Capítulo 15

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Nunca olvidaré las caras perplejas de mis compañeros al verme con la mochila cargada del hombro. Mark todavía no está bien, Shawn sigue bajo vigilancia, las cosas siguen desmoronándose, y yo me marcho.

No puedo evitar sentirme culpable.

Horas antes conseguí hablar con la entrenadora. Me extrañó la poca resistencia que opuso ante mi deseo de irme. Mentí, dije que ya no podía más y que mis abuelos irían a por mí. Hace quince minutos ha llegado un coche negro a la entrada del lugar. Los chicos creen que es para llevarme a casa... ojalá fuera ese el caso.

No tengo el corazón para despedirme de ellos. Sé que es borde, sé que les dolerá, pero no quiero que se preocupen por mí. Ahora deben centrarse en levantar los ánimos del capitán.

Muerdo mi labio inferior antes de acercarme al vehículo, y me detengo. Dudo por un instante. Me obligo a no echar la vista hacia atrás, pero no pueod evitarlo. Una vez que dejo la mochila en el asiento trasero, salgo corriendo hacia mis amigos y abrazo a Tori sin pensarlo:

-¡Lo siento mucho chicos! Prometed que cuidaréis de Shawn por mí, cuidad de él. ¡Y a Mark decidle que es un gran capitán!

Hablo atropellando las palabras, y por un momento dudo que haya conseguido entender el mensaje. Jude pone una mano sobre mi hombro. En ese momento, no puedo evitar comenzar a llorar. Siento como si les estuviera abandonando:

-¿Por qué? -es lo único que se limita a decir.

Alzo la vista, con las mejillas empapadas y los ojos rojos. Los froto con mi antebrazo en un intento de mantener la compostura.

Me amenazaron con que no dijera nada, no puedo decirles la verdad, por lo que me limito a negar con la cabeza y fijar la vista en el suelo:

-Primero Nathan, luego Todd y ahora tú... esto no va a ser lo mismo. ¡Aún podemos con esos alienígenas, Saya! -intenta animarme Eric.

-Estoy segura de ello, pero no puedo quedarme. Luchad por todos, ¿vale? Por todos.

Escuchamos un pitido proveniente del coche. Las ventanas tintadas ocultan al engendro de piel verdosa causante de toda esta situación. Aprieto los dientes por rabia, pero entonces recuerdo sus palabras. 

Tengo que hacerlo por Shawn.

Suelto defininitivamente a Tori y comienzo a caminar hacia el vehículo. Suspiro profundamente antes de sentarme en los asientos recubiertos de cuero. El aire es frío, y cierro la puerta sin mirar hacia ellos.

El viaje comienza en silencio. En mi cabeza vuelan mil ideas de cómo puede ser el lugar al que me dirijo. No tardo en sacudir la cabeza, intentando alejar aquellos pensamientos. Lo que tenga que ser, será. Nadia cambiará por mucho que piense en ello.

Tardamos más de lo que imaginé en llegar. Nos recibe un edificio de unos cuatro pisos, con las paredes pintadas de un color azul oscuro que emana un aire de seriedad. Las ventanas que lo cubren son enormes, ocupando gran parte de las paredes. 

La estructura es ciertamente moderna, con una cúpula en el lado izquierdo del recinto de la cual desconozco su posible uso. Los jardines dan un toque alegre, a pesar de que el césped parezca que haya sido segado casi con una regla y los árboles estén podados en formas extravagantes. En varias zonas cerca de los escalones y las fuentes crecen algunas rebeldes flores moradas. 

Trago saliva ante un pensamiento que se siente como un puñetazo a mi moral. Me hundo aún más en el asiento, como si eso fuera a evitar que tengo que entrar ahí. Y ese es el problema.

Me gusta el edificio.

¿Y si no es lo único que termina gustándome? Un temor aflora en mi corazón. ¿Y si olvido lo que esta gente le ha hecho a mis amigos? Echo una vista fugaz al brazalete que aún reposa en mi antebrazo. Aprieto los párpados y suelto el aire que retenía en mis pulmones.

Fuego divino - Axel BlazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora