Parte 33

223K 16.4K 2.1K
                                    


Unos sonidos inquietantes me sacan de mi zona de confort donde estaba plácidamente dormido, me remuevo un poco esperando sea una pesadilla. Nuevamente los sonidos en la puerta ¡ah! no los soporto, cuando me había decidido a descansar pasa esto.

—Chicos... —es la perturbante voz de mi madre del otro lado de la puerta. Alex se remueve un poco para ver la hora y quito mi brazo de su cintura. Mi madre continúa golpeando la puerta.

—Mamá ¿Qué pasa contigo? —pregunto, aún con mis ojos cerrados, esta señora me saca de quicio a veces.

—Despierta Oliver, vamos a la cabaña —gimo, deseara gemir por otra cosa pero esto este gemido es de frustración.

—¿Qué diablos es la cabaña? —Alex murmura, mientras llevo una almohada a mi cara.

—Un lugar como a dos kilómetros de aquí, sin LUZ, NI CABLE, NI INTERNET —quito la almohada de mi cara, para poder espetar eso último a todo pulmón y mi madre escuche mi descontento.

Veinte y cinco años de mi vida y ella aún hace que haga cosas que no quiero.

—Perfecto para ti Oliver —habla desde el otro lado —para que te desintoxiques de toda esa basura de la tecnología —la tecnología no es basura, no me imagino yo sin mi celular o mi computadora, y escribiendo a mano todos mis informes —en media hora nos vamos.

Escucho los pasos de mi madre perderse en el final del pasillo y mi mal humor hacerse presente, pero al ver a Alex y sus shorts cuando se pone de pie se me pasa.

—¿Por qué Dios? ¿Por qué? —dice, luego de un suspiro, mira al techo poniéndose sus divertidas pantuflas de gato.

—¡Por Favor Dios! —también miro al techo —contéstale a Alex para que se calle de una vez —ella me mira, con su típica mirada matadora, no puedo evitar reír y vuelvo mi mirada a esos shorts, de frente son más divertidos.

—¿Es enserio Alex? ¿Las tortugas ninjas? —digo, viendo esas jodidas cosas verdes en sus abombados y cortos shorts.

—Admite que te excita, Oliver —dice, mientras pone algo de ropa en una mochila.

—Por supuesto. No hay nada más excitante que ver cuatro enormes tortugas repetidas veces —me mofo, pero la verdad sí, me excitan. Mucho más cuando se suben mientras duerme y me deja una vista bastante entretenida de sus sensuales piernas. —Por cierto, vamos a caminar así que lleva algo cómodo.

—¿Qué? ¿Caminar? —bufa, yo también odio tener que ir a la cabaña pero cuando ya estoy arriba no puedo evitar contemplar la preciosa vista que hay desde ahí.

También alisto ropa en una mochila mientras me cepillo los dientes, me ducho y me alisto lo más rápido que puedo, yo entiendo que media hora es media hora. Bajo a la sala con mi mochila y la de Alex mientras ellas se termina de arreglar, no sé porqué las mujeres tardan tanto, miro mi reloj nuevamente faltan 4 minutos.

—¿Qué hay hermano? —volteo en dirección a la voz de Henry, quién se acerca a mí con su puño cerrado.

—¿Qué tal, Henry? —golpeo sus nudillos con mi puño y esbozo una pequeña sonrisa, no habíamos hablado desde lo acontecido en aquella discoteca.

—¿Esperando a Alex? —asiento con mi cabeza —las mujeres y su falta de respeto hacia los horarios –agrega y sonrío.

—Aunque Alex ya está aprendiendo, en menos de dos minutos vendrá corriendo por esas escaleras, ya lo verás —Henry sonríe, y sí que conozco a esa rubia loca, en menos de dos minutos viene corriendo por las escaleras, no puedo evitar verla bajando de aquel lugar y sonrío como tonto, dejo las mochilas en el suelo y me acerco a ella cuando aún no ha bajado el último escalón, rodeo su cintura con mis brazos, y le doy un tierno beso en los labios, ella lo corresponde de una manera dulce que hace mi corazón acelerarse, y sonríe, amo esa sonrisa. Henry nos está viendo divertido y es que estoy seguro que por su cabeza no pasa esta imagen de mí, ni por la mía pasa aún.

Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora