"Los Guerreros Kyoshi: Parte Tres"

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SOKKA

Regreso al pueblo solo, ya que Katara prefería acompañar a Aang y su grupo de chillonas seguidoras.

Pasó junto a esa gran estatua que estaba en el centro del pueblo. Habían retocado los colores verdes del atuendo, el blanco de la cara y habían limpiado los abanicos y el tocado de la cabeza que estaban bañados en pan de oro.

Buscaba la base de las Guerreras Kyoshi y hasta ahora era lo más cercano que había encontrado.

Cuando empezó a caer la tarde Suki creyó que lo mejor sería regresar con las otras. Después de un rato él se aburrió de estar con Aang y Katara, así que decidió ir a ver qué tan maravilloso era el entrenamiento de esas presumidas chicas.

Las encontró en una pequeña casa. Suki estaba frente al grupo, con los abanicos desenfundados. Daba vueltas con agilidad y delicadeza, danzando con increíble coordinación. Las otras chicas la seguían en cada paso. Aunque parecía un baile inofensivo, era evidente que no lo era. En los abanicos metálicos llevaban dagas ocultas, con las cuales podían atacar por sorpresa o defenderse.

Su coordinación y agilidad lo dejaron sorprendido. La chica de cabello corto parecía disfrutar del momento, como si hubiera nacido para pelear. La rudeza había desaparecido de su rostro. Parecía casi una chica normal, que podía llegar a ser alegre.

Suki se detuvo de pronto. Giró la vista a donde Sokka estaba escondido.

—¿Piensas seguir espiándonos?

Sin más remedio, Sokka salió. Tomó su brazo, fingiendo estar calentando los músculos.

—Buscaba un lugar para entrenar, ya saben... los guerreros debemos hacerlo a menudo.

Las chicas recibieron el comentario sin inmutarse.

—Has llegado al lugar correcto—Suki hizo una señal con la mano. Rápidamente las otras Guerreras tomaron asiento—.  Escuche que eres el mejor guerrero de tu Tribu, Sokka.  ¿Deseas probar suerte?

La idea le provocó a Sokka un repentino estremecimiento. No quería hacerlo, claramente. Aquellas chicas estaba entrenada y él... él entrenaba en la planicie helada con muñecos de nieve.

Suki lo haría morder el polvo. Aún que claro, él nunca lo admitirá en voz alta.

—No sería un combate justo...—murmuró, sin darle mucha importancia al asunto.

La chica levanto su abanico.

Durante un breve momento, Sokka sintió ganas de salir corriendo en busca de su hermana menor. Suprimió un chillido poco varonil.

Suki arrojó los abanicos al suelo, para posteriormente sacar la espada, dejándola de lado. Tomó la tira de seda de su cintura y con ella cubrió sus ojos. Desarmada y ciega, dio un paso al frente.

—Ahora el combate será justo.

Sus compañeras soltaron una risita burlona que hizo arder el rostro de Sokka. Este no tuvo más remedio que aceptar el desafío.

Antes de que pudiera moverse, Suki avanzo. Lo golpeó tan fuerte en el pecho que lo mando al suelo.

Nuevamente las risas llegaron.

LIBRO UNO: AGUA [Avatar La leyenda de Aang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora