Caí rendida nada más entrar en el autobús. Estaba agotada, y el recostarme en los mullidos asientos fue el catalizador perfecto para dormirme.
Pude despedirme de Jordan y los chicos. Todos temían lo que pasaría a partir de ahora, así que no dudé en ofrecer mi ayuda. Ellos la denegaron, pero admitieron con una sonrisa que cuando las cosas se calmaran, contactarían conmigo.
Son buenas personas, lo sé. Son buenas personas en circunstancias no tan buenas.
Poco a poco, mis pensamientos se desvanecieron, dando paso a un sueño abstracto.
Me encuentro en una habitación totalmente negra. No floto, pero tampoco siento el suelo bajo mis pies. Obviamente al intentar observar mis manos, soy incapaz de ver nada. Estoy consciente, presente, y a la vez me siento etérea. Es como si no existiera.
Pasa el tiempo, intento caminar de un lado a otro pero debido a la falta de luz es un despropósito. Suelto un bufido, algo frustrada. Termino por sentarme, aunque la extraña sensación de un suelo inexistente permanece.
Apoyo mis mejillas sobre ambas manos, y cierro los párpados por un instante. En cuanto se cierran, un torbellino de colores inunda mi visión. De alguna manera, también mis pulmones, así que comienzo a toser.
Un error, ya que al abrir la boca sólo entra más color. Mis párpados se despegan de manera brusca, el corazón me late a mil por hora, calmándose un poco al volver a encontrarse en completa oscuridad.
Sin embargo, esta vez, algo brilla al fondo. Una luz naranja capta mi atención, debe de estar a unos treinta metros más o menos.
La curiosidad de saber lo que pasa me consume, por lo que comienzo a correr en su dirección. No tardo mucho en llegar, mordiendo mi labio inferior al ver lo que causa la luminosidad.
Una llama de naranja brillante se mueve de manera descontrolada en el centro del lugar. Es poco más grande que mi cabeza, e irradia un calor que me transmite mucha calma.
Intento resistir la tentación de alzar la mano y alcanzar las flameantes llamas, pero en un intento de ello me doy cuenta de algo.
Sólo tengo nueve dedos.
En lugar de gritar y horrorizarme, recuerdo algo. En los sueños, la realidad es distinta. ¡Eso es! Esto es un sueño.
Algo más segura de mí misma, levanto el brazo con decisión. Mis dedos rozan el fuego, pero no quema. Es más, produce una sensación muy agradable al tacto. Siento como si estuviera en casa, al lado de una chimenea un día de invierno, con la manta sobre las piernas y un chocolate caliente en mano.
Río ante el pensamiento, y pretendo abrazar las llamas con ambas manos. Sin embargo, en cuanto vuelvo a hacer contacto con la llama, su color naranja desaparece por completo sustituyéndolo por un azul celeste.
La calidez sigue siendo la misma, pero el susto ha hecho que dé unos cuantos pasos hacia atrás. Me desequilibro, cayendo de espaldas.
En pocos segundos, la llama comienza a crecer, evolviendo todo el lugar. Ya no tengo que cerrar los ojos para inundarme en miles de colores.
Sin embargo, esta vez no me ahoga. Esta vez me hace verlo todo de otra manera. Me dejo llevar, envolviéndome por la calidez y euforia que transmite.
Desconozco el tiempo que pasa, pero llega un punto en el que comienzo a escuchar voces, como si estuviera bajo el agua. No reconozco a nadie, son demasiado difusas. Acaricio la llama de nuevo, mientras noto que recupero la consciencia poco a poco.
Hay algo que todavía no entiendo, ¿por qué lo hizo?
Frunzo el ceño, me remuevo en mis pensamientos, cada vez viendo los colores de manera menos intensa y más difusa. Se mezclan unos con otros, algunos desaparecen, otros se mueven desesperadamente.
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Fuego divino - Axel Blaze
FanfictionSayuri Azuma es una apasionada del fútbol, y eso lo único que la ha mantenido con los pies en la tierra después de tres duros años de cambios. Sin embargo, el destino tiene una manera enrevesada de trenzar las cosas, y la volverá a juntar con su mej...