No Ese Malfoy

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Se duchó de forma rápida, se alistó y salió rumbo al subterráneo, odiaba el hecho de no tener auto, pero era algo que tenía que solucionar después, fue todo el camino a la oficina repasando mentalmente todo el expediente, de forma que pudiese arreglarlo rápido en la oficina antes de que incluso el jefe lo pidiera, sentía cierto placer al dejar todo su trabajo sobre el escritorio del jefe y ver la sonrisa de satisfacción de éste por su eficiencia.

— Buenos días señorita Weasley –saludó Richard, el portero de la empresa.

— Buenos días –le sonrió educada y corrió hasta el elevador.

Tenían que hacer que subiera más rápido, miró su reloj en su muñeca, tenía quince minutos para armar el expediente.

— Srta. Weasley –saludó Tiffany.

— Buenos días, Tiffany.

— El señor Moody ya ha llegado –le informó.

Ginny sintió que su estómago se caía al piso, sintió un enorme escalofrío recorrer desde su nuca por toda su espalda, las piernas no le reaccionaron en ese momento, pero se sobrepuso en un segundo.

— Estaré en mi oficina –sonrió.

— De acuerdo.

— No ha preguntado por mí ¿cierto?

— No, por el momento no, señorita.

— Me avisas de inmediato si lo hace, adivina su pensamiento si es necesario.

— Por supuesto –asintió con una sonrisa.

Corrió hasta su escritorio y sacó sus cosas del portafolio, comenzó a organizar los expedientes en prioridades, se sentó en la silla y comenzó a hacer las anotaciones que ya había pensado en el subterráneo, no sería cuestión de mucho tiempo, sólo tenía que recordar hacer letra legible.

La puerta de su oficina se abrió para darle paso a su jefe, venía acompañado de otro hombre que no reconoció, pero no le importó, estaba justo a la mitad para terminar sus pendientes que tendría hechos, si no se hubiese quedado en casa más del tiempo necesario.

— Buenos días Ginevra –saludó el señor Moody.

— Buenos días señor Moody –se puso de pie.

— Él es Draco Malfoy –señaló al hombre detrás de él –debo suponer que lo conoces.

— Draco Malfoy –repitió buscando en su cerebro, lo único que tenía en la cabeza era cuentas y un par de propiedades en el extranjero que debería buscarse precio comercial –El fraude de...

— No ese Malfoy –interrumpió él un poco molesto.

— Por supuesto, claro, ese fue a cargo de la empresa de Lucius Malfoy, lo siento, pensé que...

— Es mi padre –gruñó molesto –pero no soy ese Malfoy.

— Claro.

— Ya está listo el informe y los expedientes ¿cierto?

— No en realidad –se llevó la mano al cabello, si hubiese tardado menos en arreglarse el cabello, tal vez eso no le estaría pasando.

— No sé qué ocurre –miró a Malfoy –te dije que ella es una de las más eficientes, todo está sobre mi escritorio incluso antes de que yo llegue ¿puedo saber la razón de ésta...?

— Lo siento –se disculpó –en realidad no estaría pasando pero...

— Está pasando –comentó Malfoy serio.

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