El día era lluvioso, y había decidido quedarme en casa para poder estar tranquila y reflexionar sobre cómo iba a comenzar mi nuevo libro. El documento llevaba abierto dos horas, y el cursor seguía parpadeando sobre una página en blanco. Suspiré algo frustrada, y me levanté bruscamente para estirar las piernas. Daba vueltas por los pasillos como si fueran a llegar a alguna parte, y mi mente comenzó a divagar mientras mi cuerpo se encargaba de mantenerme en movimiento. Me pregunté qué tal le habría ido a Xavier en su conferencia, y recordé que Jordan quería visitar una exposición conmigo esta semana. Pronto me quedé con las personas en mente y no con las responsabilidades, así que nuestros recuerdos juntos de la adolescencia no tardaron en aparecer. Había pasado mucho desde aquel entonces, y habían pasado muchas cosas...
Aún recordaba el miedo que sentí cuando Nathan quiso enfrentarnos, nada más volver yo al Raimon. Fue probablemente uno de los peores días de mi vida, Nathan era mi mejor amigo, además de que no era el único que estaba ahí, al lado de Ray Dark. Ninguno sabía todo lo que iba a pasar, y pensábamos que los habíamos perdido para siempre... Por suerte, Mark no se rinde tan fácilmente, y eso nos permitió compartir aventuras más tarde que no olvidaríamos nunca. Alcé la vista, confirmándolo al ver en el corcho de la pared todas las fotos que hicimos en la época del mundial. Ahí no me dejaron ir como jugadora, pero fue una experiencia increíble igualmente.
Por una parte me gustaría seguir jugando al fútbol de manera profesional, no hay nada que dé tanta adrenalina y emoción. Sin embargo, no me arrepiento de la vida que llevo ahora. Quieras que no, al estar rodeada de forofos del deporte, ese mundo no me ha abandonado todavía. Escuché la notificación de mi teléfono en el salón, y sonreí. Seguramente sería Harley pidiendo que fuéramos a jugar por la tarde al campo de la calle de al lado.
Habíamos crecido mucho. ¿Demasiado? Puede, pero estábamos más unidos que nunca y no cambiaría eso por nada.
Seguí inmersa en mis ensoñaciones hasta que escuché un juego de llaves enredar con la cerradura del piso. Me sobresalté ligeramente, tensando los músculos por un segundo. Sin embargo, no tardé en sonreír y correr hacia la puerta. En cuanto se abrió me eché a los brazos de Axel, que me recibió con sorpresa:
- Estás teniendo un buen día, por lo que veo - rió.
Sacudí la cabeza, sin saber muy bien cómo responder. Le miré a los ojos, apreciando cómo su piel se había oscurecido, y cómo ya no engominaba su pelo hasta que tocara el cielo. Nos quedamos así durante unos segundos, y no dudé en alzar mi mano para acariciarle suavemente la mejilla. Él cerró los ojos, aún con la bolsa del trabajo colgada del hombro, pero disfrutando del tacto:
- Simplemente pensaba en lo mucho que me alegro de que las cosas hayan salido como han salido - comenté en un tono de voz suave.
- ¿A qué te refieres? - contestó confuso, abriendo los párpados ligeramente.
- Sois lo más importante para mí desde hace muchos años, ¿sabes? Me alegra que pueda seguir llamándoos amigos.
Me agarró de la muñeca con cuidado y la apartó. Fruncí el ceño, especialmente al darme cuenta de que él me miraba con una expresión divertida plasmada en el rostro:
- A mí no me puedes llamar amigo.
- Qué tonto eres - comenté entre risas.
Arrugué la nariz, para después darle un beso en los labios. Él pasó sus manos por mi cintura, lo que hizo que las mariposas de mi estómago aletearan. Después de tantos años me seguía sintiendo tan emocionada como la primera vez que nos dijimos "te quiero".
Nos habíamos casado muy jóvenes, pero cada día me demostraba que había hecho lo correcto... aunque tuvo una época algo extraña cuando comenzó a ser entrenador de fútbol. Por suerte supo salir de ella, y ahora las cosas llevaban mucho tiempo siendo lo que habían sido desde el principio. A nadie le sorprendió que dijéramos que por fin estábamos juntos, pero sí que les sorprendió que hubiéramos podido estar al lado del otro durante tanto tiempo. Nuestras personalidades son fuertes, pero de alguna manera encontramos el equilibrio:
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Fuego divino - Axel Blaze
FanfictionSayuri Azuma es una apasionada del fútbol, y eso lo único que la ha mantenido con los pies en la tierra después de tres duros años de cambios. Sin embargo, el destino tiene una manera enrevesada de trenzar las cosas, y la volverá a juntar con su mej...