Epilogo

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Vi a Kendall entrar por la blanca puerta, tras un ramo de rosas, su tierno rostro apareció. Karin, de la mano de su papá, sonrió ampliamente y quiso zafarse del agarre de Kendall.

-¡Mami!-gritó Karin y llevó a rastras a Kendall.

-Espera, hijo-dijo Kendall y le soltó la mano.

Mi esposo se volvió y cerró la puerta de la habitación.

-¡Te he extrañado mucho!-dijo Karin y apoyó su rostro en el borde de la camilla.

-Aii, mi amor, yo también-dije y acaricié su pequeña mano.

-Kenia se ha ido, le dije que se quedara contigo hasta que volviera con Karin-se quejó Kendall y se acomodó a un lado de la camilla-. ¿Estás bien?

-Muy bien-le sonreí débilmente.

-¿Mis mellizos?-preguntó Kendall.

-¿Mi hermana y hermano?-preguntó Karin.

Kendall me dio el ramo de rosas y besó mis labios.

-Te amo, _______.

-Yo también te amo, Kendall-volví a sonreírle-. La enfermera me ha dicho que están muy sanos y que son hermosos.

-Con una madre como tú, de seguro son hermosos.

Kendall desvió la mirada y la posó en Karin. El niño, estaba inclinado sobre la cuna de Kimberly y le sonreía con ternura.

-¿Ella es Kimberly?-preguntó.

-Ella es, Kimberly, tu hermana menor-le dijo Kendall y cruzó la habitación para ir con Karin.

-¿Me tomas en brazos, papi? No veo a Kaled.

Kendall tomó a Karin en sus brazos y se inclinó un poco sobre la cuna de Kaled. Karin sonrió y se tapó la boca con ambas manos.

-Es igual a Kimberly solo que en hombre.

Reí levemente y Kendall se unió a mis risas.

-Son mellizos, Karin-le explicó Kendall.

-Oh mi Dios-dijo Karin-.

Kaled se movió un poco y refregó una de sus manitas en sus ojos. Abrió lentamente uno y luego el otro. Karin lo observó atento y luego alzó su mano para agitarla en un saludo.

-El es Kaled-le dijo Kendall-. Es quince minutos mayor que Kimberly.

-Pero no mayor que yo-dijo Karin observando a Kendall-. ¿Mami me sigue queriendo?

No hablé, estaba débil, no tenía casi fuerzas. El parto de las niños había sido terriblemente doloroso, y sufrir en medio del parto no era nada agradable. Kendall, luego del parto, había estado pendiente de mí, pero sus insistentes preguntas me sacaban de quicio y terminamos por tener una pequeña discusión. La cual, se arregló cuando nos dieron a los niños, sanos y limpias.

-Mami te ama, al igual que yo y al igual que van a amarte tu hermana y hermano.

Karin sonrió y pasó sus pequeños brazos por el cuello de Kendall, lo abrazó fuertemente.


Dos días después, me habían dado permiso para salir del hospital. Mientras Kendall cargaba a los mellizos, Karin se encargaba de llevar los globos y yo, llevaba el bolso.

Llegamos a casa, alrededor de las once de la noche. Karin venía durmiendo en el asiento trasero del auto, a la derecha, mientras los mellizos, iban en las sillitas.

Kendall me explicó como debíamos hacer para que Karin no se despertara y pudiéramos bajar las cosas del auto. Sin decir más, Kendall tomó en brazos al niño de dos años mientras que yo me quedaba en el coche, esperando por Kendall. Cuando él volvió, bajé del auto. Kendall tomó en brazos a los mellizoz y yo bajé con el bolso y los globos.

-Me siento fatal-admití arropando a Kimberly.

-Cariño, debes descansar-dijo Kendall haciendo lo mismo que yo, pero con Kaled-. Los niños duermen, yo no molesto, puedes irte a la cama.

-Gracias, Kendall-me acerqué a él y lo besé.

-No tienes por qué agradecerme, las gracias debo dártelas a ti, por darme una hermosa familia.

-No hubiera podido darte niños, yo sola-le sonreí.

Rió y volvió a besarme.

Tres y media de la mañana. Kim comenzó con un leve lloriqueo, Kaled la siguió y los mellizos dieron una serenata de llantos durante veinte minutos.

Kendall estaba en la mecedora de mimbre, con Kaled en brazos y los parpados ya se le caían. Sacudió la cabeza y acomodó a Kaled entre sus músculos. El niño hizo una mueca y siguió durmiendo.

Dejé a Kim en su cuna. Extendí los brazos frente a Kendall y me dio a Kaled, se puso de pie y abandonó la habitación.


Una noche terrible.

Seis y media de la mañana. Kim decidió despertar a todos en la casa. Ambos tenían hambre y Karin reclamaba su desayuno desde la habitación.

-Ve tú-le dije a Kendall.

Él enterró la cara en almohada y suspiró. Alargué el brazo y acaricie su espalda mientras mantenía a Kim sobre mi pecho.

-Estoy cansado.

-Lo sé, amor-respondí-. Yo también lo estoy, pero, Karin va a ponerse celoso si nos ve a ambos con los mellizos y nadie quiere darle el desayuno.

Kendall asintió y se puso de pie. Arrastró los pies hasta la puerta y salió de allí. Observé a Keled durmiendo entre dos almohadones, para no caerse de la cama. Sonreí y quité a Kim de mi pecho. Con los ojos cerrados, movió la boca mientras la dejaba al lado de su hermano.

Kendall hizo el desayuno para Karin, él y yo. Los mellizos quedaron en la segunda planta, mientras nosotros desayunábamos soportando los gritos emocionados de Karin, intentando no dormirnos sobre el tazón.


Tres niños, un marido ejemplar. Una historia extraña, pero, a la vez fascinante. Cualquiera que sepa donde Kendall y yo nos conocimos, juraría que no ibamos a soportar más de dos años juntos.

Y véannos ahora, con tres hijos, una casa hermosa y amplia, una hermosa tia para nuestros niños, Kathy siempre brindando su apoyo, amigos que nos ayudan y quieren.

Si pudiera volver a vivir esto, lo haría. Sin contar con la pérdida de mis padres y el mal rato que pasamos Kendall y yo al principio. Pero todo pasa por una razón y cuando el papa de Kendall se negó a que Kendall viera a su hermana, nos escribió el destino más hermoso que cualquier persona pudiera escribir. Deberíamos detestarlo, pero, nunca podría ser así, sin el pequeño empujón de su papa, nosotros dos no estaríamos juntos y tres niños no habrían sido concebidos.

Recuerda, siempre que llovió paró. Y todo pasa por una simple razón. Antes de ser feliz, se pasa por muchas tristezas. Así que, si sientes que tu mundo se derrumba por una persona, no te des por vencido, y observa esta historia:

Una huérfana cae en una subasta, es comprada por un joven, el joven la desprecia, la obliga a casarse con él, todo el odio que él le tiene, el amor de ella es, se lo confiesa, él se aleja, él confiesa que no sabe amar cuando es amado, ella le enseña, sufre un pequeño incidente, él le confiesa que la ama, se vuelven inseparables, llega el primer niño, los mellizos y el amor día a día es increíblemente difícil de creer.

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LEAN LA 2º temporada :)

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La Bella y la Bestia. -TERMINADA- Kendall SchmidtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora