"El Templor Aire del Sur: Parte Tres"

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ZUKO

Un sirviente les había llevado té de jazmín y panecillos. Los dos invitados tomaron lugar en cojines de plumas acomodados en el suelo mientras el Comandante Zhao les servía las bebidas.

Zuko intentó explicar lo que ocurrió en el mar. No dijo nada sobre el Avatar. Sabía que una información como esa podía ser peligrosa de divulgar.

La captura de ese niño era una victoria que únicamente el correspondía a él.

Su tío Iroh no dijo lo contrario. Se limitó a beber de su té y comer. En sus tiempos de gloria había sido un General de guerra con múltiples victorias militares, el legítimo heredero del Señor del Fuego Azulon, el siguiente en el trono conocido como el temible Dragón del Oeste.

Las cosas no habían resultado como eran de esperarse. Ahora era un anciano que acompañaba a su sobrino en su destierro para darle compañía y consejo.

Zuko dudaba que pudiera decir nada con tantos pastelitos en la boca.

—Una historia trágica, mucho me temo—Zhao no intentó disimular su falsa tristeza—. Debe ser toda una desgracia para usted, quien tan apasionadamente busca encontrar al Avatar. Dígame, príncipe Zuko ¿Ha tenido alguna noticia reciente sobre el paradero del Avatar?

Zuko intentó disimular sus sorpresa. Zhao sabía más de lo que estaba diciendo. Aquella invitación había sido una trampa.

—Sigo sin encontrar ninguna pista—declaró Zuko, impaciente por marcharse.

Las cortinas se abrieron dando paso a un soldado. El mensajero permaneció de pie junto a la salida.

—Hemos terminado de interrogar a la tripulación Comandante Zhao. El Avatar estuvo a bordo de la nave, pero logró escapar.

Zhao lo despidió con un movimiento de la mano. Se llevó la taza de té a los labios mientras sonreía. Zuko apretó los puños con frustración.

—Príncipe Zuko, insiste en mostrarse como un traidor para su Nación. Debe de aprender a tener un poco de honor —la afilada lengua del hombre logró su cometido en el chico, hiriéndolo en el orgullo—. La captura del Avatar será ahora mi deber. Una tarea tan importante no puede descansar sobre los hombros de un adolescente.

—¡No puede!—Zuko se puso en pie, rabioso. Iroh no tardó en seguirlo—. El Avatar es mío. Le prohíbo que se interponga en mi búsqueda.

—Lamentó recordarle que no se encuentra en posición de ordenarme nada. Estuvo en su poder y lo dejo escapar. Ya ha mostrado su incompetencia para esta tarea, muchacho. Soy yo quien debe recordarle que ocultar información vital es un acto de alta traición. Agradézcame por permitirle marcharse sin consecuencias.

—Se arrepentirá. Cuando mi padre me perdone y restaure mi lugar en el trono, lamentará cada palabra que ha dicho.

Zhao lo miro con malicia.

—Si su padre lo quisiera de regreso ya lo hubiera perdonado, con o sin el Avatar—Zhao dio un paso al frente, entrecerrando los ojos—. Usted no es más que una vergüenza para el Señor del Fuego. Le convendría aprender a controlar la lengua. ¿Acaso debo recordarle como es que se gano esa cicatriz?

—¡¿Quiere tener una igual?!—Zuko avanzó, con los músculos tensos. Su tío lo detuvo.

—Príncipe Zuko, piensa muy bien lo que estás asiendo. Debemos seguir nuestro camino. Deja a este hombre en paz.

LIBRO UNO: AGUA [Avatar La leyenda de Aang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora