"Ojos azules de búho que todo ven...mirando a través de la oscuridad, penetrando hasta lo más profundo de las almas mortales..."
Al Conde Ciel Phantomhive, el "Perro Guardián de la Reina", se le ha asignado un caso de asesinatos; y para resolverlos...
Tn entró al gran lugar sin que ninguno lo notase. Allí dentro estaban Sebastian y Ciel; este último se encontraba sentado sobre una de las camas de ahí, con un vendaje en su frente y sin su típico parche.
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– Entonces también podrías haber hecho un postre. Estoy hambriento –dijo el menor.
– Preparé esto para ti –dijo Sebastian acercándole una bandeja con un Eton Mess con Pudin de verano y hielo.
A Ciel se le iluminaron los ojos al ver aquello, realmente estaba hambriento. Tn decidió llamar la atención.
– Ciel –sonrió acercándosele.
– Tn –sonrió.
– Tu ojo... –murmuró.
El chico se sobresaltó y cubrió rápidamente su ojo derecho. Ella estaba sorprendida, había logrado ver la marca del contrato en el ojo del contrario.
– ¿Por qué tu ojo derecho es diferente?
– N-No es nada –negó.
– No soy tonta, Phantomhive –dijo seria.
– ...
– Déjame ver.
Tn se abalanzó sobre Ciel tomando sus manos, y quitando la mano derecha de su rostro mientras él forcejeaba.
– ¡Vamos! ¡Quiero ver eso!
– ¡Ah! ¡Tn, basta!
– ¡Muéstrame!
– ¡No!
La fémina logró inmovilizar al chico y ver su ojo.
– Es un pentagrama inverso, como la marca de un...demonio... –susurró esto último.
Lentamente giró el rostro, mirando a Sebastian. Él sólo sonrió.
– Tn –la llamó el chico.
– Demonio –miró al ojiazul.– ¿El Profesor Michaelis es un demonio?
– ...
– ...Ya veo –sonrió.
– Yo...
– No importa –lo soltó.– Pero esto responde varias preguntas –se incorporó.– Como sea –sonrió sentándose a su lado.– ¿Cómo te sientes? ¿Aún te duele?
– ¿Qué?
– El golpe, ¿Aún duele? Vi que perdiste sangre.
– Eh...Estoy b-bien.
– Lady Tn, no queremos asustarla, pero-
– No me asusta –lo miró.– He leído mucho, esto no me sorprende. Además, el Sr. Tarrant me dijo que no debo temer a demonios y eso, que debo temerle más a los humanos, y...en realidad, siempre quise ver algo así como un ángel, un demonio o un dios de la muerte o lo que sea, para saber si existen o no –sonrió.– No diré nada, después de todo, una vez que el asesino sea develado yo no sabré más de ustedes y ustedes no sabrán más de mí –miró al chico.– Has hecho un contrato con un demonio por alguna razón que desconozco, y estás aquí por orden de la Reina junto a tu mayordomo demonio. Está bien, no diré nada a nadie –sonrió.
