Ella corresponde mi beso, de esa manera dulce como ella sabe hacerlo, amo sus besos, sus labios, como su lengua roza la mía de una manera delicada. Me encanta todo lo que tenga que ver con ella. Me separo lentamente de sus labios aunque no quisiera, de mi parte me quedo así toda la vida, miro sus ojos, esos verdes suyos, tan lindos.
—Oliver... te aclaro algo —dice —yo soy la persona más seria que tu hayas podido conocer —¡Sí, Claro! Y aparta su mirada pero esboza una sonrisa.
—Sí, claro —ironizo —vamos a comer algo luego que compongan esta basura. ¿Te parece? —con sus manos toma las mías y entrelaza nuestros dedos.
—¿Basura? Oliver ¡Es una Land Rover del año que viene! ¡Ni siquiera de este año! ¡Sino del año que viene! —una sonrisa se enmarca en mi rostro.
—Puedo comprarte una de estas si quieres Alex. Pide gusto —hablo y ella me mira con su entrecejo levemente fruncido.
—¿Qué? ¡Por supuesto que no! Oliver, yo no quiero tener cosas por ti o por alguien, yo quiero tener cosas que yo pueda pagar y comprarlas por mi propio esfuerzo —una de las cosas que me gusta de este demonio rubio, es la única a la que le regalaría algo así porque sé que no le interesan estas cosas, una mujer que se acerque a mi sólo por dinero no merece más que una noche y creo que es mucho darle.
Me hace sonreír.
—Lo sé, mi amor.....
Hay un silencio entre ambos.
No sé de donde me salieron esas palabras pero se oyó tan cursi, que vergüenza. ¿En qué me estoy convirtiendo? ¿En qué me está convirtiendo? Y ella se sonroja, eso me hace olvidar lo que estoy pensando.
—La forma que te sonrojas con este tipo de cosas... es única —digo, luego de ver esos lindos ojos.
—¿Qué? ¡No! —ríe nerviosa —es que... bueno... esa tu forma de mirarme a los ojos es un tanto intimidante —murmura y baja la mirada —bien, acepto la cena, pero no en uno de esos lugares finos que acostumbras. Quiero una hamburguesa.
¿Ah?
—¿Una hamburguesa? Eso no es comida. Es chatarra.
—Bueno, yo amo la chatarra.
Ay por Dios.
—Bien... —suspiro —pero con una condición.
— ¿Cual condición? —me mira intrigada, con sus ojos entrecerrados.
—Que salgas a correr conmigo mañana —yo también la voy a hacer sufrir. Ella levanta una ceja y sonríe.
—Está bien —en ese preciso instante, unas luces bastantes potentes iluminan el rostro de Alex y ella cierra los ojos como acto de reflejo, volteo a ver y un hombre corpulento se baja con una caja de herramientas.
—¡Por fin! —exclamo, el mecánico finalmente.
Alex se baja del capó del auto y la ayudo con mi mano, se va al lugar del copiloto, y espera mientras el mecánico arregla la camioneta, el mecánico habla de un tal radiador pero no entiendo ni mierda, su cabello castaño bastante largo me tiene distraído, a cada rato está sobre su cara y siento como que fuera yo el que tiene los mechones en el rostro, no lo soportaría ¿Cómo lo soporta él?
El mecánico se despide ¡Por Fin! Aún tengo esa sensación de su cabello en mi cara. Subo al auto y Alex acomoda su cinturón, casi en diez minutos estamos en una estación de hamburguesas, miro el lugar con preocupación, solo veo la palabra "grasa" por todos lados.
—¿Estás segura? —pregunto, levantando una ceja.
—Por Dios, Oliver ¡Baja de una vez! —se baja y rodea el auto, abre la puerta y me saca casi a jalones. No quiero entrar, soy tan obvio, en la entrada hay una enorme hamburguesa con pies y el nombre "Burger World" en letras gigantes, al verla Alex sonríe, sí, se ve divertida, pero yo nunca me acostumbraré a estos lugares.

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Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)
RomanceEste libro se encuentra en físico gracias a Nova Casa Editorial y puedes encontrar los puntos de venta en un link en mi descripción. [DISPONIBLE SOLO LOS PRIMEROS CAPÍTULOS] Oliver Anderson, un millonario y apuesto joven de 25 años está a punto de p...