Capítulo 8

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El dolor que invadía su cabeza hizo que por fin se despertara. Abrió los ojos con lentitud y rebuscó en su habitación con la esperanza de encontrar a Louis en ella, pero después de razonar un momento se dio cuenta de que aquello sería completamente imposible ya que sabía que aquel hombre tenía obligaciones que cumplir con su hija y el trabajo.

Se levantó lentamente y miró el reloj dándose cuenta de que había dormido más de lo habitual y lo mejor de todo era que no había sido atormentado por su pasado por medio de sus sueños.

Miró hacia el ventanal y las cortinas estaban corridas impidiendo que la luz entrara en su habitación y por más que intentó, no logró recordar el momento en el que las había cerrado.

A pesar de todo, soltó un suspiro aliviado y se dio cuenta de que ya era un poco tarde para cumplir con su rutina de ir a ver a los caballos y caminar un poco, así que sin más se puso de pie de un salto para dirigirse al baño dispuesto a tomar una ducha que le prometía hacerlo sentir vivo.

Sus duchas por la mañana eran demasiado rápidas, ni siquiera se detenía a analizar la sensación del agua recorriendo su cuerpo, pero en esa ocasión fue diferente, tan diferente como todo había sido desde el momento en que había abierto los ojos. Disfrutó cada segundo debajo de aquella lluvia artificial y al salir se sentía como nuevo a lo que no pudo evitar sonreír.

Bajó las escaleras sonriendo y tarareando una canción y tomó rumbo hasta la cocina que en esos momentos de la mañana se encontraba vacía. Rebuscó en los cajones y sacó los ingredientes necesarios para preparar panquesillos ya que cuando había intentado prepararlos con Louis todo había sido desastroso y lamentable.

Mezcló todos los ingredientes ensanchando su sonrisa ante el recuerdo de aquel hombre de ojos azules que había logrado darle la paz que no había sentido desde hacía demasiados años.

-          ¡Dios! – escuchó la exclamación salir de una voz femenina demasiado familiar.

Apartó la mirada de lo que estaba haciendo sin dejar de cantar y sonreír.

-          Buen día, Marie.

Ella frunció el entrecejo sin entender.

-          ¿Eres un maldito bipolar o algo por el estilo? – preguntó sorprendida.

Soltó una carcajada que inundó la cocina y miró a Marie sonreír ante su alegría.

-          Dormí demasiado bien – soltó mientras abría el horno para meter los panquesillos.

-          Dormiste horas – corrigió ella mientras se acercaba a la nevera para sacar unas cuantas frutas para empezar a cortarlas.

-          No, no, detente – dijo Harry acercándose a ella rápidamente para quitarle el cuchillo de las manos – hoy yo haré todo el desayuno.

Ella entrecerró los ojos con sospecha mientras era despojada de su lugar y sin apartar la mirada del rizado tomó asiento en el desayunador.

-          ¿Qué? – preguntó Harry riendo al darse cuenta de que ella seguía mirándolo de esa manera.

-          Creo que dejaré entrar al señor Tomlinson a casa más a menudo.

Cuando miró como las manos de Harry temblaban ligeramente impidiéndole cortar la fruta por unos segundos y su sonrisa se ensanchaba supo que había dado en el clavo.

Pasos hacia ti. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora