18. ¿Una profecía más?

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Evans

Se veía tan inocente mientras me observaba con sus mejillas sonrojadas; sus ojos recorrieron brevemente mi pecho, y cuando se percató de mi falta de ropa miró hacia otro lado mientras hablaba rápidamente y salía a trompicones de la habitación. No pude evitar partirme de risa. Ninguna chica había actuado antes así por un hecho tan simple como no llevar camiseta. Valery era una chica extraña, sorprendentemente extraña, y no sabía cómo sentirme respecto a ello. Por un lado, su personalidad despertaba en mí mi lado más curioso, como un niño que es atraído por lo desconocido pretendiendo conocer el porqué de todo; pero por otro, tenerla cerca me hacía querer huir a miles de kilómetros, sentía que podía leer a través de mí, y eso era sumamente aterrador. A demás, su característica habilidad para querer ponerse en peligro a todas horas me exasperaba. Nunca sabía que esperar de ella, y eso hacía la situación aún más desesperante.

El resto del día lo pasé en mi habitación, intentando descifrar cual sería el siguiente paso. Cuando rescataran a Sofía se llevaría a cabo la segunda parte del plan, y teníamos que estar preparados para ello. Samael era fuerte, aunque nos subestimaba. A demás contábamos con la ayuda de algunos brujos, aunque no todos lo que queríamos. Les temían a Samael, sabían que tarde o temprano él lograría controlar el mundo mágico, era mejor tenerlo de amigo que de enemigo. Aun así, ya habíamos establecido algunas alianzas, ese era el broche de oro para destruirlo de una vez por todas. Nuestro factor sorpresa. Samael creía tener todo controlado, creía tener esta guerra ganada. Sin embargo, no se lo pondríamos fácil.

Pensar en él hacía que mi cuerpo fuera inundado por una cólera abrazadora, recordar los tiempos pasados me hacía querer estallar en millones de pedazos y arrastrarlo conmigo a la oscuridad más absoluta. Lo odiaba, lo odiaba como nunca había odiado a nadie. Nadie mejor que yo conocía lo destructor que podía llegar a ser, era como un huracán dispuesto a arrasar todo a su paso sin ningún tipo de consideración, cayera quien cayera. Aparté esos pensamientos de mi mente, este iba a ser su fin, tenía que serlo.

Y entonces recordé la imagen de Valery al borde de mi cama, parecía extremadamente preocupada antes de que hiciera acto de presencia en la habitación. Ni siquiera me había percatado de porque estaba allí. Salí de la habitación en su busca, ya era bien entrada la noche, pero tenía que saber que rondaba por su caótica cabecita.

Valery

- Valery, despierta. – sentí como una mano mecía suavemente mis hombros.

Abrí los ojos pesadamente topándome de lleno con Evans. Su mirada se tornó expectante, como si esperara algún tipo de explicación. Sin embargo, aún el sueño pululaba por mis ojos, y fui incapaz de articular palabra.

- Antes querías hablar conmigo ¿no es así? – su tono tenía un ligero tiente travieso, burlón. Fruto probablemente de la escenita anterior.

Lo odiaba por eso.

Luché contra mi vergüenza, me reincorporé y me dispuse a hablar, quería conocer más sobre mí misma y ni él ni nadie me lo impediría por muy incómoda y extraña que me resultara la situación.

- He decidido desarrollar mis poderes. – dije sin rodeos.

Evans suspiró sonoramente. Probablemente harto de mi insistencia. Tras una larga pausa, y cuando ya pensaba que se limitaría a marcharse sin más, como hacía siempre, añadió: - Está bien. Comenzarás tu entrenamiento como bruja, pero te mantendrás alejada de Samael. Este es el trato, es lo mejor que conseguirás. ¿Qué dices?

No me podía creer que hubiese aceptado. Seguía empeñado en que me mantuviera alejada de Samael, pero al menos, permitiría que comenzara mi entrenamiento. Algo era algo.

- Acepto el trato. – dije rápidamente, temiendo que cambiara de parecer en cualquier momento.

- Pero recuerda, esto no es un juego. Si quieres asumir tú legado, adelante. Pero cuando lo hagas no habrá marcha atrás, no es un regalo que puedas devolver.

- Hablas como si fuese una niña caprichosa que a la mínima se va cuando las cosas se ponen difíciles.

- Tal vez lo seas.

Lo miré incrédula su sinceridad conseguía descolocarme por completo.

- Tú no me conoces. – espeté lo más indiferente que fui capaz.

- Puede que no, pero no podemos arriesgarnos. Si quieres desarrollar tus habilidades, lo harás. June estará encantado de instruirte. Pero recuerda, una vez lo hayas decidido, tendrás que enfrentar las cosas, enfrentarte a lo que sea.

- Lo haré. – espeté fríamente. La capa de indiferencia estaba comenzando a resquebrajarse y la ira se hacía cada vez más presente en mis palabras. Me ponía furiosa que pensara que a la primera de cambio iba a abandonar todo esto. ¿Es que acaso esa era la imagen que tenía de mí? ¿De verdad me consideraba tan débil? ¿Creía que llegado el momento podría marcharme y abandonar? ¿Así, sin más?

- Tus lecciones comenzarán mañana. – respondió. Su tono era frío, me atrevería a decir que incluso distante.

Y entonces, como era de esperar, salió de la habitación. Ignorando por completo la cólera que amenazaba con estallar en mi interior. Ignorando que cada vez que adoptaba aquella máscara algo pequeño, casi minúsculo se rompía dentro de mí.

Evans

Era inestable, de eso no cabía duda. Hace unos días no quería ni oír hablar de este mundo, y ahora, quería desarrollar sus habilidades y formar parte de él. ¿Quién no me decía que su fragilidad e inestabilidad no podrían jugarle una mala pasada y volver al principio de todo? Este mundo era duro, se enfrentaría a cosas inimaginables, muchas veces querría salir corriendo, y posiblemente en muchas ocasiones lo haría. Y no podíamos permitirnos eso, no ahora. Así que como bien le había dicho, comenzaría su entrenamiento, pero se mantendría alejada de la causa. Alejada de Samael.

Pensándolo bien, que empezara su entrenamiento era algo bueno. Aprender a defenderse le podría resultar de utilidad. Había más amenazas ahí fuera a parte de Samael, no tan letales, por supuesto, pero las había. No estaba de más que Valery pudiera valerse por sí misma en una situación extrema. Tenía muy claro que la protegería, pero ella era impredecible, podría exponerse más de lo debido y terminar envuelta en un lío, saber cómo enfrentarse a alguna de esas situaciones no estaba de más.

Por otra parte, la escasez de brujos comenzaba a hacerse notable. Algunos de ellos se unían a Samael, muchos otros se mantenían al margen, ocultándose en el mundo humano por miedo a las represalias y los restantes habían muerto fruto del efecto huracán que suponía Samael. Que ella comenzara su formación era algo positivo, pero no participaría en esta guerra. Cuando lograra alzarse como hechicera Samael estaría más que destruido. Una de las grandes amenazas desde tiempos inmemoriales estaría erradicada, siendo las siguientes batallas un juego de niños en comparación. Valery bajo ningún concepto podría enfrentarse a Samael. Era mi responsabilidad, si a ella le pasaba algo, yo también tendría que pagar las consecuencias.

Y entonces como si de un latigazo se tratase, veloz y doloroso, se instauró en mi mente aquella profecía de la que había oído hablar hace años. Sin embargo, la rechacé, eran simples habladurías, era imposible que Valery fuera la protagonista de aquella profecía. Aquello nunca podría pasar. Aquello nunca debía pasar.

Wells: a magical story Donde viven las historias. Descúbrelo ahora