4. Pensamientos.

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No sé con exactitud cuánto hace que estoy aquí, es imposible calcular el tiempo, no soy capaz de distinguir el día de la noche. Es como si estuviese atrapada en el tiempo y el espacio, repitiendo una y otra vez la misma escena en mi cabeza.

Ese espeluznante hombre ha pasado cada día por mi celda, pero nunca termina de entrar del todo, siempre se queda en la entrada, junto a la carcomida puerta, deja una bandeja con comida, la suficiente para no morir de hambre y se va. Nunca más me ha vuelto a decir nada desde la última vez. Sigo sin ser capaz de distinguir su rostro, parte por la burbuja de agotamiento y dolor en la que me envuelvo y parte por la profunda oscuridad de la celda. A veces pienso que es mejor así, tal vez la visión de su rostro no me traería otra cosa más que pesadillas. Más de las que tengo ya.

Me duele admitir que día tras día imagino que cuando vuelva abrir los ojos no estaré aquí, que esto solo habrá sido una horrible pesadilla. Por supuesto que es una pesadilla, pero no de una de la que pueda despertar.

El agujero en mi pecho se hace más grande a cada segundo que pasa, haciéndome más débil, más vulnerable, más frágil. No sé qué quiere de mí, no sé que tengo yo de especial, de entre todas las personas, no sé porque me eligió a mí. Lo único que sé es que ese hombre es macabro y repulsivo, su sola presencia basta para todos mis músculos se tensen, haciendo que todo mi cuerpo se mantenga alerta, a la defensiva.

No sé qué pasará, no sé si algún día podré salir de aquí, no sé qué planes tiene reservados para mí, pero algo me dice que será cien mil veces peor que esto.  

Wells: a magical story Donde viven las historias. Descúbrelo ahora