24. Nosotros Los Niños

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El otoño es mi estación favorita del año.

Todo, desde los colores hasta el clima no tan frío, hacen que sea perfecta para mí, pero inexplicablemente estos días en Chicago se presenta una ola de tormentas, lo cual en horrible porque no me gusta la lluvia.

Puedo disfrutar, supongo de una pequeña lluvia/goteo, con un buen chocolate en la comodidad de mi casa, pero cuando llueve así de fuerte, y hablo de tormentas, viento fuerte, rayos que asustan, no entiendo como sigue habiendo gente que a la que le gusta.

Y si se preguntan, ¿y quién podría ser ese extraño ser?.

Simple, mi recientemente reconciliado mejor amigo, Sebastián Santoro. O Bianchi, creo.

—¿Sabés?, eres la única persona que podría disfrutar de esto.—Le hablo, mientras su mirada se queda fija en la ventana de la cafetería.

—Solía gustarte mucho la lluvia, si mal no recuerdo.—Voltea.

Me cuesta un poco entender de lo que esta hablando, hasta que recuerdo y un color carmesí toma mis mejillas.

Una vez me beso durante una lluvia, con 14 años.

Pero se equivoca, el quería salir a la lluvia y yo no, terminó arrastrandome al patio trasero de su casa mientras Nick jugaba videojuegos.

Su tía pegó el grito al cielo cuando nos vio mojados, llamó a mi mamá y ambas hicieron un gran escándalo, pero eventualmente todos terminamos riendo de la situación.

—No, ese eres tú, siempre has tenido una extraña fascinación por ella.—Exclamo, pero él solo sonríe. Sabe que ha logrado ponerme incómoda. Cuando vuelve su mirada a la ventana, pienso en lo mucho que ha cambiado, y como en realidad parece el mismo niño inseguro que conocí en cuarto grado.

—A mí me encanta la lluvia.—Agrega Nick, haciendo que regrese a la realidad de donde estamos.

—Hombres.—Suspiro. Ambos me levantan las cejas al mismo tiempo.—Ustedes dos siempre se ponen en mi contra.—Cruzó los brazos.

—O tu siempre te pones en contra de nosotros dos.—Contrataca Sebastián.

—Eso ni siquiera tiene sentido.—Ríe.

—¿Dónde está todo el mundo?.—Pregunta Nick, mirando a su vacío al rededor.

—Muchos se saltaron las clases, es decir, hay una tormenta y ya terminaron los exámenes.—Explico.—Lastima que mi mamá jamás me dejaría hacer eso.—Pico con el tenedor un poco de mi ensalada para llevármela a la boca.

—Eso ni siquiera pasó por mi cabeza.—Admite Nick.—Tengo unos niños que entrenar esta tarde.—Los ojos de Sebastián se abren con esa declaración.

—Diablos.—Exclama.

—Nah, no están tan mal.—Responde Nick.

—No, no es eso.—Se acomoda en la silla.—Se supone que tengo que hacerme cargo de mi primito hoy.

Nick y yo nos miramos, con la misma confusión palpable en el rostro:—¿Primito?.

—Si, es el hijo de mi tía Bea.

—¿Tu tía Bea tiene un hijo?.—Pregunta Nick con sorpresa.

—¿Desde cuando hablas con tu tía Bea otras vez?.

—Fuimos a verla con Ángel hace poco, en realidad vamos muy seguido desde la primera vez, tía Bea estaba encantada de vernos, además conocí a su novio.—Explica.

—¿Y este primo?.

—Tiene 3 años, solo eran algo casual cuando "paso".

—Oh, ¿Cómo se llama?.—Pregunto con emoción me encantan los niños.

Como sobrevivir al primer amor © EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora