41. Mi Primer Amor. Parte 1.

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Las caras de mis amigas muestran una gran preocupación.

¿La razón?.

Estoy llorando desconsoladamente.

—Dios mío, Yanni. Tienes que decirnos que te pasa.—Dice Cris tomando mis hombros. Trato de controlar mis sollozos pero fallo estrepitosamente. Tal vez sea el alcohol en mi sistema.

O la gran decepción que acabo de tener.

—Cris, ¿Que fue lo qué pasó?.—Pregunta Zoe.

—No lo se, la vi hace un rato hablando con Sebastian y ahora él ya no está.—Observa mi lamentable estado.

—Yo...Él...—Intentó explicar pero la voz se me quiebra en un segundo.

—Creo que yo puedo ayudar.—La cabellera pelirroja de Piper se asoma en la puerta.—Sin querer como que escuche la pelea.

—¿Pelea?.—Pregunta Cris.—¿Pelaron?.—Me observa y yo asiento débilmente.

Si, y fue horrible.

—¿Y tu por qué andabas escuchando?.—Zoe se cruza de brazos.

—Soy fan de la pareja.—Mis amigas la miran con sorpresa.—¿Quieren saber o no?.

~

El ruido dentro de la casa de Mike es como para morirse. La música popular fastidiosa hace que mis oídos quieran sangrar y las personas por todos lados gritan.

Sin embargo, estoy feliz.

Acabo de recibir mi título, junto con todos mis amigos que se encuentran aquí también.

O al menos eso creo, ya que no logro ubicar con la vista a nadie, mas que al ojiverde con el que vine hasta aquí.

—¿Ves a alguien?.—Le pregunto poniéndome de puntitas para ver. Igualmente, no le llego ni al tabique de la nariz.

—No.—Responde Sebastián.—Cris debe estar con su novio, Nick y Mike ligando por ahí y Zoe...—Piensa.—La verdad a veces no se donde se anda metiendo.

—Con su prima, probablemente.

—Pues eso.—La expresión de su rostro es demasiado seria.

—¿Pasa algo?.—Me mira con un poquito de fastidio.

—Te dije que no estaba de humor para una fiesta, Yanni.—Si, lo dijo.

Y entonces yo mencioné que era su graduación.

Y que no lo perdonaría si no me traía.

—Sebastian...—Antes de que comience mi sermón sobre cómo debería soltarse más, el me interrumpe.

—Tengo algo que decirte.—Suelta. Lo miro un poco confundida.

—¿Aquí?, ¿ahora?.

—Digamos que mañana ya sería tarde.—Esa frase termina por asustarme.

—Dime.—Digo a pesar de no es el mejor lugar, estando tan fuerte la música. Sebastian inspecciona al rededor unos segundos.

—Vamos.—Toma de mi brazo jalándome en dirección hacia una puerta que se encuentra cerca. La abre y nos mete a ambos dentro.

Resulta ser algo así como un armario de escobas.

Es bastante pequeño pero al menos no se escucha tanto la terrible música.

Como sobrevivir al primer amor © EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora