Ron entró a la tienda de antigüedades de Luna, que estaba detrás del mostrador, leyendo un libro de cubiertas totalmente desgastadas, no le prestó atención ni al título ni a la portada para más detalles, se recargó sobre el mostrador y recargó su barbilla en sus brazos, observando a su mejor amiga, recordando las cosas por las que habían pasado a lo largo del tiempo, jamás entendió como es que a Ginny nunca le cayera bien, si Luna siempre intentó ser su amiga, después cayó en las garras de Ron, por decirlo de alguna manera.
—Disculpe, hermosa señorita, pero me preguntaba ¿quién atiende este hermoso lugar? –sonrió al verla saltar de su banco.
—Santo cielo Ronald casi me matas –se llevó la mano al corazón.
—Lo siento, no pude evitarlo, luces tan encantadora así de distraída –sacó la lengua –así que ¿dónde está tu esposo?
—Fue a trabajar ¿por qué?
—Quería robarte un rato ¿crees que sea prudente para lo recatada que eres?
—Para ti, siempre estoy disponible, siempre es prudente para esta recatada mujer –se puso de pie.
—Bien, estaré afuera fumando un cigarrillo, no tardes.
—De acuerdo –sonrió.
Ron se quedó esperándola afuera, encendió su cigarrillo y observó los edificios, tenía que ir a ver a Ginny antes de que el día terminara, pero primero quería estar con la única persona sobre el mundo que no le juzgaba, que seguía siendo su amiga a pesar de que perdiera la oportunidad de su vida para un equipo profesional de soccer, pero no estaba tan seguro de que Luna siguiera siendo su amiga si le contaba la verdad, por muy comprensiva que fuera, jamás entendería que se enamoró de su hermana menor, le perdonaría casi todo, menos eso.
Suspiró cansino, tenía que encontrar una manera que pusiera un poco de control a sus sentimientos, a sus emociones y a su mal temperamento cada que un hombre estaba cerca de Ginny, sus celos estaban dejando de parecer de un hermano celoso, por la de un novio celoso, tenía que confiar en ella, que sólo lo amaba a él, que sólo era de él y de nadie más, que podría tener muchos amigos, pero que eso no cambiaría jamás sus sentimientos hacia él, no era justo que le prohibiera todo, mientras ella se quedaba en su apartamento esperando a que fuera y le dedicara un poco de su tiempo, y no es como si él no quisiera estar con ella todo el tiempo, siete días a la semana, veinticuatro horas al día.
—Tus actos te tienen de esa manera ¿cierto? –le interrogó Luna, que en algún momento, se había quedado de pie junto a él.
—No, sólo apreciaba el horrible clima –sonrió.
—Sé que dijiste que Hermione te mantenía atado a la realidad, Ron, pero considero que no deberías hacer esto, deberías dejarla libre, que encuentre a un chico que le ame, de la manera en la que tú no puedes, lo merece.
—Por supuesto que es lo que tengo que hacer, pero no puedo, Luna, simplemente no puedo, me volvería loco, necesito de ella para que me mantenga atado a esta miseria.
—Y estás haciendo de su vida una miseria, Ronald.
—Lo sé mejor que nadie, no creo que tengas que decírmelo ¿o sí?
—Pues parece que necesitas que alguien te lo diga, porque estás arruinando muchas vidas aquí, jugando con dos personas a la vez.
—No son dos personas a la vez.
—Estás jugando –le reprochó ella –para jugar se necesitan dos personas, tú juegas con Hermione y estás dejando que esa desconocida, juegue contigo, y te estás consumiendo lentamente ¿qué pasará cuando no puedas tocar a Hermione? Porque me queda más que claro, que ya no la amas, que estás perdiendo todo el interés que sentías por ella.
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Your Own Way
ФанфикUna vez le dijeron que se sufría igual si se amaba como si no lo hacía, sin embargo, de saber quién sería la persona de la cual se enamoraría, hubiese preferido sufrir sin amor, no conocer el amor no podía doler de la misma manera que dolía el amars...