Parte 28

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No sé que me está pasando pero yo no soy así, nunca había sentido lo que esta mujer me está haciendo sentir, nunca había tenido ganas de matar a alguien por cómo queda viendo a mi pareja, y ese es el caso, ella no es mi pareja, y eso me molesta, al no ser nada mío no puedo hacer nada al respecto, no puedo meterme en su vida ni decidir por ella, talvez es la tensión que me causa como hombre y no poder desahogarme, nunca antes había tenido necesidad de controlar mis deseos, si la hago mía tal vez se me pase, o tal vez empeore y no puedo arriesgarme, estamos mejor así, cuando esto se acabe cada quién con su vida, este capricho se me va a pasar.

Mi mente da mil vueltas en el asunto, ¿Por qué me está pasando esto con Alex? No es mi tipo de mujer... ¿O talvez si? Creo que no, es muy enojada, pero... es inteligente, humilde, una comedia en persona, nunca me había reído tanto con una mujer, es sencilla y bella, es... única. Llevo como una hora y mi mente no para de pensar en ella y el tal Paul, sólo de imaginármelos juntos me hierve la sangre. Tengo que averiguar qué es lo que le gusta de ese idiota. ¿Qué tiene él que yo no tenga?

—Así que... ¿Paul White? –¡Genial Oliver! Buena forma de iniciar la conversación.

—Enserio, en vez de contemplar todos estos lindos paisajes ¿Tú vas pensando en Paul? —ella mira al exterior, ¿Porqué contemplar paisajes si puedo averiguar que le gusta de Paul?

—Vamos a ser socios y tú coqueteando con él ¿Es en serio? ¿Por qué hacerme quedar como estúpido enfrente de mis socios? Si yo hago algo es con mujeres que no tengan nada que ver contigo —no, no es eso lo que me afecta, pero quiero sonar seguro para creérmelo yo también, continúo mi vista en la carretera, no puedo voltear a verla.

—Yo no sabía que sería tu socio, y además, para mí es vergonzoso que esas tipas con las que te acuestas me miren como estúpida.

—Alex... Ni siquiera sabes si me acosté con ella o no —maldita sea, que estrés. Ella ríe de manera sarcástica, aunque admito que todo esto inició por mi culpa.

—Si claro, sólo introdujiste tu pene en su vagina pero no se acostaron —¿Qué? Llevo mi mirada a ella, me hierve la sangre NI SIQUIERA SABE SI ME ACOSTE CON ELLA O NO —¡Oliver! —espeta, y llevo mi vista a la carretera percatándome que voy en el otro carril y otro vehículo viene de frente, ágilmente la vuelvo a poner en su carril.

—¿PORQUE PUTAS HABLAS COSAS SIN SABER? —estoy molesto, no... molesto le queda corto, hasta deberían inventar una nueva palabra para como me siento porque todas las palabras que existen para expresar que tan molesto me siento le quedan cortas.

Ella no dice una palabra, yo tampoco. La sangre me hierve.

—¿Que de malo tiene que hable con Paul? —habla ella finalmente —Faltan 5 meses para que nuestro contrato termine, suficiente tiempo para conocerlo bien, yo sí quiero tener una relación con alguien que no sea un verdadero idiota.

Inconscientemente freno de golpe. ¿Qué es lo que acaba de decirme?

—¡Oliver! —riñe —¿Qué es lo que te pasa?

No puedo creer lo que ha dicho, mi corazón se saldrá de mi pecho, siento inmediatamente un calor recorrer mi cuerpo, mis manos están heladas y sudan, mi mente queda en blanco, yo... yo ... no p... Por un momento creí que me daría un infarto. Cálmate Oliver. Estás bien.

—Lo siento —pongo el auto en marcha otra vez —una ardilla se cruzó en el camino.

¿Una ardilla? Que mierdas hablo. Sí claro, ya se lo creyó. Ella frunce el ceño y mira al frente. Aún sigo en shock por lo que me ha dicho. Me ha confirmado en mi cara que le gusta el tal Paul.

Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora