Parte 3.

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Volví a casa para encontrarme con un desastre. Había papeles por todos lados, las sillas de la cocina estaban tiradas y había vidrios en el suelo. Me comencé a desesperar. Había visto que hacía lucía una casa que había sido desvalijada. Corrí por toda la casa, hasta subir las escaleras, gritando por mi madre.

-¡MAMÁ!

Entré al cuarto de mi madre y la encontré en la cama, llorando. Si la planta baja estaba hecha un desastre, el cuarto no era nada comparado. La televisión estaba en el suelo. Las sábanas estaban tiradas por todos lados. Las cortinas se habían caído, y el espejo estaba destrozado. Creo que incluso habría preferido haber encontrarme con que nos habían robado a aquello. Mi madre lloraba muy fuerte. No sabía qué hacer. Mi madre y yo habíamos perdido nuestra relación hace ya un par de años. Tiré la mochila al suelo y me acerqué a ella.

-¿Mamá?...

No respondió. Había pastillas en el borde de la cama.

Oh no, oh no, oh no, mierda, mierda, mierda.

Me levanté y tomé el teléfono del suelo. Llamé a las ambulancias.

Gracias mamá por tu espectacular regalo. "¡Intento de suicidio por el comienzo de las clases!".

Quince minutos después, estaba viendo como los paramédicos se llevaban a mi madre en una camilla de hospital. Me habían ofrecido para ir con ella, pero les había dicho que no. Si algo no necesitaba era volver a un hospital. Cuando se fueron, no volví a casa. Hacía frío y yo solo estaba usando una remera manga corta, pero necesitaba salir inmediatamente. Cerré la puerta de casa y tomé la patineta del garaje.

Después de un rato andando, paré en una plaza que no había visto nunca antes. No hacía mucho tiempo desde que vivía allí, pero ese lugar no me sonaba para nada. En cierto punto, era bonito. Había asientos de cemento colocados en un semicírculo, en donde en el final había un escenario. Estaba vacío, mojado y plagado de hojas secas, y fue por eso por lo que me encantó.

Me senté en el escenario. Vamos, que una regla básica es que, si el escenario está vacío, y puedes optar entre los asientos o este, elige el escenario.

Dejé la patineta a mi lado y me senté en el borde. Suspiré pesadamente por las cosas que estaban pasando. Pasaban los años, y las cosas no mejoraban para mí. Hacía unos años, cuando era un niño, creía en esas idioteces como el destino, el Universo como una fuente poderosa, el karma y eso. Pero cuando cumplí los doce años, y las cosas se fueron a la mierda, entendí que estamos solos. No va a pasarte algo malo solo porque hayas cometido una mala acción, y tampoco al contrario. La vida no te recompensa. Mi mayor dilema era qué había después de la muerte. Y lo resolví.

Después de la muerte no hay nada. Ni cielo, ni infierno, ni Elíseo, ni campos de Asfódelos ni de castigo, ni siquiera reencarnación. Porque, ¿por qué tendría que haberlo? No tenía sentido, porque realmente no existe algo como el alma.

Me enojé. Me había pasado demasiada mierda. Por un acto impulsivo, tiré la patineta al suelo. Hubo un fuerte «crash», y cayó al suelo, rompiéndose. ¡Vaya suerte, Jeon Jungkook! Siempre cagando las cosas.

Me tiré al suelo y pateé la patineta. Cuando ya iba por la mitad de mi insulto, alguien cayó detrás de mí.

-Pobre skate.

Me giré y me encontré con un chico alto, pero no mucho mayor que yo. Y sí, lo conocía. Era Rap Monster.

-Creo que ya coincidimos una vez. Eres Jungkook, ¿verdad? Sí, ayer. No creo haberme presentado. Soy Kim Namjoon, un gusto -dijo el chico, extendiéndome la mano, la cual acepté.

Fourteen [Vkook].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora