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Desde el regalo de Frederick ha pasado una semana. Para aclarar fue una semana de locos. El cachorro me ha traído varios problemas tales como:

1. Tener que limpiar los productos de sus "necesidades", lo cual no es nada agradable y menos cuando vacía su tanque en cualquier rincón de la casa.

2. Tener que enseñarle que para hacer sus "necesidades" tiene que pedir que lo saquen afuera. Esto fue difícil pero finalmente lo conseguí antes de que mi madre intentará matarme.

3.Verme obligada a alejar el calzado del amigo peludo. Éste debe encontrarse muy lejos, ya que podrías ir al trabajo con agujeros en los zapatos. Lo sé porque tuve que ir a comprar un par nuevo para papá.

4. Cuidar todos mis libros y cuadernos ya que el perro los mira con deseo de romper cada página.

5. Colocarle un nombre. Esta tarea me fue muy difícil dado que quería encontrar un nombre que le quedará a la perfección. Luego de averiguar un poco por Internet decidí llamarlo Sparky. Su nombre significa todo lo que es: alegre, travieso y listo.

Por otra parte Christopher se ha acercado a mí para hablar de películas, programas televisivos y música entre otras cosas (en todo momento pude ver a Elina observandonos con odio). Me he preguntado también si en verdad siento algo por Christopher pero me es difícil saberlo. ¿Acaso estoy mal? Me ha gustado Christopher desde hace mucho y ahora no sé si realmente siento algo por él. Aparte de esto sólo tuve que lidiar con la cámara de mi hermana. Su proyecto exige bastante por lo que a mi familia y a mi nos ha tomado miles de fotografías (y dice que aún no acaba).

Abro los ojos con lentitud. He estado despierta sin ganas de reaccionar porque sé que dentro de un rato mamá llamará a la puerta avisando que Sparky necesita ir afuera. Observo mi habitación y me detengo en el montón de hojas rellenadas por cálculos matemáticos. El examen se acerca y he estado practicando toda la tarde de ayer para poder hoy (sabado) tomarme aunque sea la mañana para leer.

— ¡Liz, baja para despedir a tu padre! — casi lo olvidaba. Mi padre tiene que viajar por su trabajo como lo hace siempre para firmar papeles o tratos con otros arquitectos.

— ¡Ya bajo! — respondo mientras busco una campera y coloco mis pies en las pantuflas (que por cierto, las tuve que colocar en un estante).

No me agradan las despedidas. Es triste despedirte de alguien aunque sólo se vaya por dos días. La ausencia se hace notar demasiado cuando uno ya está acostumbrado a la presencia de esa persona.

— Cuidate mucho mi muchacho — la abuela abraza a su hijo para darle lugar después a mi mamá.

—Te extrañaré. Vuelve sano y salvo ¿si? —mamá abraza a papá y luego se limpia algunas lágrimas que ha dejado derramar por su rostro.

— Cariño, no llores.

—Adiós papá —dice Luck que está aferrado a su pierna.

— Portate bien Luck —besa su mejilla para luego abrazar a Kylie y a mí .

— Los voy a extrañar — papá nos abraza una vez más y luego toma su valija para dirigirse al auto con mamá,  la abuela y Luck.

—Niñas, llevaré a su padre al aeropuerto e iremos a hacer las compras. Volveremos para la hora del almuerzo.

Asentimos con la cabeza y cierro la puerta. Mi hermana se dirige a su cuarto y yo comienzo a buscar a Sparky.

— Perrito...¿dónde estás? — busco en los rincones de la cocina pero lo encuentro sentado escondido detrás del sofá.

— ¿qué hiciste? —digo buscando señales de algún crimen. El perro sólo se limita a esconderse más al rincón.

—pero que demo... —mi voz se estanca en mi garganta cuando veo el jarrón de mi mamá tirado en el suelo, hecho trizas. Ese jarrón se lo había regalado su mejor amiga para su boda, era una reliquia para ella. Tiro de mi cabello con frustración y comienzo a juntar todas las piezas en una caja. — Mamá me matará. Esto no se hace — regaño al perro y guardó la caja en un estante alto para luego confesar el crimen a mamá.

~Sentimientos ocultos~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora