Capitulo 19:

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Abrí mis ojos lo más que pude y volteé a ver la puerta. El estaba ahí parado, se había quedado asombrado al verme. No iba a dejar de mirarlo y al perecer el tampoco dejaría de mirarme. Su rostro no portaba gesto alguno y el mío de seguro era un espanto. Entrelacé mis dedos intentando darme seguridad para hablar.
-¿Dónde estabas?-dije temblorosa. Entró del todo a la habitación y cerró la puerta detrás de él.
-No tengo porque darte explicaciones.
-Si tienes porque.-le dije. Pasó a mi lado dirigiéndose a la cama. Tenía olor a alcohol.- Kendall.-lo llamé haciendo que volteara a verme.
-No tengo que darte explicaciones a ti.-me dijo seriamente.
-Sí que tienes, y las quiero ya.
-Mira...-me tomó por las muñecas.- primero que nada, tú tienes que darme explicaciones a mí y segundo, NO TE METAS EN MI VIDA.-gritó la última frase y me soltó bruscamente. Respiré hondo intentando calmar mi miedo.
-Kendall…-dije cuando ya no me miraba.
-No quiero que me digas cosas que ya se.
-¿Cosas como que?
-Y tampoco quiero que me confundas.-me dijo. Regresó su mirada a mi rostro.- Quiero que me expliques.
-¿Estuviste tomando?-pregunté ignorando lo anterior.
-¡Eso no viene al caso!-dijo exaltado.- ¿Y que si estuve?-dijo enojado.
-A ver Kendall…-dije sentándome en el sillón. Me había mareado.- Hablemos como se debe, sin gritos, sin golpes, como dos personas normales.- se sentó a mi lado pero más alejado de mi cuerpo.- ¿Dónde estabas?
-Eso no importa.
-Sí importa.-dije secamente. Lo sentí reír con ironía.
-Entonces te importa. ¿Cierto? Pero no te importa calentarme y luego dejarme solo en la cama. ¿Verdad?- estaba completamente furioso y se notaba en su mirada y voz.
-No fue así.
-Espera… déjame continuar, aun no acabo.- apoyó sus codos sobre sus rodillas y se pasó las manos por el cabello alborotándolo. Volvió a sentarse derecho y me miró.- ¿Por qué lo hiciste?-me dijo.- Pensé que habíamos terminado con las venganzas.
-Y no era una venganza.-dije en mi defensa.
-¿Entonces por qué lo hiciste?-me dijo.
-Tú empezaste.-me defendí.
-Pero tú no me detuviste.-agregó. Posó su mirada sobre mis ojos.- ¿Por qué llorabas?
-Yo te pregunté algo antes.-dije intentando no responderle.
-¿Qué quieres que te responda?-me dijo histéricamente.- ¿Quieres saber si tome?-me gritó. Asentí temerosamente.- Si, si tomé, y puede que en este momento este algo mareado pero soy consciente de lo que me hiciste, o mejor dicho con lo que me dejaste con ganas de hacer.
-Kendall no hace falta que me grites.
-¿Qué no?-dijo elevando la voz.
-Estamos en un hotel.-le grité.- No vuelvas a elevar la voz o nos sacaran a patadas de aquí.-agregué en un tono más calmo.
-No me interesa. Es más, nos vamos de aquí.-se levantó del sillón. Volteó a verme.- Levántate del maldito sillón y arma tus maletas.
-Kendall…
-_______, tú y tus repetidos “Kendall” todo el tiempo me están hartando. Levántate dije.-gritó. Me levanté del sillón y quedé frente a frente con el.- Ve y arma tus maletas ya.-gritó.
-Pídelo bien.-le dije sabiendo que en cualquier momento iba a pegarme.
-Okey, ¿Sabes que te la estás buscando?
-¿Qué cosa?-pregunté mientras tragaba saliva ruidosamente.
-No me hagas perder tiempo y arma tus valijas.-volvió a gritarme.
-No Kendall.
-¿Qué dijiste?
-Dije…-respiré hondo y hable.- No Kendall.
-Tú te la buscaste.-dijo levantando la mano. Pero antes de que pudiera accionar fui yo quien le di una cachetada en la mejilla. Me moví de su lado y cuando el volteó a verme, corrí y me encerré en el baño.- Ya me abres.-dijo golpeando la puerta con fuerza.
-No quiero.-dije recargando mi peso sobre la puerta para poner el seguro. El seguía golpeando.- Ve a dormir y mañana cuando no estés tomado hablamos bien.-pegué un grito ahogado.
-Me abres si no quieres que tire la puerta.-dijo. Resbalé hasta el suelo con la espalda apoyada en la puerta, acerqué mis piernas a mi cuerpo y las abracé.

-Tírala.-dije con un tono bajo de voz.
-¿Qué dices?-dijo girando la manija, pero nada logró porque estaba con seguro.- Repítelo.
-¡DIJE QUE LA TIRES!-le grité sin miedo alguno. Sentí que pegó un puñetazo a la puerta. Me acerqué más a mis piernas y coloqué mi cabeza sobre mis rodillas.- Si la tiras, me haces daño, estoy sobre la puerta.- volvió a dar un puñetazo sobre la madera. Debo aceptarlo, tenía mucho miedo.
No volví a pronunciar palabra alguna, él tampoco lo hizo. Inconscientemente mis ojos se cerraban, pero no podía quedarme dormida, estaba apoyada sobre la puerta del baño y detrás de esta, estaba Kendall borracho.

Desperté con dolor de cabeza y columna, me hice hacía un costado y caí golpeándome contra el suelo.
-Mierda, olvidé que no estaba en la cama.-murmuré tallando mis ojos con mis puños.
Me puse de pie y pegué mi oído a la puerta, no se escuchaba absolutamente nada. Con cuidado de no hacer ruido, rodé la llave y quité el seguro de la puerta, abrí lentamente. La cama estaba vacía, caminé en silencio, sentí un ruido y volteé a ver. Kendall estaba durmiendo contra la pared al lado de la puerta.
Su camisa celeste a medio desprender, su cabello revuelto y sin zapatillas, estaba totalmente desastroso. Sus ojos estaban cerrados y su rostro en paz. Me acerqué un poco a él y me senté en frente suyo. Esperé unos minutos a que abriera los ojos pero me cansé y me decidí a pedir el desayuno. Me puse de pie y lo mire una vez más. Di media vuelta y sentí su voz ronca.

-No te vayas.-me dijo. Volteé a verlo y vi como abría sus ojos con cierta pesadez.- Por favor.- dijo casi suplicando.

-Voy a pedir el desayuno.-le informé temerosamente. No había olvidado lo de la noche anterior y como había querido pegarme.

-No lo pidas.-me dijo. Ignorándolo volteé de nuevo y me senté en la cama junto a la mesa de noche, tomé el teléfono.- No lo pidas.-insistió. Lo miré.

-Tengo hambre.-dije. Se puso derecho e hizo una mueca de dolor.- Me pediré solo para mi.-le advertí viendo cómo se ponía de pie. Tenía miedo de que me quisiera pegar por esto.

-Pero no pidas nada, ni para ti, ni para mí, ni para nadie.-dijo dirigiéndose a la cama. Respiré hondo conteniendo el miedo. Se tiró sobre la cama, boca abajo, volteó la cabeza y me miró.- ¿Puedo llevarte a desayunar?
-No Kendall, no quiero.-dije. Sabía que me estaba por ganar un golpe.
-¿Por qué no?
-No tengo ganas de salir, aparte solo mírate, estas hecho un desastre y tienes un olor a alcohol que no se soporta.
-Me doy una ducha y vamos.-dijo. Lo vi hacer otra mueca de dolor y se sentó en la cama.- ¿Puede ser?
-No tengo ganas, dejémoslo para otro día.
-Me doy una ducha y nos vamos.-me comentó. Se puso de pie y buscó ropa en su parte del armario.- Ponte algo de ropa, estas en pijama.-me dijo. Entró al baño y cerró la puerta.

Dejé el teléfono donde estaba. Era más que obvio que tenía que obedecer. Abrí el armario y saqué una remera gris y unos shorts blancos. Me puse mis ojotas y me coloqué frente al espejo. Tenía ojeras, debía cubrirlas pero tenía que esperar a que Kendall saliera del baño, porque ahí estaban mis pinturas. Me quedé observando mi rostro, la marca en mi cuello que aún no se borraba. A través del espejo vi a Kendall salir del baño. Llevaba puestos unos pantalones negros y una camisa blanca. Volteé y me encontré con el muy cerca mío. Me puse incomoda y desvié la mirada.

-¿Soy el responsable de esto?-dijo tocando la marca de mi cuello.

-¿Quién más si no?

-No lo sé, ayer no estuve en todo el día contigo.

-¿Me crees fácil?-arqueé una ceja. No entendía a qué se refería.

-Por lo que me demostraste, yo creo que si.-dijo. Ignoré sus palabras, e intenté ignorar su presencia, pero esa parte se me hizo imposible.

Caminé hasta el baño y comencé a maquillarme. Me coloqué corrector de ojeras y luego lo cubrí con base, me delineé los ojos con negro y luego pase rímel en mis pestañas, me coloqué manteca de cacao en los labios y dos gotas de perfume en el cuello. Salí del baño y lo vi sentado en la cama tecleando su celular.

-¿Lista? Ya tengo hambre.-dijo levantándose de la cama. Ni siquiera me miró, caminó hasta la mesita de noche y sacó su billetera, volteó a verme.- Vamos, no te quedes ahí parada.

No respondí, no iba a decirle algo para que comenzáramos a pelear. Él se dirigió a la puerta y la abrió, tomé mi celular y salí por la puerta que antes había sido abierta por él, el salió detrás de mí y cerró la puerta. Llamé al elevador y en segundos se abrió la puerta, entramos y Kendall marcó planta baja. La caja metálica comenzó a descender hasta abrir sus puertas en la planta baja del hotel. Kendall tomó mi mano antes de salir de ahí. Quise zafarme de su agarre pero me fulminó con la mirada haciendo que el temor se apoderara de mi cuerpo, solo seguí sus pasos.

-Buen día señor y señora Schmidt.-dijo el recepcionista.

-Buenos días.-le respondió Kendall con una sonrisa más falsa que una moneda de lata. Yo solo miré el suelo mientras salíamos de ahí.- Vamos caminando.-me informó, solo asentí.

Caminamos de la mano hasta llegar al muelle y nos sentamos en un café. Uno en frente del otro y ninguno hablaba. Se sentían las olas romper y la brisa del mar llegaba hasta allí.

-Buen día. ¿Qué desean desayunar?-dijo la alegre voz de una joven.

-Buenos días.-dijo Kendall llevando su mirada al rostro de la chica.- _______. ¿Qué vas a pedir?

-Un jugo de naranja y dos media lunas.-le dije a la chica. Ella asintió y escribió sobre su anotador.

-¿Usted señor?-le preguntó a Kendall. Definitivamente ella le estaba coqueteando. Él le sonrió seductoramente antes de hablar.

-Nada más un café-dijo y luego desvió su mirada hacía mí. Lo estaba haciendo a propósito.

La chica sonrió coqueta y se retiró de nuestra mesa. Me crucé de piernas y apoyé mis manos sobre mi rodilla, miré las olas moverse mientras esperábamos nuestro desayuno.

-Gracias.-dijo Kendall cuando la morena colocó el café frente a sus ojos.

-De nada señor.-le contestó ella con una risita estúpida.- Aquí esta lo suyo.-me dijo a mi mientras me entregaba mi pedido.- Si necesitan algo me avisan.

-Sí, necesito una cosa.-dije. Ella volteó a verme, Kendall sonrió enterándose de mis notorios celos.

-Dígame.-dijo ella.

-Que te retires y dejes de coquetear con mi prometido.-dije revolviendo mi jugo como si nada pasara.

-Disculpen, yo pensé que eran hermanos.-dijo la morena. Le sonreí sarcásticamente y se dio la vuelta para irse de ahí con sus mejillas rosadas.

-¿Qué fue eso?-preguntó tomando de su café.

-Kendall.-le dije amenazante.- Estas jugando con fuego.

-________.- me dijo en el mismo tono.- ¿Acaso te estoy quemando con mi fuego?-dijo. Arqueé una ceja, sonrió de costado.- Creo que estas algo celosa por mi coqueteo hacía la morena. ¿No crees tú?

-No bombón.-dije sarcástica. Sonrió hipócritamente.- Solo quería cortarte el mambo. Por mí, ya te he dicho, puedes morirte.

-Como digas. Créeme, reconozco a una persona cuando esta celosa.

Me quedé callada, no iba a negarle que no estaba celosa.

La Bella y la Bestia. -TERMINADA- Kendall SchmidtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora