"El Regreso del Avatar; Parte Dos"

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ZUKO

El barco atraco en la nieve. La aldea parecía tan pequeña desde arriba, con sus ridículas chozas de pieles y casas de nieve. El Príncipe aguardo a que bajaran el puente principal.

Seis guardias lo acompañaron en su descenso. Debían ser suficientes hombres para enfrentar al Avatar, quien para este tiempo, debía de ser una anciano repulsivo.

Aterrizó en la nieve con sus botas de cuero negro. Una capa rojo sangre ondeaba a su espalda. Su armadura era negra, en contraste con la nieve blanca. Era la impresión que un príncipe debía proyectar. Letal y atemorizante.

—¡Fuera de nuestra aldea!—gritó un chico al frente de la muchedumbre.

Era delgado y de piel morena. Empuñaba una lanza como si pudiera sostenerla correctamente. Su cabellera estaba casi rapada, sin contar con la coleta ridícula que llevaba.

—Entreguen al Avatar, y dejare al resto del pueblo en paz—Zuko hizo su voz resonar. Los murmullos entre los aldeanos se elevaron hasta volverse una sola voz confundida.

—¡Fuera!—el chico de la lanza atacó. Zuko se apartó del camino. El chico paso de largo. El príncipe le dio una patada en la espalda, tirándolo al suelo. Le arrebató la lanza de sus manos, partiéndola en dos sin esfuerzos.

—El Avatar, ahora—puso una mano en alto para que todos pudieran verla. De su palma nació una incandescente esfera de llamas naranjas. Camino hasta la muchedumbre. Una niña permanecía con la vista baja, aferrada al brazo de una anciana. Zuko la tomó con su mano libre, aproximando el fuego en su mano a su rostro—, o convertiré a este lugar en cenizas.

KATARA

La proximidad de las llamas a su rostro la hizo jadear. Sus ojos miraron directamente a los del Maestro Fuego. Eran de un color dorado brillante, como el oro fundido. Las llamas los hacían brillar con locura. La parte izquierda del rostro blanco del chico estaba cubierta por un espeluznante cicatriz que le revolvía el estomago. La marca del Príncipe Zuko, el hijo del Señor del Fuego Ozai.

Katara estaba temblando, entre rabia y miedo, cuando una ráfaga de viento extinguí las llamas. El príncipe se apartó, soltándola. Sin previo aviso, Aang estaba de vuelta con ellos. En las manos llevaba un largo bastón de madera. Ella no pudo evitar sonreír por la alegría que le causaba verlo de nuevo, incluso cuando su ausencia había sido tan corta.

El niño se puso frente a Katara, empuñando el bastón de madera. Su cuerpo estaba en posición de combate.

—¿Me estabas buscando?—le preguntó al Príncipe. Movió el basto hacía el frente. El viento levantó la nieve e hizo retroceder a los soldados.

El príncipe tomó una posición defensiva, con los puños cerrados. Sus seis hombres rodearon a las personas.

—¡¿Tu?!— gruñó Zuko molesto. La coleta deformo su facciones. Está ofendido—. ¿Tú eres el Maestro Aire? ¿Tú eres el Avatar?

"No" Katara no lo creía, era imposible.

—Tiene que ser una broma—dijo Sokka desde el suelo.

Aang parecía tan indefenso, tan amable... El Avatar era considerado la persona más letal del mundo, aquel que gozaba de un poder indomable. Todo ese poder, retenido en un niño de doce años...

LIBRO UNO: AGUA [Avatar La leyenda de Aang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora