·La Guardaespaldas·

Capítulo 25.

Viernes, lindo y Santo viernes. Hoy era el último día para el Viejo Magcon, los chicos no tienen idea de si volverán a hacer otro, no tienen idea si se presentarán como "Magcon" de nuevo. Y la verdad me duele admitirlo, pero, no creo que se reúnan de nuevo.

¡Y eso es jodidamente triste! ¡Son los mejores! Pero claro, mi opinión no es que importe mucho. Pero bueno, quizás a los chicos les dolió decir eso, sólo quizás.

Pero aún así su amistad seguirá siendo real, sin importar el Magcon. Aunque para ser sincera no me gusta la idea de un nuevo Magcon, es como que... no, no la dan.

Los chicos no han parado de caminar de aquí para allá y de allá para acá. Puedo sentir su tristeza, no quieren acabar esto. Muy en el fondo de ellos, saben que éste es el fin. No habrá más "Magcon". Y aunque digan que no tienen idea de si volverán o no, yo sé que no lo harán.

— Buenos días, preciosa. —Susurró Cameron en mi oído. Ah sí, olvide mencionar que desde aquél día en que tuvimos una cena en su departamento pues... ha estado actuando así, y tampoco es que me moleste.

Para ser sincera, me encanta.

Sobre todo ayer en el viaje de camino a California, realmente se había puesto intenso. Ni siquiera las fans estaban tan intensas y cansonas con sus gritos, pero él sí.

Incluso cuando el chico me pidió mi pasaporte no dejó de mirarme y vigilarme del chico. El pobre chico sólo me sonreía nervioso, pero para Cameron eso era un significado claro de que yo le gusté al chico.

Yo por otro lado, digo que estaba nervioso por semejante psicópata vigilándome.

Incluso cuando fui al baño porque de verdad no aguantaba las ganas, no me dejó sola. Tanto así, que casi ni pude orinar bien, nada más saber que él estaba ahí afuera y podía llegar a escucharme y... ¡Agh!

Estúpido hombre sexy alborota hormonas.

— Buenos días. —Sonreí. Se acercó más y depositó un corto beso en mis labios para luego sentarse frente a mí y quedarse ahí mirándome fijamente.

— ¿Algún moco que deba retirar de mi cara? —Su cara se transformó en completa risa, no importa si arruiné el momento romántico, sí tengo un moco en la cara tengo que saberlo.

Se acomodó en su silla de nuevo y quitó una lágrima que se asomaba desde su ojo. — No puedo creer que hayas dicho eso. —Rió.

— ¿Por qué?

— No creo que ninguna chica sea capaz de decir eso delante de alguien famoso. —Bufé— Pero bueno, una vez más cambias mis expectativas.

Reí. — Créeme, sí alguien tiene un moco en su cara hay que decirle. Sería muy penoso que el chico que te guste o el amor de tu vida te viera así y...

— Yo soy el amor de tú vida preciosa, y no tienes por qué tener pena sobre eso.

¡Mis hormonas desgraciao'! Reí nerviosa y me empecé a levantar rápidamente. — Y-yo v-voy a a-arreglarme.

— Quédate un rato más. —Sus ojos me miraron tan fijamente que sentía que me estaba derritiendo con tanta calentura. ¿Cómo le digo que no? ¿Cómo le digo que no a él?

— Cam, en unas horas debemos irnos y no haré que lleguen tarde por mí culpa.

Bufó. — La única manera de que lleguemos tarde es por Nash. —Reí. Era cierto, Nash es el que más tarda en arreglarse y aún no entiendo el por qué.

Negué. No me podía dejar convencer, estaba segura de que sí Cameron seguía interviniendo y seguía suplicando me terminaría quedando. — No, casi todos están listos.