Mi alarma suena, hora de recorrer unos cuantos kilómetros y torturar a Alex, ni el estruendoso sonido de la alarma despierta a esta mujer.
—¡Alex! ¡Despierta! Vamos, ¡arriba! —medio se remueve en la cama y se acomoda en otra posición mientras me cambio la pijama por un buzo negro.
—Alex, ¡por Dios! Que holgazana eres —no puedo evitar reírme, Alex la boa, medio abre los ojos y me mira mientras me pongo una sudadera roja.
—Alex ¡ya! —no puede ser, me acerco a ella, si no despierta iré por agua fría.
—¿Qué? ¿Qué te pasa? —pregunta, adormilada.
—Tú me prometiste salir a correr... ¿Lo recuerdas? —ahora es mi turno de torturar.
Tiro de su cobija, estamos perdiendo tiempo, el tiempo es muy valioso para mí. Ella mira el reloj sobre la mesa de noche y vuelve su mirada incrédula hacia mí.
—Oliver, ¡Son las 4! —intenta tomar su cobija de nuevo y la tiro más lejos; de hecho, son las 4 y 23.
—Lo prometido es deuda —me comienzo a poner mi tenis derecho.
Por fin se levanta y comienza a buscar algo en su maleta, entra al baño y se cambia, tuve que golpear dos veces porque juro se ha quedado dormida, que sufra por hacerme comer tanta grasa.
Ya había pasado más de media hora y cuando intento localizar a Alex está a casi medio kilómetro de distancia, me detengo a esperarla, sé que debe ir mencionando miles de maldiciones en mi nombre. De pronto gira hacia su derecha y veo que se acuesta en una banca de hierro cromado blanca, no puede ser, no puedo evitar carcajearme, voy de regreso por ella, cuando llego está plácidamente dormida.
—¡Alex! ¡Por Dios! ¡Levántate! Falta más de un kilómetro.
—Oliver, vete al diablo —dice, con un tono de voz enronquecido y se vuelve a acomodar.
No puede ser.
—Espera.... ¿Me haces comer hamburguesa para luego no cumplir lo que prometes? —me cruzo de brazos mientras la observo.
—Ya salí a correr contigo, tampoco dije cuanto —me hace reír, me siento en la banca haciendo que repose su cabeza en mis piernas —Te odio Oliver Anderson —espeta, y me hace soltar una gran risa.
—Y yo a ti Alexandra Carlin, no soportas correr ni dos minutos.
—Por Dios, llevamos corriendo como 4 horas —primero está la exageración y luego está Alexandra Carlin.
—Eres una exagerada —llevo mi vista al frente y recuerdo que justamente aquí Henry se casó —por cierto, aquí se casó Henry, recuerdo perfectamente ese día, mi padre no paraba de decirme el porqué Henry hace las cosas mejor que yo.
—¿Sabes? El día del matrimonio de mi hermana, mi padre me dijo que yo no era parte de la familia, él no me hablaba, sólo abrió su boca para decirme eso —Alex habla y se queda pensativa —al menos nunca tu padre te ha sacado de la familia —frunzo mi entrecejo y la observo.
—¿Nunca le preguntaste por qué ha sido así?
—No... —dice de inmediato —pero estoy segura que es porque nunca he hecho lo que él ha querido que haga con mi vida. Tengo hambre —cambia ágilmente de tema, la conozco lo suficiente como para saber que si cambia de tema de forma drástica es porque no quiere hablar de eso.
—Que bueno porque yo también y sinceramente quiero que mi esposa me prepare algo —me mira con sus ojos entrecerrados y yo sonrío ampliamente.
—Si me llevas te preparo lo que quieras y luego me dejas dormir —me hace sonreír. Me pongo de pie y ella me mira con intriga.
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Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)
RomanceEste libro se encuentra en físico gracias a Nova Casa Editorial y puedes encontrar los puntos de venta en un link en mi descripción. [DISPONIBLE SOLO LOS PRIMEROS CAPÍTULOS] Oliver Anderson, un millonario y apuesto joven de 25 años está a punto de p...