Capítulo 2

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Una semana, ha pasado una maldita semana y ni siquiera sé cómo se llaman mis vecinos. Viendo el panorama, como no empiece a socializar más a menudo terminaré siendo el fantasma del lugar.

Aunque ahora mismo, el hacer amigos es el menor de mis problemas.

Suspiro, mientras escucho a mi madre hablando desde el otro lado del teléfono. Siempre ha sido una persona exagerada, pero creo que esta vez se ha pasado. Murmuro algún que otro 'sí' de vez en cuando, aunque no me está dejando intervenir demasiado en la conversación.

Después de un rato, cuando parece que se ha quedado sin cosas que explicar, empiezo por fin a formular alguna que otra pregunta:

-¿Por qué no me dijiste simplemente que te ibas a Hokkaido?

-Cariño...

-Sí, podrías haber dicho "quiero empezar de cero, y aprovechando que querías vivir en Inazuma, te he dejado sin decir nada"

-Tienes que entenderlo, estos años han sido muy duros para las dos, necesitamos un comienzo de cero.

-Te entiendo mamá, sólo estoy algo decepcionada por tanto secretismo.

-Verás que algún día todo volverá a ser como antes -comenta con ternura.

Sin embargo, no consigo sacar ninguna expresión similar a una sonrisa:

-No te engañes, las cosas nunca serán lo mismo.

Dudo unos instantes, pensando en si debería colgar. Sin embargo, el silencio se ha formado al otro lado de la línea, por lo que termino por cortar la llamada:

-No te enfades con ella -salta mi abuela.

-Ya lo he dicho, no estoy enfadada, si no decepcionada. Son dos cosas diferentes.

Ella asiente, comprendiendo que la liberal actitud de su hija ha conseguido pasarla factura. Subo lentamente las escaleras, con intenciones de coger un balón y salir a dar un paseo:

-No sé cuándo volveré, puede que tarde -informo mientras salgo por la puerta.

Nada más salir al exterior, paso una mano por mi cara, intentando volver a la realidad. Comienzo a andar, con la pelota en los pies. Levanto la comisura derecha de mi boca al darme cuenta de que después de tantas complicaciones, el fútbol es lo único que ha permanecido a mi lado. Es agradable jugar cuando necesitas despejarte.

Estoy tan sumida en mis pensamientos, que no me doy cuenta de que alguien camina delante mío. Para nuestra mala suerte terminamos por chocar, cayendo ambos al suelo. El balón sale botando hacia mi izquierda, por lo que muerdo mi labio inferior y me levanto lo más rápido posible para cogerlo de nuevo.

Por suerte, mi buena forma física permite que eso no tarde en suceder, así que me acerco de nuevo a la persona con la que he chocado con intenciones de disculparme:

-Lo siento... no miraba por dónde estaba yendo.

Ahora que puedo fijarme, parece un chico joven, quizás de mi edad. Sin embargo, no puedo estar segura, ya que la capucha de su sudadera le tapa la cara:

-No te preocupes, siempre estás en las nubes, al fin y al cabo.

Frunzo el ceño, reconociendo pronto tanto la voz como las palabras. Pocas personas dicen esa frase sobre mí:

-¿Axel?

Oigo un bufido escapar de sus labios, y no tarda en seguir su camino. Le sigo con la mirada durante unos segundos, pero termino por suspirar y caminar hacia la rivera.

Fuego divino - Axel BlazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora