32, el enigma resuelto

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Sharon salió de la casa a gran velocidad, la Cheni fue corriendo detrás de ella.

–Mija, que haces, avísame cuando te den estos ataques de locura. Y aaaaaahhh –La Cheni se paró en seco. Si había una debilidad de la amiga de la Sharon, eran los hombres. Y cuando la Cheni vio a Mateo, el vecino nuevo de Sharon lavando el auto, sin remera, con su torso mojado y enjabonado, se resbaló y se reventó la cara contra el suelo.

–¡Compraste terreno pelotuda! –gritó Mateo entre risas. –¡Sharon! ¿Cómo andas?

–Mateo, deja a mi amiga en paz, no te rías de ella pobre, le faltan caramelos en el tarro –dijo Sharon.

–¿Te puedo ayudar en algo? –Mateo dejó la manguera en el suelo.

–Sí, pero me parece que mejor deberíamos pasar a tu casa.

La casa de mateo era un poco más grande que la casa de Sharon, pero aun así seguía siendo pequeña. En realidad tenía, para lo que Sharon pensó, el tamaño perfecto para una persona sola. Sharon distinguió un televisor plasma de unas 32 pulgadas y una laptop. ¿Mateo era millonario? Sharon siguió caminando, había una repisa con fotos, todas de Mateo. Que egocéntrico, pensó Sharon. Al final del pasillo había un cartel. En él, había una boca abierta mostrando sus dientes. Debajo decía “20 Dientes de leche, posteriormente serán 32 dientes definitivos. 8 incisivos, 4 caninos, 8 premolares y 12 molares.” Sharon sacó de su bolsillo una pequeña libreta y la abrió. En aquella libreta, Sharon solía anotar todas las incógnitas que la vida le presentaba. Aquel objeto era, junto al pantalón nevado con una mancha que parecía el rostro de Leito y la tanga animal print,  uno de los más preciados de Sharon. En las páginas de esa libreta, había información de lugares, direcciones, fechas, números, y explicaciones. Hace un año, Sharon se planteó la pregunta de cuantos dientes tiene un ser humano. Sharon sonrió, aquel enigma acababa de ser resuelto. Sharon hizo un tick al lado de “Cuantos dientes tiene un ser humano” y escribió al costado “32”. Mateo entró en la sala con una remera en las manos.

–¿¡QUE HACES!? –Gritó la Cheni.

–¿Me…visto? –Dijo Mateo

–¡NO! ¿Para qué? Quédate así mejor, ¡sentite como en casa! –La Cheni arrebato la remera de las manos de mateo.

–Estoy en mi casa –Mateo miró de reojo a la Cheni. Sharon creyó ver cómo le pestañaba un ojo.

–Mateo, no estamos acá para que te levantes a la gorda esta, vinimos para que nos hables sobre La Ultima Wachiturra de Montevideo –Mateo adquirió un semblante oscuro.

–Todo lo que se te lo dije hace unos meses –Mateo miró al suelo–. No sé nada más.

–¡MENTIRA! –Gritó la Cheni.

–¡Cállate vos ni sabes de que estamos hablando gorda de mierda! –Sharon le dio una cachetada a su amiga. Luego miró a Mateo –Aun así, la Cheni tiene razón. Hay algo más, me contaron que la profecía es más larga. Tenes que contármela entera. ¡La cumbia peligra!

–Te voy a decir todo lo que puedo –Mateo miro a los ojos a Sharon–. Hace unos meses, estaba caminando por la zona del puerto, cuando alguien me invito un caño. Yo le dije que sí, no sabes cómo estaba aquel porro boluda. Entonces, me dijo que había alguien que quería verme. El extraño que me invitó el porro me hizo entrar en una tienda donde había una casamentera. La vieja tipo estaba re loca, no sabes, había terrible olor a porro en la carpa. Entonces ella me dijo que me iba a revelar algo muy importante y empezó a fumar una pipa. Agarro un lápiz y arranco a escribir. Después me dio el papel a mí y yo lo leí en voz baja. Entonces, la vieja me dijo que tenía que fumar de la pipa, y yo fume. Y ahí se terminan mis recuerdos. Después me acuerdo que aparecí acá, tirado en el suelo.

–¿Lo que te dio escrito fue el poema verdad? –Preguntó Sharon.

–Sí, pero no me preguntes que hice con el papel porque lo perdí. Lo único que te puedo decir es que la vieja me dijo que todo estaba a punto de cambiar. Y que los hechos no se van a dar de forma precipitada, que todo va a ir a su debido tiempo –Mateo se sentó en un sillón.

–Mateo –Sharon se arrodilló y lo miró fijamente–. Necesito que me digas donde está la vieja. Necesito que me digas en donde está la carpa de la vieja. Dijiste que en el puerto, pero necesito la ubicación exacta.

–No me acuerdo, sé que era tipo en un lugar lleno de callejones. Y había unas tienditas y una calle de piedra –Mateo parecía a punto de colapsar.

–Recorda Mateo. Recorda…

–Había un bar…un bar pequeño enfrente…lleno de motos Harley Daviso…–Mateo cerro los ojos. Sharon palideció, sabía lo que venía a continuación. –Un bar que se llamaba…Surrumba…

La Pequeña Sharon Y La Invasión Del RockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora