Capitulo 25:

9K 257 5
                                    

-¿Para que quieres hablar de eso?-pregunte indiferentemente. “Que no se te note _______, que no se te note”.
-Para organizar las cosas. ¿Qué pretendes que yo elija tu vestido?-arqueó una ceja. Alcé los hombros en gesto de desinterés.- Bueno, pero luego no te quejes.-dijo excusándose.
-La verdad me daría igual, ya que este casamiento no es por voluntad propia. ¿Me explico?-dije. Tomó de su vino.
-No tienes por qué.-respondió. Observó un rato hacía las demás mesas.- ¿Ves ahí?-me señalo una pareja de ancianos que cenaba amenamente. Volteé a verlos y luego miré a Kendall.- Valía mirar con disimulación.
-Tu los señalaste y no fuiste muy disimulado que digamos.-dije molesta.- ¿Qué tienen ellos?
-Obsérvalos.-me dijo. Los miré una vez más.- ¿Cuántos años tendrán de casados? ¿50? ¿60?
-¿Y que se yo Kendall?-dije sin entender.- ¿A que quieres llegar mirando a esos dos?-pregunté. Negó con la cabeza.
-Ya déjalo.-dijo.- Por un momento aparta nuestras diferencias y finjamos que nos amamos, que vamos a tener la mejor boda de Nueva York. ¿Acaso de pequeña nunca planeaste tu boda soñada?-preguntó.
-A veces me parece que eres gay.-dije casi echando una carcajada. No le hizo ni un poco de gracia.- No tienes humor.
-No, no es que no lo tenga. ¿A ti te gustaría que te diga lesbiana?
-¿Y que tiene de malo? Existe gente que lo es.-dije. Me miró abriendo bien los ojos.
-Dime que tú no lo eres.
-Aii Kendall.-tenía ganas de tirarle un pedazo de pollo.- Yo no soy el caso.
-Pensé que lo eras, casi que te dejo aquí y salgo por esa puerta antes de que alguien pudiera verme contigo.-dijo. Algo se cruzo por mi mente.
-Digamos que he besado chicas y de más pero…
-Dime que es solo una broma.-dijo apoyando la copa con fuerza.
-No. ¿Por qué bromearía contigo?-le dije alzando una ceja.
-Lo dices solo porque yo dije que si fueras lesbiana me hubiera ido, si por eso lo dices.- pareció más que se quería convencer, que una afirmación.
-Piensa lo que quieras.
-Hey, ya no juegues.
-Okey, okey.-dije terminando mi comida, acción que Kendall ya había realizado.- Dime… ¿no podemos contratar a alguien que planee la boda en vez de hacerlo nosotros?
-Serian más gastos en la fiesta.
-Aii si porque de seguro ahora eres un pobretón. Vamos Kendall no seas tacaño.-dije enfadada. Una mujer volteó a verme.- Gente chusma.-refunfuñé. Kendall dio rienda suelta a una carcajada.
-No es eso.-dijo entre risas.
-No me parece gracioso.-dije. Asintió e intentó no reír, mordí mi labio inferior al verlo solo sonreír.- Y me cansé de estar cerca de ti.
-Hey, tranquila.-dijo apoyándose en el respaldo de la silla.- Hablemos como dos personas civilizadas.
-Es que cuando se trata de este tema no puedo ser civilizada. Entiende que no puedes pretender que me lo tome con calma si me estas obligando a casarme contigo.- crucé los brazos. Me miró atentamente, eché un suspiro.
-Pensé que a las mujeres les gustaba el casamiento.
-Claro que si, y estaría completamente feliz si no fuera porque me caso por obligación.-dije. Golpe bajo.
-Esta bien, me quedó todo muy claro.-dijo haciéndose el ofendido.
-Perfecto. ¿Eso significa que adiós boda?
-No, eso significa que si tu vida era miserable, ahora será peor.-dijo. Lo miré incrédula.
-¿A que te refieres?-dije desconcertada.
-Ya veras.-me dijo. Arrugué la nariz, de verdad no entendía.
-¿Qué me harás Kendall?
-He tendido compasión, ¿sabes?-dijo. Blanqueé los ojos mientras el me observaba.- De verdad no te lo esperaras.-dijo. Creo que comienzo a entender a que se refiere.- Estas castigada pequeña, por mal comportamiento.- Oh por Dios, me la mandé.
-No comprendo Schmidt.-le dije tragando saliva.
-¿Quieres que te explique aquí?-me dijo maliciosamente. Sexo.
-No me expliques nada imbécil.-estaba enojada.- Ya te he dicho que no me pondrás un dedo encima.-agregué. Llegó el mozo.
-¿Van a querer postre?-preguntó cordialmente.
-Si, helado por favor.-dijo. Me observó a mi esperando que yo pidiera, me quedé callada. Se aclaró la garganta, seguí mirando en dirección a otra familia que cenaba.- ______.-dijo finalmente.- ¿Vas a querer postre?
-No.-dije secamente. Ni siquiera lo miré.
-Si sigues así no tendremos luna de miel.-acotó luego de que el hombre se fuera.
-Me importa tanto.- hágase notorio mi sarcasmo.
-Compórtate como se debe, no tienes seis años.
-Ojala los tuviera, ojala no tuviera dieciséis y ojala no te tuviera cerca.
-Algún día te arrepentirás de haber dicho eso.
-No lo creo.-fruncí la boca. Desvié la mirada de nuevo. Lo sentí reír.- ¿Qué es lo gracioso?-pregunté seria.
-Es que no sabes lo que me excita cuando te pones así.-dijo. Abrí la boca en señal de sorpresa y luego me levanté de la mesa.- Ven aquí.-me dijo.
-Déjame ir al tocador.-casi grité.
-No me montes un numerito aquí mismo.-dijo enojado.- Vuelve rápido o te iré a buscar.-dijo molesto

Caminé hacía el baño y me apoye contra la mesada para observarme al espejo. Simplemente tenía ganas de que un ovni llegara al baño y un alien me llevara a Marte con el. Las lágrimas se llevaron el rimel hasta mis mejillas mientras que una mujer con una nena entraban al baño. Tomé papel e intenté cubrir mis lágrimas.

-Quédate aquí, ya salgo.-le dijo a la nena. Supuse que era su hija.
-Si.-asintió la nena de cabellos dorados.- Me quedo aquí.-dijo sonriente.
La mujer se encerró en un pequeño baño y la nena me observó, desvié la mirada.
-Hola.-dijo con una fina voz.
-Hola.-respondí abriendo mi bolso.
-¿Estas bien?-preguntó entre cerrando sus celestes ojos.
-Si.
-¿Uno llora cuando esta bien?-preguntó.- Mami, hay una nena llorando.-gritó luego.
-No, no, no estoy llorando.-le dije.- Es solo que me entró algo al ojo.-expliqué, pero no tenía por qué hacerlo.
-¿Por qué lloras? ¿Tu gatito murió?-preguntó tiernamente. La cadena del baño se hizo escuchar y segundos después la mujer salió del pequeño baño.- Mami, ella esta triste.-le avisó. La mujer me miró.
-Disculpa a mi hija.-entonces ella me habló.- ¿Puedo ayudarte en algo?
Si por favor llama a la policía y dile que esta noche mi futuro esposo me violara.
-No, pero gracias igual.-dije. La nena corrió a abrazarme.
-¿Quieres ser mi amiga?-preguntó con su tierna voz.
-Seria un placer.-respondí sin entender por qué tantas ganas de hablar comigo.
-Bueno, vamos Macarena.-le dijo.- Hasta luego.-me dijo a mi. Sonreí esperando a que cerraran la puerta para romper en llanto otra vez.
¿Es que mi vida no podía ser peor? Sin padre, sin madre, sin amigas, con Kendall y encima casarme a los dieciséis.
Respiré hondo y conté hasta diez para tranquilizarme, tenía que salir, estaba segura de que Kendall iba a venir por mí si no me apuraba.
Revolví entre mi bolso y busqué mi maquillaje. Me retoqué y arreglé mi pelo, me lavé las manos y me volví a mirar en el gran espejo. Sentí el golpe en la puerta principal del baño.

-¿_______ estas ahí?- mierda, era su voz.
Sin responder abrí la puerta y lo esquivé. Como era de suponerse, me tomó del brazo.
-¿Qué te pasa?-preguntó. Me zafé de su agarre y seguí caminando.- Ven aquí.-me siguió. Me senté a la mesa y el en frente mío. Me observó por unos segundo y se dispuso a hablar.- ¿Estuviste llorando?-preguntó.
-No.-dije secamente mientras intentaba no mirarlo.
-¿Segura?
-¿Ahora harás que te explique cada uno de mis movimientos?-pregunté enojada. Frunció el ceño y quiso hablar pero lo interrumpí.- No quiero seguir con esto.-dije.- ¿Podemos irnos al hotel?
-Si. Luego de que termine mi postre.-me dijo. Apoyé un codo sobre la mesa y mi barbilla sobre mi mano.
-Tengo sueño, apúrate.
-Okey, déjame en paz.-me dijo.
-No debería porque tú nunca me dejas en paz, pero lo haré porque de todas maneras siempre salgo perdiendo yo.-dije. Sonó a victima. Me miró por un segundo pero no respondió.
Veinte minutos para comerse un helado. Y como siempre, lo había hecho a propósito. Salimos del lugar, luego de que Kendall pagara. Tomó mi mano y la corrí de un solo tironeo.
-¿Qué te pasa?-preguntó enojado.
-Tu me pasas.-le dije de mal modo.- Allí hay un taxi.-dije caminando hacía uno, abrí la puerta y Kendall la cerró.
-No subes ahí hasta que no hablemos.
-No quiero hablar contigo.-dije dándole la espalda.
-Disculpe, no ocuparemos el taxi.-le dijo al señor. Volteé a verlo y sus manos me tomaron de los brazos.- Ya me explicas.
-¡Suéltame!-le dije enojada.- Me lastimas.
-No voy a soltarte hasta que no me digas que te pasa.-me dijo con enojo. Volteé la cara.- ¡Que me digas!-gritó. Un hombre se acercó a nosotros.
-¿Todo bien?-preguntó. Kendall me soltó de golpe.
-Si todo bien. ¿No amor?-dijo pacíficamente, me observó y asentí fingiendo una sonrisa. Sabía que si decía algo, “Chau pacifismo”.
-¿Segura señorita?-preguntó. Volví a asentir.
-Segura.-respondí. Sonrió y se retiró.- ¿Podemos irnos?-pregunté.
-Si, pero no vamos al hotel.-dijo frunciendo el ceño.
-Por favor Kendall, ¿no crees que fue demasiado por hoy?-pregunté irritada.
-Okey, como quieras.-dijo y abrió la puerta del taxi. Entre yo y detrás mío el.

La noche terminó totalmente distinta a como había empezado. Pensaba que tal vez íbamos a hablar de nuestros gustos y personalidades, no de la boda.
Llegamos y baje, Kendall se quedó mas tiempo porque le pagó al chofer. Entre y llamé al ascensor, entré y Kendall entró detrás mío.
La caja metálica comenzó a ascender hasta el piso marcado en los botones luminosos al costado de la puerta corrediza. Suspiré mientras me acomodaba un mechón de pelo frente al espejo.
Este se detuvo y las puertas se abrieron, sin decir nada, ambos salimos del ascensor. Kendall abrió la puerta y entró, seguí sus pasos y cerré la puerta detrás de mí.
Silencio, silencio y más silencio. Pero lo cierto era que quería saber en que estaba pensando. Tres preguntas revoloteaban en mi mente.

• ¿A dónde quería ir antes de venir al hotel?
• ¿Por qué se había enojado?
• ¿Se acordara que hoy le toca dormir en la cama?

Me quité los tacones y tire el saco sobre el sillón más pequeño. Abrí el armario y saque mi ropa de dormir. Entre al baño. Me coloqué el pijama, me cepille los dientes, ate mi cabello en una coleta alta para que no estorbara al dormir y lave mi cara para quitar todo el maquillaje.
Al salir vi a Kendall tendido en el sillón. Esta era la respuesta a mi tercera pregunta, no, no lo recuerda.
-¿Puedes apagar las luces?-preguntó adormilado. Sin emitir palabra alguna apagué el velador, dejando la habitación completamente a oscuras.
Pasar toda la noche despierta por miedo a que tu compañero de habitación te viole, eso es feo. No poder pegar un ojo ni un solo minuto durante nueve horas, eso es feo. Ver como Kendall duerme sin problema alguno mientras que yo no puedo ni siquiera cerrar mis ojos, eso es feo.
-¿Por qué esa cara?-preguntó sentándose en el sillón. No respondí.- Hey.-quiso llamar mi atención.- ¿Por qué me miras así?-dijo mientras se desperezaba.
-No dormí ni dos minutos en toda la noche.-dije con vos áspera. Rió.- ¿Cuál fue el chiste Schmidt?
-¿Ya empiezas a atacarme desde tan temprano?-dijo ya levantándose del sillón.- Eso esta mal, ________.- me dijo. Fruncí el ceño.
-Tú empezaste.
-¿Yo?-arqueó una ceja mientras se sentaba al lado mío, del otro lado de la cama.- Tú me trataste mal.
-No, tu te reíste de mi cuando te conté que no había dormido.-dije enojada.- Aparte por si no sabes, cuando uno despierta, le dice “Buenos días” a la otra persona.-dije. Me sonrió y plantó un beso en mi mejilla.
-Buenos días mi amor.-susurró. Luego se levantó de la cama y entró al baño.
-Maldito sexy.-maldije en un murmuro.- ¿Quién te manda a ser tan lindo?-agregué golpeando el colchón bajo mi cuerpo.
Luego de un rato salió del baño. Solo lo cubría una blanca toalla que dejaba ver su torso desnudo. Abrió el armario y tiro toda la ropa que iba a usar, sobre la cama.
-¿No te has movido?-preguntó mientras pasaba una toalla por su cabello.
-No es de tu incumbencia.-dije antes de levantarme de la cama.
-Bueno, luego dices que yo soy el que empieza tratándote mal.-dijo haciéndose el ofendido.- Yo te dije “Buenos Días” tal y como tu querías, pero no me devolviste el saludo.- volteé a verlo y me hizo un puchero. Reí internamente, debo admitir que se veía hermoso.
-Buenos días Schmidt.-dije antes de meterme en el baño.
Cerré la puerta con seguro y me deshice de mi ropa, dejándola en el suelo de baldosas. Abrí la ducha y esperé un rato a que se templara. Pronto me metí y aseé mi cuerpo. Shampoo y acondicionador, jabón y esponja.
Luego de ducharme, sequé mi cabello. Aun con la toalla que rodeaba mi cuerpo, lo cepillé y luego me dediqué a lavarme los dientes y maquillarme naturalmente.
Salí del baño y busqué ropa en el armario.
-¿Notaste que esta lloviendo?-dijo desde el sillón.
-No, ni siquiera he mirado…-un terrible sonido interrumpió mis palabras.- por la ventana.-concluí luego de estremecerme por el trueno.
-El cielo esta casi negro.-dijo como si estuviera emocionado.- Es raro porque ayer estaba súper despejado.-agregó. Lo miré y le sonreí levemente. Otro trueno se hizo notar y nos dejó sin luz.- Oh, mierda.-susurró tirando algo al suelo.

-¡Kendall!-grité desde donde estaba. No se veía nada.- ¡Ven aquí! ¡Ven aquí!-agregué entre respiraciones agitadas. Señoras y señores, le presento mi mayor miedo, la oscuridad.
-¿Dónde estas?-dijo mientras tiraba otra cosa al suelo.- ¿Por qué coño hay tantos adornos en la habitación?-gritó enfadado.- Háblame.
-Aquí estoy.-dije asustada.- Apúrate.-dije intentando calmar mis nervios.
-Bueno, si, es que no veo el camino hasta allí.
-Kendall, la habitación no es tan grande.-dije ofuscada.- Me estas poniendo de mal humor.
-¿Y cuando no lo has tenido?-dijo entre risas.
-Muérete.
-Tú y tus intentos de insultos.-carcajeó mientras hacía sonar algo contra el suelo.
-Tu y tu inutilidad.-esta vez fue mi turno de burlarme.- Apúrate.
-Creo que ese fue mi celular.-dijo suspirando.- Sigue hablando.-me dijo.
-Kendall, no me jodas, estas ahí parado mirándome, se ve tu sombra.-dije enojada. Rió.- Vamos, ven aquí.
-Bien, ahí voy.-dijo y vi como se movía.- Siendo las 8:00 am, el sol debe haber salido.-dijo pensando en el por qué de tanta oscuridad.
-Si, pero no mucho.-dije no muy segura.- Kendall, camina, no te quedes estático.
-¿Estas en toallón?-dijo casi emocionado.
-Si y ni se te ocurra largar una obscenidad.
-Okey, okey, solo digo que la oscuridad me excita.-y caminó un centímetro mas.- ¿Aun quieres que vaya a tu lado?
-Si, ven aquí. Tengo miedo.-dije como una nena pequeña.- Pero te advierto que no quiero que me pongas una mano encima. ¿Entendido?
-Enten…- uno, dos, tres pasos y al suelo.
-¡Kendall!-grité mientras intentaba buscar algo con que cubrirme.- ¡Me quitaste la toalla!- y risas de su parte. La luz volvió.- ¡Cúbrete los ojos!-grite desaforadamente. Rió mientras levantaba la cara para mirarme, estaba tirado en el suelo.

Me metí en la cama y me cubrí con las sabanas. Kendall volvió a reír y se puso de pie. Fruncí el ceño mientras mis mejillas se tornaban rosadas.

-¿Quieres que te pase tu ropa o vienes por ella?-dijo agarrando el vestido negro que había tirado al suelo.

-Pásamelo.-dije cubriéndome con un almohadón.

Rió y luego me tiró el vestido seguido de la toalla. Se tiró en un sillón y se cubrió los ojos mientras reía.

-Ya puedes levantarte de allí y vestirte.-dijo entre tiernas risas.

-No mires.-dije mientras me levantaba.- Por favor.-agregué. Volvió a reír antes de contestarme.

-Si no estas segura, puedes irte al baño.-aconsejó. Si, eso era justamente lo que iba a hacer.

Me levante cubriéndome con la toalla y corrí al baño con la ropa en mano. Me coloqué el vestido y terminé de arreglarme. Salí y vi como Kendall hablaba por teléfono, mejor dicho, gritaba al teléfono.
-Okey, ya, si, si, se lo que debo hacer.-dijo. La otra persona contestó, porque el silencio se hizo notorio y el volvió a contestar.- No, James, entiende que no puedo.-nuevamente un silencio.- En México. Si, con _______.-siguió hablando.- Mi novia.-agregó. Sonreí mientras prendía el televisor.- Espera un segundo.-dijo y tapo la bocina.- ¿______?-llamó mi atención. Lo miré.
-¿Qué ocurre?-pregunté indiferentemente.
-¿Te molestaría que pasemos unos días con un amigo?-dijo haciendo una mueca. Lo analicé un segundo. Si había una tercera persona entre nosotros, de seguro Kendall no iba a acosarme.
-No, no hay problema.-sonreí y me devolvió la sonrisa
-Gracias mi amor.- me dijo. Si, estaba actuando porque su amigo lo estaba escuchando.
-De nada cariño.-le sonreí falsamente y seguí viendo televisión. Escuché como seguía hablando.
-Claro que puedes, lo único que voy a pedirte es que te hospedes en otra habitación.-hizo una pausa y rió.- ¿Dos?-gritó.- ¿Y que paso con Jane?-volvió a reír. De seguro el chico había respondido.- Bueno, debo irme.-dijo parando con la risa.- Dale, nos vemos pasado mañana cuando vengas aquí.-escuchó la respuesta de su amigo.- Bueno, hasta luego.- finalizó la llamada.
-¿Quién era?-pregunté sin siquiera mirarlo.
-James.-me dijo como si yo lo conociera de toda la vida.
-Ah.-dije asintiendo con la cabeza.- ¿Y quien es ese?
-¿Estamos de metida hoy?-dijo burlón y se sentó a mi lado.
-No respondas, de todas maneras me da igual.
-Es mi mejor amigo.-dicho esto paso su brazo por mis hombros y dejo descansar su mano sobre mi hombro izquierdo.- Lo conozco, prácticamente, de toda la vida.
-Oh que bien.-dije sarcástica.- Quita tu brazo de mi cuerpo.-agregué mientras lo miraba con desafío.
-No entiendo para que preguntas si luego me hablas mal.-respondió a mi primer comentario.- Y no, no quitare mi brazo de tu cuerpo porque ahora que viene mi amigo, quiero que actúes como mi hermosa y tierna novia.
-Oh, claro cariño.-dije fingiendo ternura.- Cuando quieras.-agregué. Me sonrió.- ¿En serio crees que haré algo por ti cuando tu nunca haces nada por mi?-fruncí el ceño. Me miró mal y luego respondió.
-Por favor.-dijo suplicante.- Son solo cinco días porque luego debe volverse a Londres.-hizo un puchero.
-Más que ternura me das ganas de vomitar.-le dije. Rió.
-Me encanta cuando me odias.
-Loco psicópata.- dije sin entender el por qué de sus palabras.- A nadie le encanta que lo odien.-le dije. Rió.
-¿Vas a hacerme ese favor?-preguntó.
-¿Vas a hacerte una trencita?-dije sonriente. Ciertamente no me había quitado esa idea de la cabeza.
-Ni lo sueñes, para eso te escondo en el baño hasta que James se vaya.-su humor había cambiado, como siempre cuando peleamos.
-Okey, como tú digas.-sonreí y volteé a ver televisión.
-Hey, no espera.-dijo besando mi mejilla. Volteé a verlo extrañada.
-¿Cuál es tu problema?-le dije enojada.
-¿El mío?-arqueó una ceja.- Ninguno, mi amor.- se acercó un poco más.- Creo que deberíamos empezar a llevarnos mejor si vamos a fingir frente a James.
-Ja, eso nunca Kendall, yo no voy a fingir nada.-le dije arrugando la nariz.
-Vamos ______, haré lo que quieras, menos hacerme una trencita o un tatuaje de esos que se van luego de semanas. Solo pide algo normal.-dijo. De verdad estaba desesperado.
-Voy a pensarlo.-dije sonriente. Tenía un plan.
-Piénsalo ahora, no hay prisa.-me sonrió.
-No, es que ahora quiero ver televisión.-le dije y desvié la mirada.
-Por favor.-suplicó.
-Okey, si lo haré, pero comencemos por que saques tu brazo de ahí.-le dije mientras quitaba su mano de mi hombro, él solo termino de sacarlo.
-Bien, dime… ¿Cuánto me costara esto?-preguntó.
-Y…-sonreí.- Necesito ropa, zapatos y una que otra cosa mas.-dije haciendo ojitos.
-Pensé que iba a ser peor.-sonrió.
-Para eso tardaremos todo el día en el centro comercial.-le sonreí. Su sonrisa desapareció.
-No, ______.-dijo.- Podemos ir luego del almuerzo y volver aquí a las 17:00 pm. Yo creo que eso es suficiente tiempo.
-Kendall-le dije.- Paso a informarte que, los locales de ropa abren luego de las 17:00 pm.
-Bien, entonces vamos a esa hora.
-No, es que tenía ganas de ver una película.-dije arrastrando las palabras.
-Bueno, rentemos una.-me dijo. Que tacaño.
-En pantalla grande.-dije de la misma manera en la que había hablado antes.
-Tenemos un hermoso plasma.-me sonrió.
-¡EN EL CINE Kendall! ¡EL CINE!-grité. Se sobresaltó y luego me miró con impresión.
-Okey, okey, era solo una sugerencia.-dijo levantándose del sillón.
-Y luego si vamos por ropa.-le sonreí. Interiormente moría de risa por su cara.
-Bueno, apúrate y te abrigas que hace frío.- me dijo mientras abría su parte del armario.
-Como diga señor Kendall.-le dije divertidamente. Pareció no hacerle gracia.- Que viejo amargo eres.-dije cuando pase por al lado suyo. Me tomó de la cintura y me pegó a su cuerpo.
-Depende en el lugar que este.
-Disculpa.-volteé para quedar frente a frente.- Me falto decirte que eres un viejo, sexopata, también.-sonreí. Me plantó un beso.- Un día de estos saldrás con la cara como Barney.-le dije empujándolo.
-¿Qué tú vas a golpearme?-carcajeó.- Vamos, apúrate quiero irme.-palmeó mi trasero.
-Ahora si veras Kendall.-me le tiré encima y ambos caímos en la cama.
-¡No, no! ¡Espera! Vas a dejarme sin cabello.-dijo intentando quitarme de encima suyo.- Es en serio, si no te quitas te empujare.-me amenazó. Hice caso omiso y golpeé su pecho.- ¡Te lo advertí!- tres segundos después, mi cuerpo yacía sobre el suelo.
-¡Maldito depravado sexual!-le grité haciendo que el riera.- Voy a molerte a trompadas.-dije enojada.
-Pareces una nena de la calle.-rió.
-Oh, disculpa, es que no soy una niña mimada y de plata como tu.-le dije histéricamente.- Y ¿sabes que? No me considero una nena de la calle por hacerme respetar por un viejo depravado como tu.-le di una cachetada antes de entrar al baño.
Si, de seguro estarán pensando que lo único que hago es encerrarme en el baño. ¿Pero que más hacer? ¿Quedarme en la habitación junto a Kendall? Eso, nunca.

-Vamos, ya sal de ahí.-dijo golpeando la puerta.

-No voy a salir.-dije sentándome contra la puerta.- Vete.

-¿A dónde quieres que me vaya?-dijo suspirando ruidosamente.

-A otro lado, no lo se, aléjate de mi y de mi vida, estoy harta de ti.

-Ya sin juegos _____.-dijo golpeando la puerta nuevamente.- Sal, vamos al cine.

-No, no quiero estar cerca de ti.

-Era solo una broma.-insistió.- Vamos, no peleemos, ya te desquitaste conmigo.

-No me importa haberme desquitado contigo, no quiero volver a verte.

-Hey, te estoy pidiendo perdón, ya ablanda un poco tus palabras.

-¡Ni siquiera me has pedido perdón!-dije en un grito ahogado.- Solo me has pedido que salga del baño.

-¿Y si te pido perdón saldrás?-preguntó por lo bajo.

-No lo se.-dije frunciendo el ceño.

-¿Por favor?

-No lo se.-repetí enojada.

-Vamos, prometo comportarme como un buen novio.

-No te creo.

-No seas negativa, al menos voy a intentarlo.-se apoyó contra la puerta.

-¿Lo prometes?-pregunté.

-Lo prometo.-respondió al instante.

-¿Buen novio en que sentido?-pregunté vacilando.

-En el que tu quieras, haré cosas… tiernas.-su voz se quebró.

-Eres bipolar Kendall.-ignoré sus palabras.- De verdad me das miedo.-agregué.- Siempre me molestas y me tratas mal pero luego vienes a decirme cosas lindas y propones hacer algo.

-Es que de verdad lo intento.-confesó.- En serio sería mejor que salgas de allí y podamos hablar normalmente.

-¿Cómo se que no me tocaras?-pregunté.

-Fui un imbécil.-aceptó.- Pero no es intencional.-quiso admitir.- A veces mis hormonas son mas fuertes que mi sentido común.-lo pensé un rato antes de dar vuelta a la llave.

-No te acerques más de dos metros.-le dije mientras fruncía el ceño.

-¿Me perdonas?

-No.-negué con la cabeza.

-Hey.-me reprochó. Volví a negar con la cabeza.- ¿Qué debo hacer para que me perdones?

-La verdad es que no se si tengo intenciones de perdonarte.-acepté con enojo. Su mirada me hizo seguir hablando.- Porque solo quieres que nos llevemos bien ahora que viene tu amigo.

-No.-dijo.- De verdad quiero que nos llevemos bien porque no se puede pasar el resto de la vida con una persona que te trata mal y te odia.

-Buen punto.-concluí.- Pero siendo sincera, la verdad me importa un comino llevarme bien contigo, lo único que te pido, es respeto.

-Okey, okey.-dijo sentándose en la cama.- Lleguemos a un acuerdo, ¿quieres?

-Si, pero prometiste ir al cine.

-Bien, vamos y en el camino hablamos.-dijo buscando su abrigo.- Hace frío así que ni pienses en salir de vestido.

Abrí mi parte del armario y saque algo de ropa, un jean y una remera en negro. Busqué mi abrigo junto con mi bolso y salimos del hotel.

La Bella y la Bestia. -TERMINADA- Kendall SchmidtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora