1. El comienzo.

18 5 0
                                    

Valery

Me desperté mientras mi cuerpo era atravesado por numerosos temblores. Hacía mucho frío allí, parecía que millones de cristales de hielo atrofiaran cada poro de mi piel. Un único pensamiento me asaltó: tenía que salir de allí. No sabía que estaba pasando, no era consciente de donde me encontraba, lo único que podía notar era como un halo oscuro me envolvía haciendo que mi cuerpo se hundiera cada vez más, mientras mi alma se debilitaba con cada respiración.

A duras penas logré depositar el peso de mi cuerpo sobre mis codos y mirar alrededor, todo estaba demasiado oscuro, no había ni una sola ventana y tenía mis manos raspadas, probablemente fruto de haber sido lanzada a rastras dentro de aquel habitáculo. Estaba atrapada en una especie de celda, no podía distinguir otro material que no fuese el cemento. Una única puerta se alzaba en el espacio, su aspecto viejo y oxidado hizo que mi estomago se revolviese.

Esto no podía estar pasando.

No recordaba nada, me costaba recordar quien era, los pensamientos no llegaban a mi. No sabía qué hacía allí. No sabía que había hecho para merecer aquel final.

Tan solo me quedaba hacer una única cosa: Gritar.

Grité. Grité con todas mis fuerzas hasta que sentí que ya no quedaba aire en mis pulmones, pero ni un solo rumor se oyó, era como si estuviese sola, como si me hubiesen abandonado a mi suerte para morir entre aquellas cuatro paredes.

No sé cuánto tiempo me costó sentarme, no entendía porque estaba tan débil, no parecía estar herida exceptuando las raspaduras de las palmas de mis manos. Mi respiración era apenas perceptible, notaba como aquella habitación absorbía todas mis energías, consumiéndome. 

Me arrastré lentamente por la pared hasta que conseguí ponerme en pie, algo tan sencillo como aquello me había costado un esfuerzo sobrehumano. Mis piernas temblaban y sentía los dedos de mis pies entumecidos. Me solté lentamente de la pared, confiando en que mi cuerpo reaccionara y mis piernas sostuviesen el peso. Afortunadamente, mi cuerpo cedió hasta que conseguí llegar a la puerta. Una parte de mi, sabía que la puerta estaría cerrada, pero tenía que intentarlo, tenía que llegar hasta allí, aunque estos fueran mis últimos pasos tenía que aferrarme a esa pequeña esperanza. Tenía que luchar.

Para cuando mis dedos se deslizaron por la rugosa superficie parte de mi visión había desaparecido, pequeños puntos negros se extendían por mi campo visual. Iba a desmayarme.

Con la poca fuerza que me quedaba empujé la puerta, pero como era de esperar, no cedió. Sentí como mis piernas se revelaban negándose a seguir cargando el peso de mi cuerpo. Me resbalé por la puerta sintiendo como mi corazón latía cada vez más débil hasta que sentí el suelo bajo de mi. Ni siquiera podía permanecer sentada, me dejé caer en el suelo, sujetando mis rodillas contra mi pecho.

- Por favor, necesito salir. – las palabras salieron en un susurro débil y ronco de mis agrietados labios, ni siquiera reconocía mi propia voz, todo parecía ajeno a mí.

No sé en qué momento dejé de sentir dolor.

Wells: a magical story Donde viven las historias. Descúbrelo ahora