Capítulo 14

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Los días pasaban sin que apenas nos diéramos cuenta. Shawn ha despertado, pero no nos dejan verle por si causa algún ataque de ansiedad. Es ciertamente frustrante. Prometí ser su familia a partir de ahora, pero esa decisión no hizo que los médicos estuvieran de acuerdo con darme ciertas licencias.

Las cosas fuera de aquella habitación tampoco están mucho mejor. Todos intentan parecer alegres y animar el ambiente, aunque por dentro todos estemos confusos. Pero Mark... como capitán del equipo se ha tomado muy mal toda la situación.

Se culpa una y otra vez, por más que le digamos que no es culpa suya. Intentamos ser fuertes, pero Mark es la luz y la esperanza de nuestros problemas, y verle tan apagado nos confunde y pierde, nadie sabe cómo actuar.

Ahora mismo está lloviendo, desde hace un rato el frío se ha hecho relativamente preocupante. Y sin embargo, nadie ha conseguido que nuestro capitán se levante de aquella esquina y busque refugio en el edificio.

Miro a través de la ventana, viendo como cientos de gotas se deslizan lentamente por el cristal hast colapsar unas con otras y derramarse por el alfeizar. Las cosas han cambiado demasiado en poco tiempo, y nos está pasando factura.

Me encuentro tan absorta en mis pensamientos que el alma abandona mi cuerpo al escuchar a alguien llamar mi nombre. Por fortuna, solamente se aceleró el pulso de mi corazón y no solté ningún grito desgarrador. A estas horas, eso hubiera sido un problema.

Al girar la cabeza, veo a Silvia, visiblemente preocupada. Lleva agobiada desde el accidente del partido. Se refleja en su cara que ha dejado de dormir bien:

-¿Ocurre algo?

-Vamos a ver cómo está Mark, ¿me ayudas a subir unas toallas?

Aprieto los labios momentaneamente, pero no tardo en asentir y levantarme del asiento. Todo el equipo ya se encuentra esperando al pie de las escaleras. A pesar de todas las personas que somos, el silencio reina en el lugar. Todos tienen la vista fijada en el suelo.

Silvia me entrega unas toallas blancas, suaves y limpias. Ya con todo preparado, comenzamos a subir poco a poco. Las zapatillas y los calcetines hacen crujir la madera, y pronto escucho el chirrido de la verja del ático abrirse.

Jude se encuentra a la cabeza. Iba con la seguridad de que él pudiera hacer que el chico entrara en sus cabales, pero antes de que ninguno podamos hacer nada, escuchamos a Mark hablar: 

-El fútbol me ha traído muchas cosas. Siempre ha sido mi diversión, y he hecho muchos amigos gracias a él... pero ¿por qué ahora eso ha cambiado? 

Golpea fuertemente la reja en la que se encuentra apoyado, lo que hace que Silvia ahogue un grito al pensar por un momento que pudo hacerse daño en la mano:

-Ya no sé que hacer. Lo mismo que me dio esperanza muchas veces le está trayendo dolor a las personas que me importan...

Celia hace un intento de acercarse, pero Jude no tarda en detenerla. Entonces a todos se nos cae el alma a los pies. Mark necesita tiempo a solas, por mucho que nos cueste admitirlo. Necesita gestionar todos esos sentimientos y recuperar su fe por el fútbol.

Silvia y yo dejamos las toallas al lado de la puerta, con la esperanza de que entre pronto. 

Durante la cena el silencio sigue predominando la mayor parte del tiempo. ¿Cómo podremos derrotar a los extraterrestres con este panorama? Nos están afectando más de lo que imaginamos en un principio, y es posible que a este ritmo el daño sea irreversible en cierto punto.

Esta noche no podré dormir con ese miedo en la cabeza.

(...)

Para sorpresa de nadie, no soy la única que se ha levantado con ojeras y continúa haciendo su cansancio visible. Yo arrastro los pies por la estancia, casi como un zombie.

Fuego divino - Axel BlazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora