No Puedes Tocar a Luna

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Ginny observó a Draco, tenía ese gesto engreído, frío y arrogante. Su mandíbula estaba tensa. Estaba enfurecido.

— ¿Por qué tendría que decírtelo? –contestó en tono indiferente.

—Porque te estoy ordenando que me lo digas.

—Tú, no eres nadie, para darme órdenes.

—En realidad, lo soy –se burló.

Se alejó de ella y paseó por todo el lugar intentando controlarse a sí mismo, porque de no hacerlo, saldría de ese apartamento dispuesto a golpear a quien le mirara un instante.

—Soy tu jefe –contestó descolocando a Ginny.

—No es cierto.

—Claro que es cierto ¿recuerdas la junta de Abril del año pasado? Bueno, yo estaba ahí, tal vez no me notaste. No te culpo. Bueno, pues más que nada, decidí unirme a tu proyecto porque lucías extremadamente ardiente ese día, y si no hubieses elegido esa blusa blanca un poco transparente, no hubieses llamado mi atención, ya lo sé, soy un pervertido, no lo hubiera notado si no hubiese estado viendo tu trasero y tus senos en lugar de escuchando tu presentación.

—Eres un maldito mentiroso –se acercó a él enfadada y lo golpeó, o al menos lo intentó, ya que el dolor del brazo no lo permitió muy bien.

—Fuiste mi primera opción para ese puesto, y se lo dije a Alastor, la razón por la cual acepté.

—Así que tu padre no se suicidó en navidad, no eres nada de lo que dijiste que eras, Draco –le chilló –nada de lo que me ha estado ena... —se quedó callada.

— ¿Te qué? –su enojo se evaporó.

—Me agradó de ti. No eres nada de lo que me vendiste, eres un mentiroso –se burló de sí misma –me alegro de que terminara esto antes de que lo usaras en mi contra.

— ¿Qué? ¿Qué te acostaste con tu jefe y por eso te dieron el puesto en la Isla Wight? –Se burló –nadie lo sabe aún y no me interesa eso –se encogió de hombros.

—De acuerdo, despídeme –lo animó –quiero que me despidas, si eso te hace feliz porque no voy a decirte nada y si insistes, comenzaré a gritar y diré que fuiste tú, que has estado maltratándome durante algún tiempo, te juro que soy capaz de eso Draco.

—Bien –se cruzó de brazos –comienza a gritar, no voy a irme de aquí sin una respuesta.

— ¡Largo de mi casa! –le chilló.

—Pensaba hacerlo, pero no me gusta que me griten, y menos una chiquilla tonta y malcriada.

—Le hablaré a la policía.

—Ya basta, Ginevra –se acercó a ella –si quisieras que me fuera ya me hubieses sacado, ya le hubieses hablado a tus vecinos, pero no quieres que me vaya, te sientes sola ¿no es así? Miserable.

—Tú no sabes nada de mí –observó a otro lado.

—No sé quién fue, pero tal vez entre Ronald y yo, lo descubramos.

—Ronald no va a venir a ayudarte.

—Por supuesto, estás intentando que...

— ¡Él no va a venir! –Le contestó enfadada –y es mejor que mantengas a mi hermano alejado de todo esto.

—Fue él ¿no es cierto? –Ginny observó a otro lado.

—No sé de qué me hablas.

—No fijas inocencia, fue ese tipo, del que estás enamorada ¿cierto? Ese hombre que le gritaste a Harry el otro día ¿se atrevió a tocarte a pesar de que lo defiendes tan recelosa como para cuidar su maldita identidad?

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