Si había algo peor que un Luhan enamorado, era un Luhan llorón al finalizar una novela. No es que me diera un trauma por casi un mes y no quisiera leer algo más durante los próximos días... claro que no. Tenía un pequeño problema con las historias tristes, esas que te hacen llorar por minutos que se volvían horas y al recordarlas, sentías un dolor en el pecho.
Nunca supe porque me gustaban tanto, si al final terminaba hecho una mierda.
Mis padres se habían ido de viaje, dejándome solo con Momo en casa y con un montón de comida para calentar. Al recordar el final de la novela, cuando el protagonista muere y me lo imagino tirado en el suelo, sin vida, quiero echarme a llorar de nuevo. Momo ladra al escuchar mi teléfono sonar, yo contesto sin siquiera ver quien era.
— Hey, bonito ¿estás libre hoy?
— Sehun ah... —murmuré, con la voz cortada—. Me siento mal.
— ¿Mal? ¿Estás bien...?
— Se murió...
— ¿Quién murió, Luhan?
— ¡El protagonista del libro! ¡Ellos nunca mueren! —escuché un silencio al otro lado de la línea, aprovechando para limpiar las tres lagrimillas que se me habían escapado de los ojos—. ¿Sehun?
— ¡Me asustas! Pensé que era algo más importante, Luhan.
— Es importante para mí.
Sehun se rió y me pidió disculpas por no comprenderme tanto. Me pidió que le explicara de qué iba la historia, y yo, en medio de mí ya tan bien conocido lado dramático, le di una pequeña sinopsis de la historia. Él me dijo que no era muy fan de las historias tristes, aquellas que siempre te dejaban un mal sabor en la boca, pero que por mí, leería aquella historia para entenderme un poco más.
Nos quedamos conversando en medio de mi desayuno y con Momo ladrando, pidiéndome atención.
— ¿Podemos vernos hoy? —Dijo.
— Puedes venir a mi casa, mis padres no están y me siento algo solo.
En realidad, me gustaba estar solo y andar en bóxer por toda la casa, jugando con Momo y comiendo todo lo que se me diera en gana, pero ¿quién iba dejar ir la oportunidad de estar con el chico que te gusta? Sehun aceptó y dijo que vendría cayendo el atardecer.
Me puse a ordenar todo, con Momo pisándome los talones para ver qué hacía (o probablemente solo quería que le diera más de comer).
Sehun llegó tal y como lo prometió, junto con un bote de helado de fresa y una pequeña mochila negra. Mi casa no era la gran cosa en realidad, apenas y había espacio para todo. Sehun me seguía en silencio mientras lo guiaba hacia mi habitación, cerrando la puerta detrás de mi espalda. Tal y como yo lo había hecho, noté que sus ojos se paseaban por cada rincón de mi cuarto; creo que notó la gran cantidad de peluches de anime que tenía, el escritorio donde solía desvelarme escribiendo (o eso intentaba) y mi cama, en la cual Sehun se sentó.
— ¿Y ese helado?
— Estás triste ¿verdad? Te traje tu helado favorito para que te sintieras mejor.
— ¿Cómo sabes que el de sabor fresa es mi favorito? —Pregunté, Sehun sonrió.
— Lo dijiste una vez.
Recuerdo que mis ex parejas nunca recordaban lo que me gustaba, recuerdo que ellos solían decir que era como un bebé llorón, mas nunca me consolaban. No es que quisiera toda la atención del mundo, menos por estupideces de una novela que no era real, sin embargo, Sehun se había tomado la molestia de venir hasta mi hogar. En ese instante desee tirarme sobre él y besarlo en la boca, pero me calmé.

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Cuando una lágrima cae del cielo (HunHan)
أدب الهواة"Clic", no sé si fue el sonido de su cámara o de mi corazón. Me había perdido en sus ojos y en esa estúpida sonrisa que hablaba por si sola. Éramos el desastre perfecto para encontrarse y enamorarse, éramos tan opuestos, que era inevitable no buscar...