17. Incómodo

8 1 2
                                    

Valery

Salía lo justo de mi habitación, era incómodo estar así, pero lo era aún más cruzarme con Evans. No habíamos vuelto a cruzar palabra, y, por un lado, lo agradecía. Tener tanto tiempo para mí me daba la oportunidad de pensar, de pensar en mi nueva vida, porque a pesar de que no la comprendía, me intrigaba. Quería conocer más, quería saber quién era realmente, quería saber de lo que era capaz. Y por encima de todo, quería aceptarme y comprenderme a mí misma. Al principio, lo único que quería era terminar con esto lo antes posible y volver a casa. Ahora, era diferente. Volver a casa solo supondría cerrar los ojos, evadir la verdad, vivir intentando obviar lo que realmente era. Y entonces, lo supe, lo había decidido. Iba a defender mi legado costara lo que costara.

Sin embargo, no sabía cómo. Allí solo estábamos Evans y yo, y él no parecía tener la intención de ayudarme a desarrollar mis capacidades, y mucho menos de llevarme al exterior. Así que mis posibilidades se reducían.

Me levanté de la cama, decidida. Podía aceptar que no quisiera que me involucrara en el tema de Samael, pero indagar en mis orígenes era otro asunto. A fin de cuentas, era una bruja, tenía derecho a descubrir mis poderes, y a obtener orientación. No sabía si Evans podría ayudarme, pero si sabía que era el único que podía darme respuestas.

Salí al extenso pasillo, y me dirigí a su habitación un tanto dubitativa. Probablemente estaba cometiendo un error. Lo único que conseguiría sería obtener negativas por su parte, o al menos eso era lo único que había conseguido hasta ahora. Antes de que pudiera seguir dándole vueltas al asunto, noté como mi mano repicaba ligeramente la puerta. Estaba entreabierta, pero aun así no me atreví a entrar sin antes llamar. No obtuve ningún tipo de respuesta, llamé una segunda vez, mientras esperaba pacientemente, pero seguía sin haber rastro de Evans. Giré sobre mis talones, dispuesta a volver de nuevo a mi habitación. Y entonces una extraña sensación hizo que mi estómago se revolviese. Estaba enfadado. Evans estaba enfadado conmigo. Esa era la única explicación. Él realmente estaba allí, pero me ignoraba. El pensamiento se instauraba con más fuerza en mi cabeza a medida que pasaban los segundos. Evans siempre estaba en casa. Era cierto, a veces salía por la mañana muy temprano, principalmente para buscar provisiones, pero ya era bien entrada la tarde. Tenía que estar en casa. La sensación que había sentido unos instantes atrás incrementó. Casi podía sentir como mi estómago se contraía en un nudo.

No iba a permitir que me ignorara, era su deber protegerme ¿no era así? Entonces no debía dejarme sola. Porque así me sentía en aquellos momentos, sola. Antes de que pudiera darme cuenta ya estaba abriendo la puerta, dispuesta a pedir una explicación.

Me introduje en la habitación mirando alrededor, intentando localizar a Evans. Pero él no estaba allí. Y fue entonces cuando me sentí como una verdadera paranoica, simplemente no estaba en la habitación, habría salido por algún motivo, la gente normal a veces tenía que solucionar cuestiones. Estaría en el exterior, probablemente tratando algún tema que tuviese que ver con el plan que se iba a poner en marcha contra Samael. Había reaccionado como una niña por una tontería, poniéndome en lo peor. Era ridículo. Ni siquiera sabía que me había impulsado actuar así. ¿La rabia que me producía que Evans me estuviese ignorando, como si se sintiera superior a mí? ¿El miedo de que él realmente no quisiera saber nada de mí? ¿El temor a distanciarnos? No, aquello último no podía ser, sin duda, era lo primero. La actitud de Evans me irritaba, me irritaba sobremanera, y nunca permitiría que me tratara así. Sin duda la ira había sido el detonante.

Me dirigí al borde de su cama y me senté, sin ni siquiera pensarlo. No estaba allí, así que no tendría que dar explicaciones. Tomé mi cabeza entre mis manos, pensando que haría con todo esto, pensando en lo mucho que había cambiado mi vida. Pensando una vez más si realmente estaba en lo correcto al querer indagar más en todo esto. No sabía que podía encontrarme, y eso realmente me aterraba.

- ¿Valery?

<< Oh vamos ¿en serio? >> Debería de haber vuelto a mi habitación en cuanto vi que allí no estaba. Pero no, yo tenía que quedarme allí.

Levanté la vista en dirección a la voz, Evans se encontraba apoyado en el marco de la puerta del baño, con el pelo mojado y alborotado y el torso al descubierto. Vestía únicamente unos vaqueros rasgados color negro. Su mirada conectó unos segundos con la mía y entonces una sonrisa burlona se instauró en las comisuras de sus labios. Noté como un ligero rubor se extendía rápidamente por mis mejillas, esto no podía ser más bochornoso.

¿Por qué me pasaba esto a mí?

- Lo... lo siento. – dije rápidamente dirigiendo mi mirada a cualquier otro lugar mientras me levantaba. La puerta parecía estar a una gran distancia, a pesar de que tan solo se encontraba a unos pasos. Me levanté a toda prisa mientras mis pies se movían torpes y rápidos hacia la salida. Estuve a punto de tropezar, pero finalmente giré hacia el pasillo velozmente, en un intento de evitar su mirada.

Escuché como reía a mi espalda. Pero no me importó. No me importó en absoluto parecer una niñita inexperta e inmadura. Tan solo quería llegar a mi habitación, poner distancia. Cuando por fin llegué, cerré la puerta, recostándome contra ella, como si temiera que en cualquier momento Evans pudiera entrar y continuar con sus burlas. Desde luego, aquella había sido una malísima idea.

Wells: a magical story Donde viven las historias. Descúbrelo ahora