Parte 80

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Me siento en mi escritorio mientras espero que el celular me indique de una buena vez donde está Alex, sólo toma un par de minutos. Miro una y otra vez ambos anillos de Alex que reposan sobre la dura mesa de madera fina, tengo un nudo en mi garganta, sólo espero no haya hablado en serio.

El mensaje de alerta suena y tomo mi teléfono celular, la dirección que me muestra está bastante lejos de aquí, y no se mueve, está en un solo lugar, sé que no quiere volver, me debato entre llamarla o no, y entre sí ir o no, no quiere verme, es lo más seguro y si la sigo aumentaré los problemas, la conozco perfectamente.

Me despierto de golpe, no sé a qué horas me quedé dormido, observo mi reloj y ya han pasado tres horas desde que me senté aquí, Alex pudo haber venido y yo ni siquiera me di cuenta, miro nuevamente mi celular y la aplicación me indica que está en el mismo lugar ¿El mismo lugar? ¿Desde hace tres horas? ¿Se ha quedado dormida? No, ese lugar es peligroso a estas horas, ahora sí iré por ella y me vale una mierda si se molesta, no puedo dejarla ahí.

Ya es más de media noche, un leve rocío moja mi parabrisas y los limpiavidrios comienzan a hacer su trabajo, he conducido por alguna hora ¿Cómo se le ocurre venir hasta este lugar? Estoy llegando al lugar y de largo observo el Bentley.

Aparco y me acerco hasta el auto esperándome la peor reacción de todas por seguirla. Para mi sorpresa, al llegar al auto, veo que está vacío, no hay nadie, miro alrededor y no, no está cerca. No sé si marcar su número o no, sé que no me va a contestar, pero algo en mi interior se estremece tan sólo pensar que pudo haberle pasado algo.

Como es de imaginarse, no contesta ¡Maldición! ¿Dónde se metió? ¿Qué tal si le pasó algo? Subo a mi auto y comienzo a recorrer aquellas desiertas calles, mi corazón da un vuelco sólo pensar que puedo encontrar su cuerpo tirado en estas calles, saco esos macabros pensamientos antes que me vuelva loco, la brisa comienza a hacerse más fuerte. Pruebo una última vez, si no me contesta juro que llamo a la policía, para mi sorpresa, de inmediato su voz invade mis oídos y algo en mi interior se regocija pero sólo unos segundos.

Por favor, no me llames, es más de media noche y quiero dormir—su voz está rasposa, sé que ha llorado bastante y yo me siento la persona más mierda del mundo.

—Alex ¿Dónde estás? ¿Por qué tu auto...

—No quiero que me llames —interrumpe de inmediato.

—Amor, por favor, hablemos —digo, con voz apacible, algo se instala en mi pecho al escucharla hablar de esa forma —no hay nada que hablando no se arregle.

¿Hablar qué, Oliver? ¿Qué me vas a decir? Me plantaste.

—Alex, yo no te planté, maldición. Sí, tal vez me retrasé, tenía mucho trabajo ¿Por qué no puedes comprender eso?

Porque me duele, Oliver. Pasé todo el día intentando que fuera perfecto para ti...

—Yo nunca me imaginé que te molestarías tanto por retrasarme en una cena —riño, es que esto me molesta, estoy a una hora de mi casa por venirla a buscar y no tengo ni puta idea a donde fue.

—¿Tú te retrasas una hora para ir a una cena con tus socios? —hago una pausa mientras busco las palabras más inteligentes para decir.

—N... no —aclaro mi garganta —pero eso es trabajo, no puedo hacer eso porque no me verán como una persona seria.

Es lo mismo, Oliver.

—No es lo mismo ¡Maldición! Se supone que tú eres mi esposa —aprieto fuertemente el volante — debes comprenderme, pero comprensión de parte tuya es lo que menos tengo... sólo fue una estúpida cena, Alex y actúas como si era nuestra boda y te he dejado plantada en el altar.

Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora