Alex me ha hecho más falta de la que pensé, me dirijo a mi gimnasio personal y comienzo mi rutina de bíceps, es un milagro que David no esté aquí y luego recuerdo que es nuestro día libre, ¡maldición! ¿Y así me desperté a estas horas? Hasta esas cosas se me olvidan; necesito comenzar a relajarme.
Casi dos horas después cuando ya estoy por irme David se aparece, con su cabello hecho un lío y me mira con sus pequeños ojos que parece que aún no ha terminado de abrir. Esa imagen de David recién levantado es épica.
—¿Qué hay? —saluda, sosteniendo un gran mug de café y con la otra mano golpea mi hombro mientras termino una serie en la polea.
—Veo que estás con los mejores ánimos —contesto, una vez recuperada mi respiración por el esfuerzo en este ejercicio.
—No sabes cuánto, wujuuu —exclama, con entusiasmo fingido levantando ambas manos haciendo que un poco de café se derrame de su mug y caiga en su brazo.
—¡Puta! —exclama, poniendo el mug sobre una banca de pecho plana y limpia su mano con una toalla que llevaba sobre su hombro.
—David, en mi casa no permito malas palabras —expreso, a tono de sarcasmo.
—Entiendo completamente, señora Anderson —ríe a carcajadas, esa es la típica frase de mi madre que si incumplías te tocaba limpiar todo el patio, por esa razón David y yo siempre parecíamos los jardineros de la casa cada vez que David se pasaba de visita. Luego dejó de llegar y casi de inmediato entendí por qué.
—Por cierto, iremos a la fiesta de Halloween —él se voltea a verme.
—Apuesto que Alex va a ir —lo miro con desaprobación—, lo sabía.
—David... Es en serio... Y una amiga suya va a ir, así que pensé que tú podías entretenerla.
—¿Y yo el payasito?
La verdad sí.
—David... —riño.
—Bien... —suelta luego de un suspiro—. ¿Al menos está buena?
—Bueno, se ve que le gusta ir al gimnasio, así que... creo que te va a gustar —él me mira y se queda pensativo.
—Entonces... suena bien. Por suerte ya había comprado nuestros trajes por Amazon. Porque de alguna forma te iba a convencer, te lo hago llegar luego —asiento con mi cabeza y salgo de ahí golpeando su hombro mientras comienza a calentar.
Solo espero que no sea un pirata o algo así porque, en serio, prefiero no ir.
Llego a mi cuarto y comienzo a teclear un mensaje para Alex en mi celular, siento la necesidad de saber de mi rubia loca.
«Buenos días, muñeca».
Tal vez no esté despierta en estos momentos, dejo el celular sobre mi cama y me voy a tomar una ducha, me despojo de mi ropa y dejo que el agua tibia relaje mi cuerpo, se siente tan bien, cierro los ojos y siento una paz interior recorrerme.
Escucho el sonido de mi teléfono, salgo inmediatamente sin siquiera terminar de enjuagarme, deslizo mi dedo como cinco veces porque el maldito no se desbloquea por mi dedo húmedo, seco mis manos y por fin lo consigo solo para ver que es un puto mensaje de la telefónica. ¡Maldición!, tiro mi celular sobre la cama y regreso a ducharme, al pasar por la puerta del baño el celular vuelve a sonar y rápidamente regreso y lo tomo en mis manos, ahora sí, es Alex, siento algo recorrer mi interior que no voy a describir porque yo soy hombre muy macho.
«Buenos días, princeso».
¿Qué?
«¿Princeso?» —le envío el mensaje de regreso.
ESTÁS LEYENDO
Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)
RomanceEste libro se encuentra en físico gracias a Nova Casa Editorial y puedes encontrar los puntos de venta en un link en mi descripción. [DISPONIBLE SOLO LOS PRIMEROS CAPÍTULOS] Oliver Anderson, un millonario y apuesto joven de 25 años está a punto de p...