2. Errores Graves

225 39 11
                                    

4 años después. 10 de junio de 2020.

Tengo una mala costumbre. Cada día al abrir los ojos, lo primero que hago es revisar el celular. Es como una obsesión, no puedo levantarme de la cama sin antes haber revisado el celular.

Así que cuando me despierto y veo las 12 llamadas perdidas de esa mañana me sobresalto, cuando mis ojos ven la hora que es, salgo disparada. Había quedado con Nick y Ángel en la casa de este último para pasar el día, ya que sus padres están de viaje y su casa es insultantemente grande.

Habíamos quedado a las 10, y ya iban a ser las 11. Me apresuro a tomar una ducha y vestirme lo más rápido que puedo, no tengo tiempo para maquillaje ni para hacerme un peinado decente, así que ato mi cabello con una liga, tomo mis llaves y el celular.

Escribo un mensaje rápido a mis padres y les aviso que estaré en casa de Ángel todo el día. Mis padres lo aman, y ¿Cómo no? Es el mejor novio del mundo y es tan educado que se los gano en un segundo.

Como regalo por mi cumpleaños número 17 mis padres me dieron un auto. Uno usado, si, pero ya me bastaba con eso para movilizarme por ahí. Y como regalo personal de Ángel, recibí intensas clases de manejo, lo cual ocasionó una gran pelea, y también una gran reconciliación, (ya se imaginaran).

Lo cierto es que, había perdido mi carta V, con Ángel hace unos meses. La noche de su graduación de último año. Ángel ingreso a la universidad de aquí para poder seguir viéndonos, al principio me pareció un poco injusto que el se sacrifique por lo nuestro, pero me convenció cuando me mostró que la Universidad de Chicago, es de las mejores qué hay. Tanto que he pensado aplicar ahí también. Realmente creo que podríamos tener futuro, solo hay un pequeño problema: Yo todavía no he sido capaz de decirle que lo amo.

Antes de salir de la casa recibo una llamada de mi madrina, y aunque voy con prisa, siempre hay tiempo para ella. La adoro.

—¡Tía!.—Una sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Princesa, ¿Cómo estás?.—Rápidamente mi sonrisa se desvanece.

—Tía, te oyes muy extraña, ¿Estás bien?. No me mientas, tía.

Aunque amo a mi tía, ella tiende a restarle importancia a su condición, lo cual odio. El cáncer está acabando con su vida lentamente, hace tres meses le diagnosticaron un cáncer de segundo grado y desde ese momento me tiene muy preocupada, ella lo es todo para mi, la distancia irónicamente ha hecho que nos acerquemos más y yo la convencí para que deje de fumar, y me niego a pensar que no va a recuperarse, no sabría qué hacer sin ella, sin nuestras conversaciones qué duran horas, donde le cuento sobre mi vida y ella escucha atentamente, para luego darme sus sabios consejos. Ella es como mi propia psicóloga.

—Nada que unas cuantas pastillas no puedan solucionar.—Dice ella, como siempre, restándole importancia.—Pero cuéntame de ti, ¿Cómo estás?. ¿Cuando vendrás a hacerle una visita a tu tía?. Trae ese bombón que tienes como novio.

Río en voz alta a la mención de Ángel.Mi tía había quedado enamorada de él tan pronto como le conté lo atento que es conmigo y le envié las fotos de él. Es cierto que Ángel es todo un partido. A veces no estoy segura de por qué me quiere a mí.

—Pronto tía.—le respondo.— Y por supuesto llevaré a Ángel para que lo conozcas.

—Lo estoy deseando —Dice ella—. Qué estabas haciendo cuando llamé?.—En ese momento me acorde de que debería estar camino a la casa de Ángel.

—De hecho, tía, estoy con un poco de prisa.

—Oh, no hay problema, hablaremos el otro momento. Ve a ser joven, te quiero mi niña.

Como sobrevivir al primer amor © EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora