"Los Guerreros Kyoshi; Parte Uno"

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AANG
Habían volado durante el resto del día y la noche sobre Appa. Los primeros rayos de sol salían en el horizonte, pero Aang no había podido dormir en toda la noche. Había permanecido despierto, pensando sobre todo lo que había pasado en el Templo del Aire.

Sabía que debía de dejarlo ir, así que medito y reflexionó, intentando controlar la ira, perdonándose por no haber estado ahí para su gente cuando lo necesitaron.

Nada fue suficiente para hacerlo sentir mejor.

Sokka y Katara habían dormido plácidamente, pero ahora ya estaba despiertos. Aang se sentía avergonzado con ellos por su forma de actuar. Cuando había estado inconsciente, controlado por el deseo de la venganza fue como estar perdido en un océano negro, sin poder controlar su cuerpo.

En medio de la oscuridad, cuando todo parecía desvanecerse, la voz de Katara lo llevó de nuevo a la luz, guiándolo de regreso como si fuera un ancla que lo retenía en el mundo mortal.

Estaba profundamente agradecido con ella. Él nunca pudiera haberse perdonado si le hubiera hecho daño a cualquiera de los dos.

De mondo que Aang pensó como recompensarlos. Los llevaría a un lugar para relajarse, después de enfrentar Maestros Fuego y lo ocurrido en el Templo, le parecía bien un descanso.

—Ya casi hemos llegado—les aseguro a los chicos. Al volver la cabeza se dio cuenta que Sokka estaba recostado, mientras su hermana se concentraba en remedar uno de sus pantalones.

Aang saco una pequeña piedra de su bolsillo. Era un truco viejo de los monjes para impresionar a los extranjeros.

—¡Ey Katara, mira esto!—el chico utilizó el Aire Control para hacer girar en círculo la pequeña piedra. La chica seguía concentrada en sus labores.

—Es fantástico, Aang—le dijo sin mucha atención. Aang se deprimió y dejo caer la roca.

—Ni siquiera lo has visto...

—No te preocupes, Aang—le consoló Sokka, hurgando su nariz—. Las chicas no entienden de esas cosas. En lo único que pueden pensar en el verse bonitas y ser buenas mujeres. Nunca las interrumpas mientras están remendando, lo se por experiencia...

Su comentario logró atraer la atención de Katara. La chica lo miro con furia. Arrugo el pantalón y lo arrojó contra su hermano.

—Eres tan machista y engreído ¡Pues mira lo bien que lo he remendado!

Sokka pasó su mano por el hueco en su pantalón color azul con el horror reflejado en su rostro.

—¡Así no puedo usarlo!

Los dos hermanos empezaron a discutir. Aang decidió intervenir. No le parecía correcto que se llevarán de esa forma por algo tan sin importancia.

—Estamos un poco cansados y molestos todos. Nosotros necesitamos tomar un descanso—tomó las riendas de Appa, para espolear al bisonte. Este elevó el vuelo—. Los llevare a una isla que conozco. Podremos descansar en la playa y yo montaré al Elefante Koi. ¡Será genial para todos!

—Tan genial como el Templo Aire ¿no?—murmuró Sokka, intentando ponerse los pantalones rotos.

—¡Sokka!—lo regaño su hermana menor.

Y así fue como empezaron una nueva pelea.

KATARA

Ella nunca había estado en la playa. La arena era un polvo fino entre sus dedos, cálido por la exposición al sol. La brisa marina tenía un sabor salado y sentía la fuerza del mar a su alrededor.

LIBRO UNO: AGUA [Avatar La leyenda de Aang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora