé despidieron, simplemente se miraron y la chica entro cerrándole la puerta en la cara.

- ¡Maldita niñata!.- pensó, aquel gesto la había sacado de sus casillas.- ¡Que descortés!¡Mal educada!¡No le vuelvo a hablar en la vida!

Entre miles de pensamientos molestos hacia la chica Miku fue interrumpida por una voz ya conocida.

- ¡Oye desconocida!

Miku se giro, incrédula.

- Gra-Gracias.

Y tan fácil como vino se fue.

Miku siguió mirando la puerta y por un momento pensó ver calidez en esos ojos tan fríos.

***

Rin había tomado sus vieja baquetas y dio un pequeño toque en la caja, su sonido la hizo sonreír. Se sentó en el banquillo y comenzó a tocar, al principio totalmente desconfiada e insegura pero con el pasar de los minutos fue tomando confianza incluso permitiéndose cerrar los ojos púes sus manos conocían perfectamente la melodía. En ningún momento necesito la partidura. 

Una, dos, tres...siete...diez...doce canciones fueron las que toco y se levanto una vez que estuvo totalmente sudada y agotada. El cabello comenzaba a estorbarle así que cuando fue atarlo se dio cuenta de que lo traía más largo de lo que le gustaba.

- Quizás deba cortarlo.- comento mientras se retorcía un mechón.

Justo en ese momento entro su hermana a la casa, cuando se quizo dar cuenta había oscurecido. Miku se detuvo en seco al verla.

- ¡¿Tu estas loca?!.- le grito.

- ¿Que?

- El conserje de abajo me dijo que al menos seis vecinos habían ido a reclamar por el ruido.

Rin alzo una ceja extrañada y luego cayo en cuenta de que el departamento no estaba aislado por lo que si tocaba con la fuerza en la que lo hizo todo el piso podría oírla.