21. Mi salvación.

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Entré sigilosamente, seguida de Evans. El silencio reinaba en el interior mientras el suelo crujía acorde con nuestros pasos. Miré a mi alrededor, una fina capa de polvo recubría los lustrosos muebles, la mayoría de ellos tapados con tupidas sábanas blancas, lo cual otorgaba al lugar un aire fantasmagórico, casi deprimente.

De nuevo mi corazón volvió a dar un vuelco. Todo parecía tan abandonado, tan triste. Allí, entre aquellas paredes había pasado los mejores momentos de mi vida. Ahora aquello parecía muy lejano, como si de una realidad paralela se tratase, como si todos aquellos recuerdos nunca hubiesen existido.

- Siguiente paso: Encontrar el grimorio. – Oí que decía Evans a mi espalda.

Comencé a caminar por el desierto pasillo. Lo único que no estaba cubierto por las sábanas eran los cuadros colgados aún en las paredes. Miré hacia uno de ellos, una vieja foto familiar, en las vacaciones de verano, después de estar toda una tarde en el lago cercano. Aparté la vista, intentando engañar a la nostalgia, que a cada segundo se apoderaba un poquito más de mí.

Llegué al final del pasillo, y entonces, sin saber cómo, lo supe. Me paré en seco, haciendo que Evans casi se tropezara con mi espalda.

- El escondite detrás de la biblioteca... - murmuré.

Evans enarcó una ceja, interrogándome.

- Esta casa es antigua, tiene bastantes habitaciones secretas, recuerdo que dónde más tiempo pasaba era en una pequeña sala oculta tras la biblioteca familiar, era mi pequeño refugio. – le expliqué mientras ponía rumbo al lugar.

En cuanto estuve en frente de las dobles puertas de madera, las abrí, dejando ver una gran habitación repleta de libros, todos ellos pulcramente ordenados en las estanterías. La mayoría de ellos eran muy antiguos y estaban tapizados en terciopelo rojo. Siempre me había encantado aquella habitación, la lectura había ocupado una parte muy importante de mi vida, y aún lo seguía haciendo, aún me encantaba perderme en aquellos mundos.

Avancé hacia un enorme cuadro que abarcaba la pared del fondo, junto al escritorio. En él se retrataba la imagen de un ángel glorioso, el cual portaba un antiguo anillo con una piedra preciosa que no fui capaz de identificar.

- El anillo sanador... - oí que decía Evans a mi espalda.

Me volvía hacia él. - ¿El anillo sanador?

- Nada, no es importante. Solo es un viejo relato, un mito. Probablemente ni si quiera el cuadro haga referencia a eso. ¿Y bien? ¿Dónde está esa estancia misteriosa? – continúo cambiando de tema.

Lo dejaría pasar, por esta vez. Ahora mismo tenía que centrarme en la existencia de un grimorio, lo del anillo siempre podría investigarlo más tarde. Toqué el familiar marco del cuadro y lo presioné suavemente, haciendo que éste se abriera como si de una puerta se tratase. El conocido pasadizo se extendió ante mí, me introduje rápidamente, sin pensarlo, algo me decía que allí encontraríamos todas nuestras respuestas. Llegué hasta la puerta corredera del final y la deslicé dejando ver la diminuta habitación de planta circular. Seguía tal cual la recordaba, revestida completamente de madera, en una de las paredes había una pequeña vitrina repleta de libros infantiles. El refugio que todo niño habría querido tener.

Sin embargo, algo llamó mi atención, algo que nunca había estado allí. En el centro de la estancia se alzaba una lustrosa tarima dónde descansaba un libro de aspecto antiguo y pesado, el mismo libro que había visto en la visión de mi abuela. Me dirigí hacia allí, hasta que estuve parada enfrente a él. No podía apartar la vista, era precioso. Estaba tapizado en terciopelo morado y como era de esperar también tenía aquel símbolo revestido por hilos color oro.

- El grimorio de los Wells. – anunció Evans.

Ni siquiera me había percatado de que estaba junto a mí, estaba demasiada ocupada observando mi salvación.

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2018 ⏰

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Wells: a magical story Donde viven las historias. Descúbrelo ahora