Fourteen [Vkook].

Parte 10.

*Narra Jungkook*.

Me desperté. La gente normal suele despertarse, ¿sabes? Bueno, el caso es que me desperté con un brazo abrazándome la espalda.

Ya debéis saber de quién era el brazo. Se sentía bien tenerlo junto a mí, así que me quedé allí, descansando, disfrutando de su compañía.

El chico se despertó un tiempo después, después de apretarme bastante fuerte hasta dejarme sin aire. Se me quedó mirando por un tiempo, yo lo podía notar, hasta que simplemente decidió soltarme.

Me di la vuelta, y lo observé mientras él fruncía el ceño.

—¿Jungkook?

—Sí.

Se veía como un niño pequeño, cansado, con las sábanas cubriéndole las piernas y el torso sobre ellas. Tenía la playera desacomodada, lo que hacía que toda su apariencia de niño se vaya a la mierda, y pareciera un puto modelo.

Me mordí el labio. Fue por reflejo, lo juro.

—¿Pasa algo? —preguntó el chico. Tenía un ojo cerrado y la boca abierta. JODER.

"No, nada, solo te ves malditamente bien".

—No, nada.

—¿Entonces por qué te mordías el labio?

—La prueba de matemática. Es esta semana, ¿no?

El chico cerró los ojos. SUS JODIDAS PESTAÑAS.

—Sí, tienes razón. Tenemos que estudiar.

—¿Tenemos?

—Sí, no creas que voy a estudiar sin ti.

Sonreí.

—Eres el mejor.

—No, ese eres tú.

Sonreí una vez más.

—Vete a bañar. Yo te presto ropa.

—¿Crees que me quede tu ropa interior? —preguntó.

—No había pensado en eso. Hay que probar.

El chico sonrío de una manera distinta. ¿Tae con una sonrisa pervertida? No me lo podía creer.

—No seas idiota —dije, pegándole en la espalda baja mientras él se levantaba.

Entre tú y yo, lector, mis verdaderas intenciones eran pegarle en el trasero.

Un tiempo después, Tae se estaba bañando. Yo seguía en la cama, sin ganas de hacer nada. Era domingo por la tarde, así que realmente solo podía quedarme en casa todo el día.

Taehyung volvió vistiendo mi ropa. El negro le quedaba increíble, en serio.

—¿Cómo te sientes? —pregunté.

—Apretado.

Me reí.

—¿La ropa es demasiado oscura para ti?

—Estos bóxers son demasiado ajustados para ti, eso es a lo que me refiero.

No dije nada, solo lo miré de la cabeza a los pies.

—¿Qué miras? —preguntó, sentándose a mi lado.

—Te ves increíble.

—¿Cómo?

—No voy a repetirlo.

—Sí que vas a hacerlo.

—De ninguna manera.